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[Italia] Sexo, mafia y corrupción: las claves ocultas del ‘caso Orlandi’ que marcaron los tres últimos papados

Sexo, mafia y corrupción: las claves ocultas del ‘caso Orlandi’ que marcaron los tres últimos papados

Pietro Orlandi pasea de un lado al otro de la habitación. Su hermana Emanuela hubiera cumplido 55 años el sábado. En la familia Orlandi, pese a todo, hay quien no ha perdido la esperanza de que La chica del Vaticano –así se titula la serie documental de Netflix que está detrás de la decisión del Papa Francisco de reabrir el caso de su desaparición– siga viva. Casi 40 años después de su secuestro, los Orlandi que quedan (el padre, Ercole Orlandi, funcionario vaticano, cercano a Juan Pablo II, falleció en 2004 sin poder volver a ver a su hija) ven con “esperanza” la decisión de Bergoglio que, aseguran, podrá poner fin a décadas de preguntas sin respuesta.

¿Qué pasó con Emanuela Orlandi? En la misteriosa desaparición de la adolescente el 22 de junio de 1983 (tenía entonces 15 años) se mezclan muchas pistas falsas, teorías conspiratorias que rayan lo paranoico, vínculos con la mafia, redes de tráfico sexual e incluso la aparición de personajes como El Americano, a quien algunos identifican con el arzobispo Paul Marcinkus, todopoderoso responsable del Banco Vaticano en tiempos de Carol Wojtyla y a quien algunas pistas identifican como el ‘monseñor’ encaprichado con Emanuela.

Pero los vínculos con la economía vaticana llegan a nuestros días: y es que el ‘caso Orlandi’ ha vuelto a surgir en los interrogatorios que se llevan a cabo en el macrojuicio contra el cardenal Becciu por la compraventa del palacio de Londres, la supuesta ‘diplomacia paralela’ de la Santa Sede, y en el que ha aparecido la polémica figura de Francesca Chaouqui, la relaciones públicas condenada en 2016 por el caso ‘Vatileaks II’.

Incluso el secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, ha dedicado un capítulo de sus polémicas memorias a negar la existencia de un dossier sobre la joven, que podría haberse filtrado a través de Chaouqui y del sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda, y que una periodista italiana asegura que podría estar custodiado en una caja fuerte en la sede central del Banco Santander de Madrid. Todo muy propio de una película de misterio.

Pero, ¿qué pasó realmente? Pietro Orlandi recuerda en su conversación con elDiario.es que aquel 22 de junio se negó a acompañar a su hermana a sus clases de música en en el Instituto Tommaso Ludovico da Victoria, cerca de Piazza Navona y de la iglesia de Sant’Apollinare, escenario que algunos vincularon a su posible asesinato. La chica, cuarta de cinco hermanos, hija de María Pezzano y Ercole Orlandi, funcionario del Palacio Apostólico, desapareció sin dejar rastro.

A las nueve de la noche, al ver que no regresaba, la familia acudió a la Gendarmería, que les recomendó esperar a que pasaran 24 horas. Después se negó a activar una denuncia, aduciendo que se trataba de una ciudadana vaticana y no italiana. Días antes, la chica había contado que alguien se le había acercado en un BMW verde antiguo, ofreciéndole vender productos Avon, según relató su hermana Federica. A partir de ahí, las pistas se pierden en la bruma.

‘La chica del Vaticano’ y la sombra de Marcinkus

Sin embargo, en los últimos meses, y a raíz de la emisión del documental de Netflix, se dieron nuevas pistas. Una amiga de Emanuela aseguró que, una semana antes de que la joven desapareciera, ésta le había contado que un clérigo “de alto estatus” en el Vaticano le había hecho insinuaciones sexuales. ¿Marcinkus?

Diez días después de su desaparición, tras el rezo del Angelus, Juan Pablo II dijo que no perdía “la esperanza en el sentido de humanidad de los responsables de este caso”. “Juan Pablo II sabía que había sido secuestrada, pero no se hizo nada”, lamenta Pietro Orlandi. Dos días después de las palabras de Wojtyla, El Americano visitó a la familia y les aseguró que su hija había sido secuestrada por una organización criminal, que exigía a cambio de su liberación la del ciudadano turco Mehmet Alí Agca, condenado por el atentado, dos años antes, contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. Poco después Wojtyla visitaba a la familia, y al día siguiente el terrorista turco emitía una declaración en la que se negaba a ser intercambiado por Emanuela. Juan Pablo II volvió a visitar, esa Nochebuena, a la familia Orlandi y, según desvelan estos en el documental de Netflix, antes de irse pronunció una frase enigmática: “El de Emanuela es un caso de terrorismo internacional”.

A lo largo de los años, Agca ha desarrollado toda una suerte de teorías conspiratorias, también sobre el destino de Orlandi. Entre ellas, una que la familia sí consideró plausible: que la joven hubiera sido víctima de una red de trata de explotación sexual, en la que estarían implicados varios jerarcas vaticanos, y que podría tener vínculos con la logia masónica Propaganda Due.

Mientras tanto, El Americano siguió comunicándose con la familia, llegándoles a mostrar unos audios en los que una chica, que según él era Emanuela, gritaba mientras era torturada. Poco después, el misterioso personaje desapareció, como Orlandi, sin dejar rastro.

