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Sobre la situación socio-laboral en la construcción de la Catedral Nueva de Vitoria

La Catedral Nueva de Vitoria es un edificio neogótico, que comenzó su construcción en 1904, aunque no se inauguraría hasta 1969. Pues bien, hemos encontrado un análisis de la situación laboral en la construcción de la misma del año 1909, en un trabajo de J. Fernández, que se publicó en el periódico socialista catalán La Internacional en su número del 12 de marzo de ese año, y que plantea una serie de comentarios en clave sindical. En esta pieza recuperamos esta visión que nos ilustra sobre la situación laboral en aquel momento, especialmente en relación con el ataque a la sindicación, además de plantear la tradicional valoración socialista por la organización, criticando no sólo el ataque a la misma desde la patronal y la Iglesia, sino también la desidia de muchos trabajadores.

El autor del artículo explicaba que, al poco tiempo de comenzar los trabajos de labra de la Catedral en septiembre de 1908, se reorganizó la Sociedad de Canteros labrantes que llevaba un tiempo disuelta. No pasó mucho tiempo sin que los contratistas, Esteban Grau y Lorenzo Viguri, despidieran a un grupo de trabajadores, precisamente los que más se habían significado en la reorganización de la sociedad obrera. Los contratistas no querían en la obra a obreros asociados. Pero, además, también se habrían recibido órdenes superiores del Consejo administrativo de la Catedral. A los canteros que se dedicaban al trabajo de escultura y talla se les prohibió que pertenecieran a la sociedad de su oficio. En ese momento, ante la llegada del invierno y encontrándose la Sociedad sin fondos por su reciente refundación, los trabajadores no se atrevieron a responder a los patronos. Pero, al menos, el autor del artículo valoraba que algunos de los obreros que abandonaron la Sociedad, habían reingresado, por lo que el noventa por ciento de los trabajadores de la obra estaban asociados.

En cambio, no entendía la actitud de los obreros escultores y tallistas que trabajaban en la Catedral. Recordaba el esfuerzo que les había costado a estos obreros conseguir en España la jornada de ocho horas y media (ocho horas en invierno y nueve en verano), y que en Vitoria estaban contratados con esta jornada, pero, al parecer se habrían olvidado de los sacrificios, y pensaban que conquistada dicha mejora no se perdía, y, por lo tanto, no se acordaban del valor de la asociación.

Fernández criticaba duramente esta actitud en el artículo, y recordaba las declaraciones del obispo en el Heraldo Alavés, periódico donde había dicho que el quería que en la Catedral no trabajasen obreros que perteneciesen a las sociedades de resistencia porque estaban inspiradas en las ideas socialistas y su espíritu era revolucionario. Debían trabajar obreros pacíficos, obreros de los patronatos católicos porque por la educación que recibían en esos centros respetaban sus compromisos.

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