El 16 de Julio de 1950, el pueblo uruguayo salía enardecido a las calles para festejar la victoria uruguaya en el campeonato Mundial de Futbol. Le ganó 2 a 1 a Brasil en el Estadio de Maracaná, construido para la ocasión. Fue nuestro último triunfo en un mundial.
Fue en medio de esa algarabía, como en un sutil susurro, que se fue Paulina. Se fue como había vivido, sin pedir permiso, en el silencio y la soledad. Apenas acompañada de sus allegados. No hubo duelo oficial. El pueblo uruguayo que festejaba el triunfo en las canchas, casi sin saberlo en ese momento, perdía una personalidad emblemática del sentimiento de libertad y progreso que había puesto todo a su servicio. Se fue sin pedir nada a cambio, como lo hacen los grandes hombres y mujeres. Se fue como vivió: sólo para la satisfacción de su conciencia y en coherencia con sus ideales. No necesitó de una misa que no deseaba ni en la cual creía. Tenía 75 años.
Paulina Luisi Janicki, como sus hermanos, fue parte de una familia poco común.
Su padre, Ángel Luisi Pisano, italiano nacido en Pisa en 1846, cursó estudios de Derecho y Jurisprudencia, que abandonó para enrolarse en las luchas de la unificación de Italia. Acompañó voluntariamente, a los 24 años, a José Garibaldi en la campaña de los Vosgos y fue testigo de la Comuna de París (1870) primer intento de plasmar el sueño socialista. Adhirió a la francmasonería. Una vez finalizada la lucha, dio clases de italiano a un grupo de maestras francesas, donde conoció a su madre.
María Teresa Josefina Janicki era una mujer culta, que ejercía como maestra de escuela en Lyon, Francia, donde residía con sus padres, exiliados polacos. Fue Inspectora en un instituto educativo y miembro de un grupo de mujeres que defendían la educación laica y el derecho a voto de las mujeres.
La vida de estas personas cambiaría dramáticamente. Ángel y Luisa se conocieron, se enamoraron y se casaron en 1872 y decidieron abandonar Europa, y como muchos otros emigrantes se embarcaron para la Argentina, donde se radicaron en la ciudad de Colón, Provincia de Entre Ríos, frente a nuestra Paysandú. Fue allí donde nació Paulina en 1875, la mayor de ocho hermanos, seis mujeres y dos varones.
Ambos padres, abrazaron el nuevo mundo en la inquietud de su progreso. Fundaron una escuela “moderna” que incluía la experimentación, lecturas libres, educación física y la observación de la naturaleza. De esto intentaron vivir. Pero no quedó ahí. Ángel Luisi, fundó al mismo tiempo la Biblioteca Fiat Lux y una Logia Masónica. También lo vemos integrando una logia en Concepción del Uruguay en 1876. Pero la sociedad colonense, bastante conservadora, no facilitó el trabajo educacional de los Luisi.
Por ello, buscando un ambiente social más liberal, en 1878 decidieron mudarse a Paysandú donde reiteraron la experiencia educativa anterior creando una escuela con los mayores adelantos pedagógicos.
En Paysandú, junto con otros ciudadanos, funda la Sociedad de Amigos de la Educación Popular de Paysandú y el Ateneo de Paysandú. Ángel Luisi hizo periodismo en los periódicos El Progreso y El Pueblo. Cuando estalla la Revolución liberal llamada del Quebracho, Ángel crea el primer hospital de sangre laico de la historia uruguaya. Josefina crea la primera escuela con Jardín de Infantes en el Uruguay en 1885. Ángel Luisi y su mujer, Josefina, fueron destacados e inquietos ciudadanos que brindaron – en el contexto de su época – su inteligencia y conocimientos al progreso de nuestra República.
