Las escuelas públicas de Estados Unidos están obligadas por ley a permitir las actividades de cualquier grupo religioso.
En el 2001, la Corte Suprema determinó que las escuelas públicas deben ofertar programas extraescolares de cualquier grupo religioso que las proponga, ya que de lo contrario se estaría concretando una violación a los derechos de la libre expresión. Además, las instituciones deben aprobarlas si hay alumnos que quieran apuntarse.