Comentarios del Observatorio
Nuevamente nos encontramos ante un discurso que pervierte el sentido del principio de laicidad, para dar cabida a los privilegios de los que goza la Iglesia católica, conservándolos y ampliándolos. Laicidad positiva, laicidad abierta… y ahora laicidad no estática ni rígida. Son fórmulas que se invocan desde el clericalismo para combatir el sentido genuino de la laicidad, y que en el fondo buscan justificar la violación de la misma. ¿Buscan una laicidad dinámica y flexible? La dinámica que se busca es la de la financiación pública para las confesiones religiosas, la flexibilidad que se busca es la que permite la imposición de simbología religiosa en el ámbito público, y así el sinfín de privilegios que pretenden desde la jerarquía eclesiástica.
“La piedad popular y la devoción pueden alimentar la ‘ciudadanía constructiva’ de los cristianos”, defendió en su primera intervención en Ajaccio
Con los acordes del himno francés el papa Francisco salió del aeropuerto Napoleón Bonaparte de Córcega hacia el Palais des Congrès et des Expositions para la conclusión del Congreso “La Religiosidad Popular en el Mediterráneo” en Ajaccio, la capital de la isla. Antes de eso se detuvo brevemente en el conocido ‘Baptistère Saint-Jean’, donde un joven le entregó agua bendita para la señal de la cruz y recitó el Credo, según informó el Vaticano. Tras bendecir a los presentes con esa agua bendita puso rumbo al congreso en el puerto de la ciudad donde los buques tocaron sus sirenas al paso del pontífice.
El congreso comenzó este 14 de diciembre y han participado unas 400 personas en el Auditorio Pascal Paoli. Allí el Papa fue recibido por el cardenal Francisco Javier Bustillo, el Ministro del Interior, el Prefecto de Córcega, el Presidente del Consejo Regional, el Presidente del Consejo Ejecutivo, el Presidente de la Cámara de Comercio y el Director de Comunicación de la Cámara de Comercio. En esta sesión el pontífice pronunció su primer discurso en tierra corsa para después lanzar al aire globos de colores con grupo de jóvenes y dirigirse a la veneradísima estatua de la Madunnuccia, patrona de Ajaccio, para rezar ante ella y encender una vela.
El mar de Jesús
En su discurso, el Papa, señaló que “las tierras bañadas por el mar Mediterráneo han pasado a la historia y han sido cuna de muchas civilizaciones que han alcanzado un notable desarrollo” como las culturas grecorromana y judeocristiana. “Este gran ‘lago’ en medio de tres continentes, de este mar único en el mundo que es el Mediterráneo”, destacó el pontífice ha inspirado “mitos, cuentos y leyendas”, técnicas de navegación o “vías de comunicación”. También “se originó una experiencia religiosa muy particular, vinculada al Dios de Israel, que se reveló a la humanidad e inició un incesante diálogo con su pueblo, que culminó en la singular presencia de Jesús, el Hijo de Dios”.
Tras dos mil años de fe cristiana en Europa, “la pregunta sobre Dios parece desvanecerse, encontrándonos cada vez más indiferentes respecto a su presencia y su Palabra”, apuntó Jorge Mario Bergoglio alejándose de “consideraciones precipitadas o juicios ideológicos” ya que “los creyentes se abren siempre con mayor serenidad a la posibilidad de vivir la propia fe sin imponerla, como levadura en medio de la masa del mundo y de los ambientes en los que viven”. Y, añadió, “los no creyentes o cuantos se han alejado de la práctica religiosa no son ajenos a la búsqueda de la verdad, de la justicia y de la solidaridad” interpelándose “sobre el misterio de la vida y buscando valores fundamentales para el bien común”.
Hasta el umbral de la fe
Por ello el Papa destacó “la belleza y la importancia de la piedad popular” como expresión de la encarnación “en la cultura, la historia y los lenguajes de un pueblo, y se transmite por medio de los símbolos, las costumbres, los ritos y las tradiciones de una comunidad viva”; además, “la piedad popular atrae e involucra también a personas que están en el umbral de la fe”.
La piedad popular, añadió, “revela la presencia de Dios en la carne viva de la historia, fortalece la relación con la Iglesia y a menudo se transforma en ocasión de encuentro, de intercambio cultural y de fiesta”. Sin olvidar el necesario “discernimiento teológico y pastoral” denunció que “existe el riesgo de que las manifestaciones de piedad popular se limiten a aspectos externos o folclóricos, sin llevar al encuentro con Cristo” o “que la piedad popular sea utilizada o instrumentalizada por grupos que pretenden fortalecer su propia identidad de manera polémica, alimentando particularismos, antagonismos y posturas o actitudes excluyentes” frente al verdadero espíritu cristiano.
Compromiso y testimonio
“Cuando la piedad popular logra comunicar la fe cristiana y los valores culturales de un pueblo, uniendo corazones y amalgamando una comunidad, entonces se produce un fruto importante que influye en toda la sociedad, y también en las relaciones de las instituciones civiles y políticas con la Iglesia”, subrayó; ya que “la fe no es un hecho privado, que se consuma en el santuario de la conciencia, sino que ―si pretende ser plenamente fiel a sí misma― implica un compromiso y un testimonio hacia todos, para el crecimiento humano, el progreso social y el cuidado de la creación, como signo de la caridad” como se ve en tantas obras sociales de creyentes comprometidos. “La privatización de la fe es una herejía”, añadió el Papa.
Para Francisco, “la piedad popular, las procesiones y rogativas, las actividades caritativas de las cofradías, el rezo comunitario del santo Rosario y otras formas de devoción pueden alimentar esta, me permito calificarla, como ‘ciudadanía constructiva’ de los cristianos” compartida “con las instituciones seculares, civiles y políticas, para trabajar juntos en favor de toda persona, empezando por los más desfavorecidos”. Destacó alguna vivencia particular en las confesiones en una fiesta en el norte de Argentina de quienes no entienden la piedad popular desde el individualismo.
Por ello, pidió “desarrollar un concepto de laicidad que no sea estático y rígido, sino evolutivo y dinámico, capaz de adaptarse a situaciones diversas o inesperadas, y de promover la colaboración constante entre las autoridades civiles y eclesiásticas para el bien de toda la colectividad, permaneciendo cada uno dentro de los límites de sus propias competencias y espacio”. Empleando palabras de Benedicto XVI, defendió que así “se podrán aprovechar más las energías y sinergias, sin prejuicios y sin oposiciones de principio, en un diálogo abierto, franco y fructífero”, como se ha hecho en Córcega: “sois un ejemplo virtuoso en Europa. ¡Sigan adelante!”, alentó el pontífice animando a implicarse a los jóvenes y a los políticos a quienes pidió cercanía al pueblo, como a los pastores que deben ser cercanos a la gente y a la historia que narra la piedad popular.