El Estado Islámico decapitó el pasado mayo a un niño de 12 años por ir a la capital a «visitar a los infieles».
El grupo terrorista presume de estas prácticas como si fuesen un triunfo y afianzan su poder en el país.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) ha impuesto en los últimos meses la ley islámica en algunas partes de las regiones norteñas malienses de Ménaka y Gao, donde ha lapidado y mutilado a civiles acusados de robo, adulterio o colaboración con el Ejército y los rebeldes tuareg.
Un responsable local de Ménaka, que pidió el anonimato por temor a represalias, explicó a EFE que el EI empezó hace cuatro meses a aplicar estas sanciones en las localidades de Andéramboukane e Infoukaretane, situadas al sur y al sureste de Ménaka.