Hablo con un ultraortodoxo de origen ruso sobre la existencia de Dios y con el que estuvo de acuerdo en que si todo el mundo fuera creyente «no ocurrirían cosas malas (..) y sólo habría felicidad»
El presidente ruso, Vladimir Putin, realizó la pasada madrugada una visita sorpresa al Muro de las Lamentaciones, el santuario judío más importante, después de haber acudido primero a la vecina Basílica del Santo Sepulcro, ambos en la ciudad vieja de Jerusalén.
Putin llegó al Santo Sepulcro, el santuario cristiano más venerado, a alrededor de la 1.30 de la madrugada hora local (22.30 GMT de ayer) rodeado de un imponente cordón de seguridad, informa hoy la edición digital del diario Yediot Aharonot.
El dirigente ruso, que realiza desde ayer una minigira por Oriente Medio, explicó que no quería perderse la posibilidad de visitar ambos lugares porque despiertan en él una "especial sensibilidad", y destacó que desde su punto de vista era la parte más importante de su paso por la zona.
En el Muro de las Lamentaciones explicó que era su tercera visita al lugar: la primera la hizo antes de ser presidente y la segunda, en 2005, contó que no pudo acercarse a tocar las piedras del Muro porque coincidió con la fiesta judía del Pesah (Pascua) y estaba abarrotado de gente.
Según el diario israelí, en esta tercera ocasión planificó una visita nocturna para poder rezar con tranquilidad.
Acompañado por el rabino del Muro de las Lamentaciones, Samuel Rabinovich, y por otro de Rusia, Putin, tocado con una "kipá" (solideo) aprovechó su visita para charlar con la gente que se encontraba a esa hora en el santuario judío.
Entre ellos un ultraortodoxo de origen ruso con el que habló sobre la existencia de Dios y con el que estuvo de acuerdo en que si todo el mundo fuera creyente "no ocurrirían cosas malas (..) y sólo habría felicidad", según el vídeo difundido en la página de internet.
Putin hizo también, a propia iniciativa, una visita guiada por el llamado Túnel Asmoneo, subterráneo de hace dos mil años que cruza del Muro de las Lamentaciones al Barrio Árabe, y por el que con motivo de su apertura al público en 1996 los palestinos lanzaron una mini-intifada de protesta por su proximidad a la Explanada de las Mezquitas.
Hasta entonces se trataba de la peor ola de violencia desde la guerra de 1967, y costó la vida a 67 palestinos y 13 israelíes. Más de mil personas resultaron heridas.
Putin recibió de regalo un libro en ruso sobre la historia del lugar, hizo preguntas de forma constante por todo el recorrido y dijo que "aquí es dónde se ve cómo el pasado judío está grabado en las piedras de Jerusalén", según el diario.
El líder ruso, que hoy se encuentra en Belén para una entrevista con el presidente palestino, Mahmud Abás, se entrevistó ayer en Jerusalén con el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y con su colega israelí, Simón Peres.
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