El primer ministro del país revierte la decisión inicial de retrasar un mes el inicio del horario de verano que había contado con la oposición de la minoría cristiana
Vivir en la misma calle, en el mismo bloque de pisos, pero a dos horas distintas, con 60 minutos de diferencia. Es la condena que arrastran los libaneses desde que se despertaran el domingo. Desde entonces algunos padres se enfrentan al dilema de llevar a sus hijos al colegio con el lapso de una hora, dependiendo de si estudian en centros públicos o instituciones privadas. “Mis empleados me preguntan a qué hora deben entrar”, reconoce a El Independiente un importante empresario beirutí.