Como señala acertadamente la académica Graciela Sapriza, refiriéndose a la influencia del entorno familiar de Paulina, un padre héroe de las luchas liberales y románticas de la época, las que alimentaron el imaginario de masones y socialistas finiseculares y una madre pedagoga, admiradora del arte y de espíritu independiente, tuvo una perdurable influencia en los desarrollos políticos y profesionales de Paulina y sus hermanas. Se podría aventurar que un padre con estas características predispondría a sus hijos –aun siendo mujeres – para emprender acciones “libertadoras” de largo aliento.
«Las Luisi», como las llamaba el ambiente de la época, se destacaron por su independencia. Todas estudiaron magisterio. Pero algunas no se quedaron ahí. Paulina fue la primera médica graduada en nuestro país en 1908 con 33 años, y su hermana Clotilde la primera abogada. Luisa fue además una destacada poetisa. Inés fue también de las primeras médicas mujeres y Elena y Anita abrazaron la profesión de maestras. Paulina además fue la primera mujer cirujana en la historia médica del país.
Paulina entrelazó su vocación pedagógica con su profesión de médica, y a ambas le agregó su profunda inclinación por la cuestión social. A ello dedicaría apasionadamente su vida.Fue una mujer de una remarcable voluntad y de un intenso espíritu de entrega al trabajo.
En el ambiente esencialmente masculino de su época, una mujer de ese carácter tenía dificultades no solo para imponerse profesionalmente, sino también para formar pareja, y seguramente también resignó su vida particular a su vocación principal. Sin embargo se le vincula sentimentalmente a dos eminentes personalidades. Una al que fuera Ministro de Relaciones Exteriores de la República Portuguesa, Sebastiao Magalhaes Lima, Grado 33° de la masonería portuguesa, militante republicano y senador de su país, muerto en 1928. Asimismo se la vincula con el psiquiatra Dr. Santín Carlos Rossi, de destacadísima actuación profesional en nuestro medio, fallecido en 1936.
Personalmente Paulina fue una mujer de fuerte impronta, seguramente cultivada en la necesidad de abrirse paso en aquel mundo masculino de fin de siglo XIX y comienzos del XX. Se dice que su carácter era áspero, tenía la palabra directa, una posición franca y una inclinación a la polémica. Muchas veces resultaba antipática e incomodaba a sus interlocutores, sobre todo varones. Pero entre quienes le conocieron y acompañaron despertaba admiración por su inteligencia y energía.
Hacer una semblanza de las ideas de Paulina no es fácil. Pero de sus numerosas actividades profesionales y militantes sociales, así como de sus escritos, se puede tener una idea bastante firme de sus inclinaciones.
Si bien no fue una mujer dedicada centralmente a la actividad política, sin embargo se destaca como fundadora del Partido Socialista uruguayo, junto a Emilio Frugoni y Celestino Mibelli.
Fue una avanzada en muchos aspectos. Fue una militante feminista revindicando el derecho de las mujeres sin ambigüedades. El feminismo se proponía obtener la equidad entre los sexos, y ampliar el horizonte cultural de las mujeres, constreñidas por la moral de la época y por la iglesia. Por ejemplo decía esto que aun tiene una gran actualidad: “Quiere el feminismo demostrar que la mujer es algo más que materia creada para servir al hombre y obedecerle como el esclavo a su amo; que es algo más que máquina para fabricar hijos y cuidar la casa … que si es su misión la perpetuación de la especie, debe cumplirla más que con sus entrañas y sus pechos: con la inteligencia y el corazón preparados para ser madre y educadora; que debe ser la cooperadora y no la súbdita de hombre; su consejera y asociada, no su esclava …” Y agrega: “ …que tenga la mujer plenos derechos para administrar su hacienda o su salario, que las leyes establezcan para la mujer el pleno ejercicio de sus derechos en la tutela y en la educación de sus hijos, y que le exijan en cambio la responsabilidad completa de sus determinaciones”. Es decir, en la concepción de Paulina el feminismo no era solamente solicitar más derechos, sino que involucraba un compromiso y una responsabilidad con los mismos.
