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Islámicos y antisistemas en Turquía

La movilización ciudadana en Turquía incluyó también a los Musulmanes Anticapitalistas, que basan en el Corán su lucha por la justicia social «En Turquía la religión se ha convertido en un entretenimiento para adinerados. La gente se

El Primero de Mayo de 2012 pilló a contrapié a toda la izquierda turca. Los combativos troskistas, leninistas y marxistas de toda la vida, concentrados en la plaza de Taksim en Estambul, contemplaban contrariados la columna de cien pañuelos palestinos, velos y niqabs que marchaba hacia ellos. "¡Dios, pan y libertad!", gritaban rabiosos, puño en alto. Así se presentaron los Musulmanes Anticapitalistas, uno de los grupos más llamativos que acamparon en el parque de Gezi.

"Acumular propiedades y riqueza no está alabado por el Corán. Al contrario, el libro sagrado pide constantemente compartir todo lo que tengamos de más", asegura a eldiario.es Ihsan Eliaçik (Kayseri, 1961). Este conocido teólogo y escritor turco es el inspirador de la organización y de su ideario. Para él, la esencia de la lucha contra el capitalismo no se encuentra en los libros de Karl Marx, sino en las suras del texto que inspira la segunda mayor religión del planeta.

"Creemos que en Turquía y en la mayor parte del mundo musulmán la esencia del Corán y la lucha del profeta se han malinterpretado. La esencia del islam no se ha entendido del todo", asevera Cihan Ebrari, un joven talludo de aspecto 'hippie', que lleva años bebiendo de la teoría de Eliaçik. El mentor va más allá: "En Turquía la religión se ha convertido en un entretenimiento para adinerados. La gente se ha convertido en esclavos de su tarjeta de crédito".

Las familias turcas dedican hoy más de la mitad de sus ingresos mensuales a pagar deudas. Es una de las consecuencias del brutal crecimiento económico experimentado por Turquía durante la última década (5,2% del PIB de media entre 2002 y 2011) bajo el mando del conservador Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, 2013 se está saldando con una desaceleración hasta el 3% del PIB y la caída de hasta un tercio del volumen de exportaciones, la principal fuente de riqueza del país.

Tal y como resalta el periodista turco Mustafa Akyol, esta lectura de la religión en términos económicos no es compartida por todos. "Otros, yo incluido, pensamos que de hecho, es el Islam el que ha promovido el libre mercado desde el principio, pues justicia social no equivale a socialismo", aclara en un artículo escrito para Al-Monitor. El autor cita al académico local Murat Çizakça y a sus escritos, en los que defiende que, en verdad, lo que el Islam y sus prácticas han propuesto a lo largo de la historia es un "capitalismo islámico".

Tal y como recuerda la investigadora Elaheh Rostami-Povey en su libro Iran's influence (La influencia de Irán), la República Islámica aceptó las reglas del libre mercado tras someterlas a la Ijtihad. Este término jurídico islámico se refiere a la reflexión independiente, partiendo del Corán y los hadices, que un intelectual religioso (llamado mujtahid) debe hacer para resolver un dilema legal. Tal fue el caso entonces.

La 'sharía' y los bancos

Uno de los atributos economico-religiosos más conocidos del Islam es su sistema bancario. La sharía, o ley islámica no permite el pago de intereses fijos ni variables en los préstamos de dinero. El actual Gobierno de Turquía ha promovido y pavimentado la llegada de la banca islámica. Llamada en el país banca de participación, y dedicada a ofrecer productos financieros halal (libres de pecado), hoy representa un 5% del pastel bancario turco.

Precisamente la economía ha sido una de las protagonistas entre bambalinas de los disturbios por el parque de Gezi. Tayyip Erdogan culpó abiertamente a unos entes externos, llamados por él "lobies de interés", de organizar las protestas para minar el poderío económico turco y beneficiarse de ello. El primer ministro, que recientemente ha acabado de pagar todas las deudas contraídas con el Fondo Monetario Internacional, culpó al sionismo de alentar el levantamiento social y prometió castigar a los especuladores.

Acto seguido, Erdogan anunció una investigación de todas las grandes transacciones de dinero hechas desde el extranjero antes y durante las protestas, llamó a la ciudadanía a deshacerse de tarjetas de crédito y propuso mover todos los depósitos de los turcos a bancos de titularidad pública. Los expertos advierten del riesgo de generar desconfianza entre los inversores que conlleva esta estrategia, nada sospechosa de ser comunista.

La semana pasada, a la luz de los candiles, el Banco Central Turco elevó las tasas de interés en préstamos del 6,5 al 7,25%, a fin de salvar a la lira turca de la caída que estaba sufriendo desde los primeros días de manifestaciones. El ente bancario nacional, que ha invertido este año más de 6.000 millones de dólares para mantener a flote su moneda, ha sido también víctima de las intenciones de la Reserva Federal estadounidense de frenar sus compras de bonos extranjeros.

