La movilización de opositores y líderes religiosos contra la norma consiguen que el Gobierno también deje de lado la procreación asistida para parejas gays
Los planes del gobierno socialista de Francia para legalizar a los matrimonios del mismo sexo se están complicando más de lo previsto después de una movilización conservadora y de líderes religiosos contra la norma, mientras los diputados de izquierdas quieren ampliarla.
Con una sólida mayoría lograda la pasada primavera, el gobierno tenía planeado inicialmente solo unas audiencias en el Parlamento y un debate a principios del año próximo antes de someter a votación una de las promesas electorales más polémicas del presidente François Hollande, que él mismo calificó como una reforma histórica.
Pero ante la creciente oposición, ha aplazado la presentación del borrador de la reforma y programado vistas parlamentarias más largas. También ha dejado de lado una demanda, la procreación asistida – o dar a las parejas gays el derecho a tener "bebes probeta" -, por ser un tema demasiado polémico para gestionar de momento.
"El Parlamento se tomará su tiempo", dijo el ministro del Interior, Manuel Valls, el sábado. "Nadie duda de que (la reforma) se convertirá en ley, pero todas las opiniones – políticas, filosóficas o religiosas – se escucharán".
InterLGBT, un grupo que presiona para una total equiparación en todos los temas de las orientaciones sexuales, ha acusado a Hollande de dar marcha atrás en sus promesas electorales. "El simbolismo es fuerte pero vamos a parar a mitad de camino".
"Pensamos que íbamos a conseguir todo de un gobierno de izquierdas", dijo un decepcionado responsable en un debate sobre la paternidad gay en la ciudad de Nantes. "Aún hay muchas peleas que lidiar".
Archivos de imagen relacionados