Un sector de la población teme que el fin del los barbudos líderes religiosos pueda derivar en una dictadura militar donde la represión sea aún peor
El régimen teocrático iraní está dando alguna señal de ceder a la protesta social que estalló en el país a raíz del asesinato en septiembre pasado de una joven kurda por llevar mal colocado el hiyab, el velo islámico. En las últimas fechas, cuando se cumplen 44 años desde el derrocamiento del sha Reza Pahlevi y la llegada al poder de los líderes islámicos dirigidos por el ayatolá Jomeini, su sucesor Alí Jamenei ha decretado una amnistía y ha excarcelado a varios detenidos, entre ellos los cineastas Mohammad Rasoulof y Jafar Panahi. No parece que eso sea suficiente para calmar la ira y el hartazgo de una población, especialmente los jóvenes y en particular las mujeres, cuyo objetivo sería terminar con un régimen de ortodoxia islámica para construir una sociedad más laica y abierta. El problema es cómo y cuándo, pues no hay del todo un consenso en el método. Un sector de la población teme que el fin del los barbudos líderes religiosos pueda derivar en una dictadura militar donde la represión sea aún peor.