Valores universales

"Los principios fundamentales del Corán están basados en valores universales: la justicia, la honestidad, el amor y el perdón", señala el pensador. "No debes dañar a nadie, no debes robar, no deberías mentir y no deberías permanecer silencioso ante las injusticias". Eliaçik no considera los rituales religiosos algo imprescindible en la religión sino una "elección personal", y defiende la discusión teológica como forma de abordar y aplicar los asuntos tabú.

"El Islam no te exige que regules asuntos como el aborto o el alcohol. Tampoco impone el velo a las mujeres. Lo que te pide es que te deshagas de la brecha entre ricos y pobres", insiste Ihsan Eliaçik en una entrevista en el periódico turco Hurriyet. En una clara crítica al Gobierno turco, que objeta abiertamente del aborto y recientemente ha estrechado el cerco al consumo de bebidas alcohólicas, el líder anticapitalista lamenta que un partido político haya "secuestrado" su religión.

El número de seguidores de Eliaçik crece en el país. Lo prueba el más de un centenar de vecinos presentes esta noche en la ruptura comunitaria del ayuno del Ramadán que han organizado Eliaçik y los suyos en Maçka, en uno de los distritos más laicos de Estambul. Entre todos extienden mantas y periódicos sobre el césped del parque de la Democracia. Los ciudadanos, que han traído la comida de casa, recorren las mesas ofreciendo sus platos al resto. A la hora del Iftar, uno de los presentes se levanta y canta la plegaria de viva voz.

"Comenzamos estos iftares en 2011, y casualmente también lo hicimos en el parque de Gezi", explica a este periódico Eliaçik, "pretendíamos protestar contra los lujosos menús que se hacen en esta época". En el primer día del Ramadán de este año, el teólogo compartió mantas, formando largas hileras en la calle Istiklal de Estambul, junto a homosexuales, vagabundos, feministas y todo tipo de indignados contra el Gobierno del AKP.

Con el Gobierno usando fondos públicos para invitar a acólitos y votantes a banquetes de catering en plazas como la de Taksim, bien protegidos por la Policía, los Musulmanes Anticapitalistas se juntan en otros rincones de diversas ciudades de Turquía. Su antagonismo contra el primer ministro no queda aquí. En su documento fundacional exigen el fin de los privilegios religiosos para los fieles suníes, piden más derechos para los kurdos y reconocen el genocidio armenio de 1915, una de las mayores piedras en el zapato del jefe de Gobierno.

Los ataques de Erdogan

Las constantes críticas que Eliaçik lanza desde su cuenta de Twitter a Erdogan y la Yesil sosyete (Sociedad verde), que es como se conoce a la élite económica pía nacida a la sombra del AKP durante la última década, ha sido ferozmente respondida por el líder turco. A mediados de julio, Erdogan pidió al teólogo una compensación de 50.000 liras turcas (cerca de 20.000 euros) por "insultos" vertidos en 12 tuits escritos durante los días en que los disturbios encendían Turquía.

"Son antiguos amigos. Nos llevábamos bien, pero ahora hay un gato negro entre nosotros", responde algo cortante Eliaçik. Ese gato negro son el poder y los intereses, de los cuales se están aprovechando para lograr sus intereses. Ya no nos llevamos tan bien como antes, aunque aún mantenemos buena relación con algunos", se esfuerza en matizar el escritor, cuya dejada barba y ropajes descuidados invitan a creer que el contertulio se encuentra ante un religioso poco dado a la moderación verbal.

En la sede social de los Musulmanes Anticapitalistas, en el corazón de Fatih, el distrito más conservador de Estambul, hay colgados carteles con fotografías de Malcom X y Luter King. Antes del inicio de una rueda de prensa hacen sonar el Comandante Che Guevara de Víctor Jara. Entre estas paredes, el día en que el grupo se presentó en sociedad, tuvo lugar un acalorado debate terminológico entre los asistentes al acto. Como ya es costumbre en la organización.

Ihsan Eliaçik se esmera en señalar que respeta el ateísmo, pero no defiende un Estado laico. "Entiendo el secularismo así: los clérigos no deben tener autoridad para mandar porque son justo eso, clérigos", matiza en Hurriyet. Sin embargo, añade: "El Corán dice cosas positivas sobre el Estado. ¿Por qué no deberíamos tenerlas en cuenta?. El secularismo clásico excluye al libro sagrado, pero podemos contar con su guía, que atañe a todos los valores universales". Y ejemplifica: "Se escribe que la soberanía pertenece al pueblo, que delega en su Parlamento. Junto a esto, podemos escribir que Dios ordena justicia".

"Plantamos un cartel en Gezi. Decía que 'Dios tiene todo el poder, y sale de Taksim'", destaca Ihsan Eliaçik, recordando otras batallas pasadas junto a los suyos. "En su momento nos movilizamos a favor de que las estudiantes pudiesen acudir a clase con el velo islámico", subraya, refiriéndose a una de sus causas defendidas, esta compartida por Erdogan. "Por eso no es justo que ahora se nos acuse de estar movidos por una conspiración internacional". Y remacha, apesadumbrado: "Es algo moral. Vi los palos que repartía el Gobierno en Taksim. Vi la desigualdad. Vi a la gente sufriendo… y allí me fui".

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