Paulina defendía la educación como arma liberadora de la mujer, pero también la justeza de un salario digno para las trabajadoras. Ella misma se involucró en las luchas de las mujeres obreras, ayudando a la creación de los sindicatos Unión de Telefonistas y de Costureras de Sastrerías. Ella señalaba, por ejemplo: “… deberá ser una obligación nacional la retribución económica de sus obreros para sostenerlos y conservarlos; para cuidar de su bienestar y fomentar su desarrollo”.
Para impulsar estas ideas es que en 1917 funda junto a otras mujeres el Consejo Nacional de la Mujer Uruguaya, y una publicación: Acción Femenina.
Durante su fecunda vida Paulina Luisi ocupó numerosos cargos, representó al Uruguay en misiones y eventos internacionales. Viajó a ellos en algunos casos enviada por el Gobierno, las instituciones de enseñanza y cultura, el Ministerio de Instrucción Pública, el Consejo de Enseñanza y la Facultad de Medicina. Muchas veces ad honorem, sin recibir viáticos.
Unió su vocación de médica y feminista y se preocupó por los aspectos sociales de su profesión. Algunos de sus escritos fueron muy bien conocidos en los medios europeos, en los cuales gozó de sólido prestigio.
Fue profesora de la Escuela Normal de Mujeres y de Enseñanza Secundaria, jefa de la Clínica Ginecológica de la Facultad de Medicina (1909) y profesora de Higiene Social y Educación Profiláctica en la Escuela Normal.
Fue también la primera mujer latinoamericana en concurrir en representación de un gobierno a la entonces llamada Liga de las Naciones y delegada del gobierno en la Comisión de Protección de la Infancia y la Juventud y contra la trata de mujeres y niños (1922-1932).
Asimismo fue representante gubernamental del Uruguay ante la IV Conferencia Internacional del Trabajo. Allí propuso un plan de estadísticas de los inmigrantes que fue aprobado, abogó por la represión de la trata de mujeres y presentó una moción que fue votada por 12 países.
Activista por la paz mundial, también concurrió a la Conferencia Internacional sobre el Desarme, a la cual sólo asistieron cinco mujeres de todo el mundo (1932).
Un aspecto interesante de su actividad fue lo que tiene que ver con la educación sexual y la prostitución. Para el feminismo de principio de siglo este era uno de los grandes problemas sociales a resolver, y en su condición de médico lo ataba al concepto de Higiene Social. Pero no solamente se restringía a esto, sino que también revindicaba la dignidad de las mujeres prostitutas y se situó claramente en lucha contra la trata de mujeres y la degradación que esto implicaba. Exhortaba a todas las mujeres a tener una singular mirada hacia quienes llamó «nuestras hermanas». Consideraba que los males resultantes de la prostitución, principalmente las enfermedades venéreas, debían combatirse no haciendo foco en el control sanitario y policial de las mujeres, que era lo usual, ya que eran en realidad víctimas, sino principalmente en el combate a la doble moral social imperante (es decir, el cuidado de la decencia de las damas y la necesidad de alivio de los hombres) así como en la universalización de la educación sexual de todos, hombres y mujeres desde una temprana edad. Cien años después seguimos en el mismo combate!!!
También fue una luchadora férrea contra la estigmatización de la maternidad soltera.
Su lucha trascendió las fronteras estrechas del país, para tomar una envergadura internacional. Participó en enormidad de congresos, dio multitud de conferencias, escribió cantidad de artículos y folletos sobre sus diversos campos de interés.
El Portugal estuvo muy cercana a las mujeres republicanas; y aquí en Uruguay desarrolló en los años 30 una consecuente defensa y solidaridad con la República Española.
Otro aspecto interesante de las luchas de Paulina fue el haber adherido fuertemente al “sufraguismo”, es decir, las luchas de las mujeres por acceder al sufragio. Con ese cometido, en 1919 creó la Alianza Uruguaya por el Sufragio Femenino.
