“El peor enemigo de un pobre es otro pobre que se cree rico y defiende a quien los hace pobres a ambos”
(José Mujica)
“¿Y si…?” No es infrecuente utilizar este condicional que realiza el cerebro, encendiendo las alarmas, ante situaciones cuyas consecuencias y escenarios posibles se ignoran y le incapacita para tomar una decisión satisfactoria. La pregunta mantiene la mente aprisionada, con cierta indecisión preocupante; la inseguridad de la mente siempre encontrará mil justificaciones racionales para crear incertidumbre. Todo queda eclipsado hacia un temor futuro por algo que aún no ha sucedido. Es como un mecanismo automático del cuál desconocemos la ubicación del botón de apagado. Por mucho empeño que se ponga, es difícil tener la respuesta pues son muchos los factores que se escapan al control de la acción. Cuando acontece tal situación, lo mejor sería detener el momento: parar. Y es muy posible que, en esta situación de reflexión tranquila, se pueda encontrar “la buena solución”.