El juez italiano Luigi Tosti se niega a tener un crucifijo colgado en su sala de audiencias; por lo cual ha sido suspendido sin salario.
Es el más reciente incidente en su batalla con las autoridades judiciales por una ley cuyo origen se remonta a la época fascista, que requiere que el crucifijo católico esté colgado en todas las cortes y escuelas estatales italianas.
El juez Luigi Tosti fue sentenciado por una corte el pasado diciembre por negarse a trabajar en una sala de audiencias con un crucifijo expuesto en la pared, y se le impuso una condena suspendida de siete meses de cárcel.
Esta semana se le informó de que había sido suspendido de su trabajo sin salario hasta nuevo aviso, por fallo del máximo tribunal judicial italiano.