Uruguay fue el primer país de Latinoamérica en donde votó la mujer. Fue en plebiscito que hubo en la localidad de Cerro Chato el 3 de julio de 1927 para que la población decidiera a qué departamento deseaba adherirse, a Treinta y Tres, Cerro Largo o Durazno. Finalmente Cerro Chato quedó en la órbita de este último departamento.
La Constitución de 1919, le había otorgado a las mujeres la totalidad de los derechos civiles y la potestad del voto. Pocos años después, la Ley de 1932 reglamentó esos derechos, y en 1938, la mujer votó por primera vez en el Uruguay en la elección nacional del 27 de marzo de ese año. Pero fue en Cerro Chato, la primera vez que la mujer votó en nuestro país.
Finalmente deseo hacer notar que su conciencia cívica democrática hizo que se opusiera frontalmente a la dictadura de Gabriel Terra en los años 30, abandonando toda tarea oficial que consideraba colaboración con un gobierno ilegítimo.
No voy a avanzar mucho más en lo que fueron las ideas y actividades desarrolladas por Paulina Luisi. Solamente señalar que si sus luchas cívicas fueron el centro de buena parte de su vida, nunca sacó ningún provecho de ello. Por ejemplo, habiendo sido adalid de las luchas por el sufragio femenino, sin embargo no aceptó ser candidata a diputada en las primeras elecciones nacionales donde votó la mujer.
Pero también es importante saber que por este espíritu combativo y progresista, fue muchas veces vilipendiada. Por ejemplo, se la acusó de “anarquista” – como si esta fuera una mala palabra – por los conservadores de la época; quienes también la acusaron de “corrupción de menores” por intentar introducir la educación sexual entre los jóvenes. Sin embargo pudo desarrollar por u tiempo una Cátedra de Educación Sexual en la Escuela Normal entre 1925 y 1930, aunque fue finalmente cerrada por un Inspector escolar.
Una de sus últimas acciones fue crear la Asociación de Mujeres Universitarias.
Los últimos años de su vida los pasó retirada de la vida activa, aunque seguía informada de los movimientos sociales. Poco tiempo antes de fallecer, tal vez como corolario de su extensa y fatigosa vida cívica, sacó un libro que recogía muchos de sus escritos y Conferencias: “Otra voz clamando en el desierto”. En el prefacio señalaba estar más convencida que nunca de la justeza de sus opiniones, y que quería ahora “dejar libre la palabra a lo que entonces callé por prudencia, pero que he llevado siempre en el corazón, como una herida que no cicatriza”.
Un aspecto interesante de su multifacética vida, no del todo estudiado aun, es su posible vinculación y/o pertenencia a la masonería. No tenemos pruebas contundentes al respecto, pero sí algunas pistas que podrían tener importancia al momento de investigar este perfil. Sabemos de sus ideales republicanos y laicos, afines con los de la institución masónica, de su vida de entrega y compromiso, y de su combate en los tres terrenos, pedagógico, médico y social. Esos ideales de vida tuvieron su antecedente en la herencia cultural y en el ejemplo de su familia, en particular de su padre, quién fue un masón de estirpe garibaldina, convencido de sus ideales, y perseverante en los mismos durante toda su vida.
También sabemos que Paulina, en su larga vida, siempre estuvo cerca de otros combates protagonizados por masones, como fueron los apoyos al republicanismo portugués o español. Tuvo una fuerte amistad, incluso se dice que fue una relación amorosa, con el conocido masón y líder republicano portugués Sebatián Magalhaes Lima. En su propia lucha por la emancipación de la mujer se encontró en la misma trinchera con muchos masones hombres y mujeres conocidos, que defendían los mismos ideales, tanto dentro como fuera del país, que finalmente empujan el sufragio femenino y la igualdad cívica de mujeres y hombres.
