Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Sociedad y escuela van unidas, pero, mientras la primera avanza de manera vertiginosa, la escuela cambia lentamente, lo que produce, según Freinet, un desfase entre propuestas teóricas, prácticas educativas y auténticas necesidades. La Segunda República intentó consolidar un modelo pedagógico y político que daba respuesta a las necesidades de los años treinta del siglo XX. ¿Continúa siendo válido en el siglo XXI?
Sus pilares básicos mantienen su actualidad: escuela pública, laica, activa, democrática y solidaria, junto a un Magisterio bien formado y comprometido con la renovación escolar y social. El paso del tiempo ha incorporado nuevos temas como la multiculturalidad o las nuevas tecnologías, y ha normalizado otros como coeducación, inclusión o la introducción de las lenguas cooficiales. Analicemos dichas propuestas.
Han cuestionado la educación como derecho social, y lo han sustituido por el derecho individual, lo que conduce a su privatización
El reto de la escuela pública es prioritario. Los argumentos neoliberales y neoconservadores defienden el derecho de los padres a escoger educación de acuerdo con sus opciones morales, por lo que sostienen un sistema triple de escuelas públicas, privadas y concertadas, en detrimento de los presupuestos destinados a la pública. La crisis del estado del bienestar y los gobiernos del PP han potenciado unas políticas de libre mercado que han cuestionado la educación como derecho social, y lo han sustituido por el derecho individual, lo que conduce a su privatización. El mercado quiere rentabilidad. La evaluación del producto es importante y determinar el ranking de mejores escuelas, imprescindible. De ahí el peso dado a las macro-evaluaciones que permiten jerarquizar. El que puede elegir, paga por lo que se le presenta como más eficaz. Como consecuencia, la escuela pública se convierte en la de los pobres y marginados.
Simultáneamente, padres y madres derivan cada vez más al papel pasivo que la sociedad les otorga y no se implican en los proyectos educativos, porque la propaganda insiste en la conveniencia de dejar la educación en manos de técnicos y expertos, y fomenta el modelo de progenitor-cliente en lugar del de progenitor-responsable. De aquí la importancia de la escuela como espacio de democracia, que fomenta la participación directa al aumentar el protagonismo de alumnado y familias en la toma de decisiones, que disminuye el poder del director frente al de los colectivos (Claustro de profesorado, Consejo escolar); que sustituye la inspección controladora por la de dinamización educativa, y que potencia su función social como formadora de una ciudadanía crítica.
Es imprescindible invertir en la escuela pública y de calidad para garantizar la igualdad y el derecho social de la educación: sólo ella es capaz de luchar contra las desigualdades.
Unido al concepto de ciudadanía se encuentra el de laicismo. En una sociedad multicultural, la tolerancia y respeto a creyentes y no creyentes debe presidir las relaciones sociales y escolares. El Estado es no confesional, pero cuatro religiones pueden impartirse en las aulas, y, de manera privilegiada, la católica gracias a los sucesivos Concordados con el Vaticano. Es necesario recuperar, como afirmaba Ferry, la escuela como espacio de tolerancia, donde se imparten una moral y unos valores ciudadanos identificados con los de igualdad, libertad y solidaridad. Una educación científica, racional y cívica, que no puede quedar reducida al estudio de una materia, que se aprende practicando medidas democráticas dentro de la escuela, como exigía Dewey.
Unaescuela activa, cuyo eje es el trabajo y que compagina formación profesional con la intelectual, para romper la jerarquización entre trabajadores intelectuales y manuales; que se abre a la vida, como quería Rosa Sensat; que no obliga a practicar una única manera de enseñar. Makarenko criticaba los “pedagogos del Olimpo” que no tenían en cuenta las particularidades de cada centro. No se trata de imponer los proyectos, las situaciones de aprendizaje, a Montessori o a Decroly: cada trabajador de la enseñanza debe poder practicar la metodología más apropiada y satisfactoria para su alumnado. La multiplicidad de experiencias renovadoras es una de las riquezas de la escuela republicana, que debe continuar.
Frente a los intereses neoliberales, deben ser criterios pedagógicos los que conformen los objetivos, contenidos y valores a trabajar
Tomar esta decisión metodológica exige un conocimiento profundo de las diferentes propuestas, lo que implica una formación del Magisterio que siga un modelo global que relacione de manera estrecha la inicial, la continua y el proceso de selección para el acceso al funcionariado. Los efectos discriminatorios, fruto de los mercantilistas planes Bolonia, nos obligan a reivindicar que, en los planes de formación del magisterio, frente a los intereses neoliberales, deben ser criterios pedagógicos, los que conformen los objetivos, contenidos y valores a trabajar. Necesitamos profesionales críticos, no obsesionados por los resultados sino por disfrutar y hacer disfrutar del proceso de enseñanza-aprendizaje, auténticas luces de la república, capaces de comprometerse pedagógica y socialmente.
Una escuela solidaria, que forme personas que respeten las diferencias, pacifista y cooperativa frente a la competitividad
Otros aspectos de actualidad son la preocupación por la escuela rural, porque cuando un pueblo la pierde, se muere; por la arquitectura pensada en las necesidades y a favor de los niños; por las actividades al aire libre; y, sobre todo, una escuela solidaria, que forme personas que respeten las diferencias, pacifista y cooperativa frente a la competitividad.
Recuperar la utopía republicana, con su fe en la cultura y la educación como herramientas complementarias de la acción social, reafirmarnos en el doble compromiso de escuela y Magisterio con la renovación pedagógica y la transformación social, continuar defendiendo una sociedad en la que la igualdad, la libertad y la solidaridad sean sus principios rectores, heredar el entusiasmo de tantos hombres y mujeres que se implicaron en la construcción de un mundo más justo, pagando, muchos de ellos, un altísimo precio, es un reto para todas las personas que deseamos una escuela menos técnica y burocrática, una escuela, en definitiva, “más humana” y republicana.
(*) Universitat de València