“A menudo se habla de la gran minoría palestina de Israel en términos de la amenaza que plantea para la mayoría judía. La tasa reproductiva de los ciudadanos palestinos constituye una ‘bomba de tiempo demográfica’, mientras su principal programa político –la reforma de Israel en ‘un Estado de todos sus ciudadanos’– es prueba para la mayoría de los israelíes judíos de que sus compatriotas son en realidad una “quinta columna”.”
¿Pero quién imaginaría que los israelíes judíos podrían ser intimidados por un inocuo árbol de Navidad?
Este tema llegó por primera vez a la atención pública hace dos años cuando se reveló que Shimon Gapso, alcalde de Alta Nazaret, había prohibido los árboles de Navidad en todos los edificios públicos de su ciudad norteña israelí.
“Alta Nazaret es una ciudad judía y todos sus símbolos son judíos”, dijo Gapso. “Mientras yo ocupe este puesto, no se presentará ningún símbolo no judío en la ciudad”.
La decisión reflejó en parte su preocupación de que Alta Nazaret, construida en los años cincuenta como pieza central del programa “Judaizacion de Galilea”, estuviera fracasando en su misión.
Lejos de “tragarse” la vecina histórica ciudad palestina de Nazaret, como proponían los funcionarios, Alta Nazaret se convirtió con el paso del tiempo en un imán para nazarenos acaudalados que ya no podían encontrar un lugar para construir una casa en su propia ciudad. El motivo era que todo el espacio verde disponible de Nazaret había sido confiscado en beneficio de Alta Nazaret.
En vez de eso los nazarenos, muchos de ellos palestinos cristianos, han estado comprando casas de judíos en Alta Nazaret –a menudo inmigrantes de la antigua Unión Soviética– desesperados por irse de Galilea dominada por árabes y dirigirse al centro del país, para estar más cerca de Tel Aviv.
El éxodo de judíos y la afluencia de palestinos han llevado al gobierno a designar secretamente Alta Nazaret como “ciudad mixta”, causando el embarazo de Gapso. El alcalde es un resuelto aliado del político de extrema derecha Avigdor Lieberman y expresa regularmente virulentos puntos de vista antiárabes, que incluyen calificar a los nazarenos de “residentes que odian Israel, cuyo lugar está en Gaza” y a su ciudad de “nido de terror en el corazón de Galilea”.
Aunque ni Gapso ni el gobierno han publicado cifras del censo para aclarar el equilibrio demográfico actual de la ciudad, la mayoría de los cálculos sugieren que por lo menos un quinto de los residentes de Alta Nazaret son palestinos. El concejo municipal también incluye ahora representantes palestinos.
Pero Gapso no está solo en su decidida oposición a que se haga el más superficial gesto hacia el multiculturalismo. El rabino jefe de la ciudad, Isaiah Herzl, se ha negado a permitir un solo árbol de Navidad en Alta Nazaret, argumentando que sería “ofensivo a los ojos judíos”.
Parece que ese punto de vista refleja la posición oficial del rabinato del país. En la medida en que pueden hacerlo, los rabinos han tratado de prohibir celebraciones de Navidad en edificios públicos, incluso en los cientos de hoteles en todo el país.
Un reciente informe en el periódico Haaretz, sobre un judío israelí que cultiva comercialmente árboles de Navidad, señaló al pasar: “El rabinato prohíbe a los hoteles –bajo amenaza de perder sus certificados kashrut– que cubran sus salas con ramas de acebo, o ¡que ni Dios lo quiera!, que coloquen aunque sea el más pequeño brillante árbol de Navidad en un rincón de la recepción”.
En otras palabras, el rabinato ha estado aterrorizando silenciosamente a los propietarios de hoteles israelíes para que ignoren la Navidad, utilizando sus poderes para excluirlos del negocio. La negación de su certificado kashrut (kosher) les haría perder la mayor parte de su clientela judía israelí y extranjera.
Pocos alcaldes o rabinos se ven en la íncomoda posición de tener que expresar en público sus puntos de vista sobre los peligros de las decoraciones navideñas. En Israel, la segregación entre judíos y palestinos es casi total. Incluso la mayor parte del puñado de ciudades mixtas, son realmente ciudades judías con guetos parecidos a chabolas de árabes que viven en la periferia.
Aparte de Alta Nazaret, el único sitio “mixto” donde palestinos cristianos se encuentran en cantidad significativa es Haifa, la tercera ciudad de Israel. A menudo se refieren a Haifa como la ciudad más multicultural y tolerante de Israel, un título para el cual encuentra poca competencia.
Pero la imagen oculta una realidad más desagradable. Una reciente carta del rabinato de Haifa recuerda a los hoteles y salas de eventos que no deben aceptar fiestas de Año Nuevo a finales de mes (el Año Nuevo judío tiene lugar en otra época del año). Advierte a hoteles y salas de que se les negarán las licencias kashrut si lo hacen.
“Está seriamente prohibido realizar algún evento al terminar el año calendario que esté conectado con, o exhiba algo relacionado con festividades no judías”, dice la carta.
Después de que la carta se publicase en Facebook, el alcalde de Haifa, Yona Yahav, pasó a modo de limitación de daños, revocando el domingo la opinión del concejo rabínico de la ciudad e insistiendo que se permitiría que las fiestas tuvieran lugar. Queda por ver si Yahav tiene el poder necesario para imponer su decisión por sobre la de las notoriamente independientes autoridades rabínicas.
Pero lo que está claro es que existe considerable intolerancia religiosa que llega a que se aliente silenciosamente el odio contra los no judíos, en su mayor parte entre bastidores para no afectar negativamente la imagen “judía y democrática” de Israel, o indignar a los millones de turistas y peregrinos cristianos que visitan Israel cada año.
Jonathan Cook es un periodista galardonado que vive en Nazaret, Israel, desde 2001. jonathan-cook.net
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article33429.htm
Shimon Gapso alcalde Alta Nazaret
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