La prensa reclama una acción decisiva de los responsables religiosos y políticos El prestigio de la institución eclesial está por los suelos entre la población
Tras la publicación de demoledor informe sobre la amplitud e impunidad de los abusos sexuales de menores por parte del clero belga durante décadas, la Iglesia católica solo se declaró hoy «sorprendida».
La única autoridad religiosa belga que ha reaccionado es el anterior primado, el cardenal Godfried Dannels, que se declaró «sorprendido» por las revelaciones del informe de la comisión eclesial sobre abusos dirigida por el psiquiatra infantil Peter Adriaenssens: 475 denuncias registradas, 13 suicidios entre las víctimas y unos 500 sacerdotes y religiosos culpables de esos abusos. El actual primado, el cardenal André Léonard, ha aplazado cualquier valoración a una conferencia de prensa anunciada para el lunes.
Dannels expresó a través de su portavoz «su sincera compasión hacia las victimas» por «el sufrimiento que les fue inflingido por miembros de la Iglesia, cuyo comportamiento es una vergüenza persistente para la Iglesia». Dannels se mostró convencido de que los obispos belgas tendrán en cuenta las recomendaciones de la comisión Adriaenssens y que «harán todo lo necesario para ayudar a las víctimas a aliviar su sufrimiento».
La falta de reacción de Dannels cuando descubrió que el exobispo de Brujas Roger Vangheluwe abusó de su sobrino durante 13 años ha dejado muy maltrecha la reputación de anterior primado. Dannels, en lugar de exigir la inmediata dimisión de su amigo, intentó que la víctima perdonara a su agresor y retrasará la revelación de los hechos hasta que la jubilación del obispo.
Conmoción nacional
La prensa belga francófona y flamenca reflejaba la conmoción del país ante la gravedad de las revelaciones con numerosas páginas dedicadas al informe y exigía una reacción firme de las autoridades eclesiásticas y políticas. El principal diario francófono, Le Soir, denunciaba en su editorial «la grave culpabilidad de la Iglesia católica belga» y recordaba que se había negado a escuchar a las víctimas, ocultando sistemáticamente esos crimenes. Le Soir se preguntaba cuanto tiempo habría que esperar aún para que la Iglesia reconociera su responsabilidad.
La Libre Belgique criticaba «la ley del silencio» impuesta por la jerarquía eclesiástica durante décadas y el grupo francófono Sud Presse se preguntaba qué queda de la autoridad moral de la Iglesia. El diario Laatste Niews lamentaba que Bélgica había confirmado su mala reputación como país de delincuentes. El Niewsblad señalaba que las estructuras eclesiales no eran las únicas que sabían lo que estaba ocurriendo y desde Het Belang van Limburg se reclamaba a la clase política que despierte y que haga aplicar las conclusiones del informe.
El obispo pederasta se aleja
El anterior obipso de Brujas Roger Vangheluwe, que presentó su dimisión en abril antes de que se hicera público que había abusado de su sobrino desde los 5 años hasta que cumplió los 18 años, anunció hoy que se alejará del territorio de su antigua diócesis.
Ante la creciente presión por su persistente presencia en la zona, Vangheluwe anunció que dejaba la abadía de Westvleteren donde se había refugiado para «continuar a reflexionar sobre mi vida y mi futuro con discreción, en otro lugar, fuera de la diocesis de Brujas». Vangheluwe reitera en su comunicado cómo lamenta «amargamente» su comportamiento y vuelve a pedir perdon a la víctima, a su familia y a la Iglesia, pero no evoca la posibilidad de ninguna sanción, ni penalización.
En una carta abierta publicada por la revista flamenca Tertio, el periodista Jan De Volder le había exigido que «desapareciese», que se exiliase lejos, en Angola o en Nueva Zelanda, y calificaba de «intolerable» que los fieles tuvieran que seguir cruzándose con él en los oficios religiosos en la zona.