Pero hay más aun. María Dolores Ramos es una académica de la Universidad de Málaga, en España. Ella estuvo residiendo en Montevideo, estudiando principalmente las huellas de la activista española Belén de Sárraga que vivió en nuestro país a principios del Siglo XX, incluso ejerciendo influencia sobre el propio dirigente político y Presidente uruguayo Batlle y Ordoñez. Esta académica estudió de cerca las luchas feministas y sociales, y en particular, el perfil republicano y librepensador de las mismas. Pues bien, en su ensayo “Republicanas en pie de Paz”, publicado recientemente, en el año 2008, señala lo siguiente, refiriéndose a la vinculación de muchas de estas mujeres activistas sociales y librepensadoras con la masonería, en particular con la Orden Masónica Mixta “El Derecho Humano” fundado en Francia en 1893.
Dice en dicho ensayo: “ … además de la propia {Maria} Deraismes, Marie Martin, Marie Bonnevial y Marguerite Martin, vinculadas al Journal des Femmes, La Fronde y la Ligue du Droit des Femmes, que llegaron a ser Grandes Maestras de la Orden … también formaron parte del «El Derecho Humano» la sufragista y teósofa inglesa Annie Besant, la científica francesa Clemence Royer, la eugenista francesa Nelly Roussell, la pedagoga belga Isabelle Gatti de Gamond, la médica portuguesa Adelaida Cabete, la médica y sufragista uruguaya Paulina Luisi, la propagandista española Belén de Sárraga y otras muchas que contribuyeron a forjar en los talleres un ‘feminismo humano, humanista y pacifista’”.
Es de destacar, a partir de lo dicho por María Dolores Ramos, por ejemplo, que Paulina Luisi, Belén de Sárraga y Adelaida Cabette, participaron en varias actividades conjuntas, y coincidieron, por ejemplo, en el Congreso Femenino Internacional realizado en Buenos Aires el 18 de mayo de 1910.
Paulina fue Presidenta Honoraria del Consejo Nacional de Mujeres Portuguesas, siendo amiga y colega médico de Adelaide Cabete, que presidió dicho Consejo. Paulina no solo asistió muchas veces a los Congresos de esta Institución, sino que lo representó en varias instancias internacionales, como en Ginebra, Suiza y en Cristiana, Noruega. Muchas veces estuvo en Portugal, disertó y difundió las ideas sufragistas.
Asimismo la Liga Republicana de Mujeres Portuguesas, convidó a Paulina Luisi y a Belén de Sárraga a disertar en sus actividades. Esta Liga fue dirigida por María Veleda, una destacada activista y librepensadora, también amiga de Paulina.
Tanto Belén de Sárraga, como María Veleda y como Adelaide Cabete tenían un denominador común, y esto sí está comprobado fehacientemente, que era su condición de mujeres masonas. Se deduce fácilmente la posibilidad de que esa condición también fuese la de Paulina Luisi.
La pasión de Paulina se extinguió aquel 16 de julio de 1950. Se fue despacito, como para no molestar a la alegría popular desbordante por el triunfo de Uruguay en Maracaná.
Para nosotros librepensadores de hoy, Importa rescatar al personaje histórico, uno de aquellas mujeres uruguayas que a pesar de las condiciones imperantes en su época tuvieron el coraje de pensar libremente y de luchar por ejercer sus derechos.
Importa remarcar hoy, que si tenemos un Uruguay republicano y laico, fue por el combate de mucha gente que conquistó ese Uruguay moderno, ese país modelo del cual generaciones hemos estado orgulloso por lo avanzado de su legislación y de los derechos sociales y ciudadanos, por la libertad y la democracia que forma parte de una esencia nacional a proteger y profundizar. Y, entre tantos y tantos que dieron lo mejor de si por el progreso social, sin duda se destaca la Dra. Paulina Luisi.
Solo nos queda entonces el desafío: hacer que su voz no siga clamando en el desierto, y que esa voz, su compromiso, en fin, su ejemplo, lo sea también para todos nosotros y nos inspire hacia el provenir.
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