Irán ha redoblado su apuesta y ha aprobado un incremento masivo de fondos de defensa, tanto para los aparatos de seguridad internos como para las Fuerzas Armadas, los servicios de Inteligencia y la Guardia Revolucionaria
Este jueves se cumplen exactamente cinco meses desde el estallido de la revuelta popular en Irán por la muerte en comisaría de la joven Mahsa Amini, y desde entonces las autoridades iraníes han extraído varias lecciones. La primera, que la represión funciona: las ejecuciones ejemplarizantes y las desproporcionadas represalias contra aquellos que tratan de mantener viva la llama de la rebelión han hecho que, poco a poco, las protestas se vayan acallando. La segunda, que la estabilidad del país pende de un hilo. Y quizá lo que el régimen teocrático considera su enemigo interno se haya debilitado, pero el reciente incidente de Isfahán —atribuido a una operación israelí— demuestra que los externos siguen ahí.