De un periódico hace diez años: “Diputados y senadores de PRI y PRD advirtieron que el presidente Vicente Fox puso en riesgo el carácter laico del Estado mexicano, y adelantaron que llevarán el asunto a debate a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, porque el Ejecutivo debió comportarse como estadista y no como creyente de una determinada fe religiosa durante la visita del papa Juan Pablo II.
“Fox no sabe o no quiere entender lo establecido en el precepto bíblico de ‘dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, manifestó la senadora priista Laura Alicia Garza Galindo. Jesús Ortega, coordinador de los senadores perredistas, dijo que será necesario revisar la ley de cultos a fin de reglamentar la responsabilidad de los funcionarios públicos frente a un Estado laico, y agregó que se dará un debate en la Comisión Permanente, porque ‘el tema de fondo es preservar el carácter laico del Estado mexicano’”.
Cuando usted esté leyendo esto, ya habrá sucedido en Roma la primera misa del nuevo papa Francisco. La ceremonia por la cual se hace, ahora sí, Papa. A ese evento habrán asistido el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. Y, a menos que me haya perdido de algo, no escuché a nadie escandalizarse porque Peña y Mancera escucharon misa en San Pedro.
Tampoco lo escuché de la hoy secretaria de Desarrollo Social, en el 2003 en otro partido y en otra actitud: “Independiente de sus preferencias religiosas, el presidente Vicente Fox debe respetar la laicidad establecida en la Constitución”, exigió la dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Rosario Robles Berlanga, en referencia a la oración por la paz que de la mano del ex primer ministro japonés Ryutaro Hashimoto y del secretario de Medio Ambiente, Víctor Lichtinguer, elevó el mandatario a petición de “una joven yucateca”.
A los panistas no les permitían ni acercarse a una iglesia. Va otra cita, esta del 2009: “Los grupos parlamentarios de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT), Convergencia y Nueva Alianza (Panal) afirmaron que al participar en el Encuentro Mundial de las Familias, la presencia y el discurso de Felipe Calderón Hinojosa constituyen ‘una violación flagrante al Estado laico, así como un exceso que va en contra de su obligación de respetar la Constitución’”.
Tanto lío por una oración y un discurso.
Pero un viaje y una misa en la más importante plaza del catolicismo —ese al que Fox y Calderón le querían entregar el alma mexicana— no causa ni un murmullo.
No cabe duda que hay pactos que alcanzan para todo.
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