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Las personas ateas y agnósticas son más compasivas que las creyentes

Los ateos muestran tienen mayor influencia emocional a la hora de mostrar caridad

Las personas más religiosas están menos motivadas por la compasión a la hora de ayudar a un extraño que los ateos, los agnósticos y, en general, la gente menos religiosa.  Las conclusiones a las que ha llegado este estudio, que se publicará en el número del próximo mes de junio de la revista Social Psychological and Personality Science no descartan que las personas religiosas no ayuden a los demás, sino que se mueven menos por las emociones. "Hemos descubierto que, en general, las personas menos religiosas se mueven fundamentalmente por los vínculos emocionales a la hora de decidir si ayudar a los demás o no”, explica el coautor del estudio Robb Willer, de la Universidad de California, en un comunicado. Por el contrario, "los religiosos no basan tanto su generosidad en los aspectos emocionales, sino en otros factores como la doctrina, la identidad común o la reputación".

Laura Saslow, también coautora de la investigación y estudiante postdoctoral en la Universidad de California, explica que se interesó por este objeto de estudio cuando uno de sus amigos agnósticos se decidió a donar una determinada cantidad de dinero para ayudar a la reconstrucción de Haití tras sufrir el terremoto, sólo después de ver un vídeo en el que una mujer estaba siendo rescatada de entre los escombros: una imagen que le rompió el corazón y lo llevó a ayudar. Su donación no se acompañaba de un razonamiento sobre la necesidad de su aportación, explica la investigadora. “Estaba interesada en lograr que esta experiencia –la de un ateo fuertemente influenciable por las emociones, que mostrara generosidad a los extraños–fuera reflejada en tres grandes estudios sistemáticos”, explica Saslow en el comunicado.

Una investigación con tres partes

En el primer experimento, los investigadores analizaron datos de una encuesta de 2004, realizada entre 1.300 estadounidenses adultos. Aquellos que mostraban su adhesión a afirmaciones como “cuando veo a alguien del que se están aprovechando, siento que debería protegerle” también muestran inclinaciones para mostrar generosidad en actos de bondad aleatorios, tal como explican los investigadores, como prestar sus pertenencias u ofrecer su asiento en el transporte público.

Cuando estudiaron qué nivel de compasión era necesario para que los participantes fueran más caritativos, dando dinero o comida a una persona sin hogar, los no creyentes, y aquellos con un nivel menor de religiosidad tomaron la delantera: “Estos hallazgos muestran que pese a que la compasión se asocia con la caridad tanto para las personas religiosas como las que no, la relación es más robusta en las personas no religiosas”, explican los investigadores.

En un segundo experimento, 101 adultos visualizaron dos vídeos, uno neutro y otro de fuerte carga emocional, sobre los niños que viven en la pobreza. Tras esto se les dio un billete falso de 10 dólares y se les explicó que podían dar lo que quisieran a un extraño. Aquellos participantes menos religiosos dieron más dinero al ver la proyección. “El vídeo que inducía a la compasión tuvo un gran efecto sobre su generosidad”, explicó Willer, “pero no cambió significativamente la generosidad de los participantes más religiosos”.

Finalmente, más de 200 estudiantes universitarios, participaron en una prueba. Primero informaron sobre su nivel de compasión en ese momento y después participaron en un juego en el que un extraño les daba dinero y tenían la opción de retenerlo o compartirlo. Los estudiantes menos religiosos, pero que se mostraron más compasivos en el cuestionario previo, compartieron más dinero.

La compasión y la empatía no son suficientes

Aunque se necesitan más investigaciones para entender qué factores motivan a la gente religiosa para repartir dádivas, el estudio deja claro que la empatía y la compasión no son las únicas variables en juego. “En resumen”, explica Willer, “la investigación sugiere que, aunque en EE.UU. se tiende a creer que las personas menos religiosas son menos sinceras respecto al sentimiento de compasión, podrían, de hecho, mostrarse más dispuestas a ayudar al prójimo que la gente más religiosa”.

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