Negar la violencia de género o cercenar los derechos del colectivo son dos síntomas de la extrema derecha en los gobiernos. Esas políticas son las que Vox ha puesto en la diana en sus acuerdos postelectorales con el PP
“Actualmente las mujeres en Polonia tienen menos derechos que cuando entró en la UE en 2004. Es ridículo. Una situación que no debería ser aceptada”, clamaba hace unas semanas el eurodiputado socialista Robert Biedroń, presidente de la Comisión de Igualdad de la Eurocámara mientras a su lado una activista de su país relataba el doloroso caso de una mujer a la que ayudó a abortar y por el que ha sido condenada. Él fue el primer parlamentario que salió del armario y el primer alcalde homosexual de Slupsk, una ciudad de 100.000 habitantes, y ha visto cómo la deriva del Gobierno ultranacionalista de Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en inglés) ha ido machacando los derechos del colectivo LGTBI.