El jefe de la mafia y las tumbas romanas

La familia no dejó de buscar, pero durante años no hubo más pistas. Hasta 2006, cuando Sabrina Minardi puso en escena a su examante Enrico De Pedis, alias Renatino, el jefe de la Banda de la Magliana, la mafia de Roma. Minardi aseguró en un programa de televisión que De Pedis había sido el responsable del secuestro de Emanuela y que la joven estuvo retenida en su casa hasta que fue asesinada. Su cuerpo, dijo, fue sepultado en una mezcladora de cemento. La mujer añadió que El Americano no era otro que Paul Marcinkus, algo que coincidiría con un informe de los servicios secretos italianos. El testimonio de Minardi ante la justicia italiana permitió, tres años después de la desaparición, encontrar un sótano donde pudo estar secuestrada Emanuela, y también el BMW en el que supuestamente se esfumó en 1983. Sin embargo, tanto De Pedis como Marcinkus habían fallecido.

Tres años después de las declaraciones de Minardi ante la justicia italiana, el exorcista del Vaticano Gabriele Amorth afirmó que “se trató de un caso de explotación sexual con el consiguiente homicidio poco después de la desaparición y ocultamiento del cadáver”. Para sostener esa teoría, denunció que en el interior de los muros vaticanos “se organizaban fiestas en las cuales estaba involucrado como reclutador de muchachas también un gendarme de la Santa Sede. Creo que Emanuela fue víctima de esto”. Amorth también ha fallecido.

El mafioso De Pedis está enterrado en la iglesia de Sant’Apollinare, donde otra pista llevó a la familia a pensar que los restos de Emanuela no acabaron en la cementera, sino junto a su presunto asesino. La búsqueda no dio resultados, pero los Orlandi no cejaron en su búsqueda. Su abogada, Laura Sgrò, envió nuevas pruebas a la Justicia vaticana entre 2018 y 2019, desvelando la existencia de varias cartas en las que se aseguraba que el cuerpo de Orlandi estaba enterrado en el Cementerio Teutónico, junto a la estatua de un ángel. Se trataba de latumba del ángel, donde había sido enterrada la princesa alemana Sofía de Hohenlohe-Waldenburg-Bartenstein, y de la lápida del lugar donde reposaban los restos de Carlota Federica de Mecklemburgo-Schwerin.

El Vaticano autorizó que se abrieran las tumbas para comprobar si allí se encontraba el cadáver de Emanuela y la sorpresa fue doble: no solo no había vestigios de los restos de la adolescente desaparecida, sino que también faltaban los huesos de las dos princesas que supuestamente estaban enterradas en ellas. Otra pista que no llevaba a ningún lado.

¿Está Emanuela viva en Londres?

Los vínculos de la mafia y el Vaticano con la desaparición de Emanuela se sustentan, no obstante, en la aparición de varios informes, vinculados con el robo de documentación conocido como Vatileaks II. Según uno de los periodistas que destapó la trama, Emiliano Fittipaldi, Emanuela podría estar viva, y oculta con otra identidad, en Reino Unido. Así, Fittipaldi asegura haber tenido acceso a un documento de la Santa Sede en el que se revela que se pagaron 483 millones de liras para “mantener alejada de su domicilio a la ciudadana Emanuela Orlandi”, a la que habrían llevado a Londres, donde seguía residiendo.

Esta podría ser la pista definitiva que ha llevado al Papa Francisco a ordenar a su fiscal, Alessandro Diddi, a reabrir el caso esta semana, justo antes de la aparición de las memorias de Gänswein donde niega la existencia de dossier alguno. Sin embargo, han vuelto a salir a la luz algunas capturas de pantalla referidas a  conversaciones de Whatsapp entre los españoles Lucio Vallejo Balda y el cardenal Santos Abril, presentadas por la familia Orlandi para demostrar que había personas en el Vaticano con información sobre el suceso.

En dichas conversaciones se sugiere que ambos personajes no tienen nada que ver con la desaparición de Orlandi, pero sí podrían estar en posesión de documentos sobre el caso. “Hay que ir por aquí… (…) pero hay que resolverlo porque es un asunto muy serio… (…) ¿tenemos que decírselo (…) al Comandante de la Gendarmería? (…) No, no, en absoluto… ¿qué? ¿Bromeas? ¿En absoluto?”, reza uno de los textos.

Y es que Balda, detenido en 2015 por su implicación en el robo de documentos secretos vaticanos (conocido como ‘Vatileaks II’) podría estar detrás de la filtración de una carta de cinco páginasfechada en marzo de 1998, y enviada por el cardenal Antonetti, entonces jefe de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), a los cardenales Re y Tauran.

El título de la misiva es sumamente revelador: “Cuenta recapitulativa de los gastos realizados por el Estado de la Ciudad del Vaticano para las actividades relacionadas con la ciudadana Emanuela Orlandi (Roma, 14 de enero de 1998)”. En la misma se mencionaba una cantidad cercana a 483 millones en gastos, en varios recibos que nunca aparecieron.

Sin embargo, la periodista Maria Giovanna Maglie, en su libro Addio, Emanuela, sostiene que Balda conservaba una caja de seguridad, guardada en la sede del Banco Santander en Madrid, “todos los documentos robados”, incluidos los relativos a Orlandi. Incluso dichos recibos. ¿Es real dicha carta o es una pista falsa para implicar al Vaticano?

Las memorias de Gänswein y los recuerdos del investigador

Mientras, el secretario personal de Ratzinger, Georg Gänswein, afirma en su libro de memorias que no había información alguna que no se hubiera enviado a la Justicia italiana. Tal vez, precisamente, este sea el trabajo de la nueva investigación ordenada por el Papa y que podría arrojar luz, quizá definitiva, a la gran pregunta de qué pasó con Emanuela Orlandi.

Algunas de las respuestas las ofrece quien fuera fiscal adjunto de Roma en el momento de la desaparición, Giancarlo Capaldo, quien ha subrayado enLa Stampaque “todavía hay gente dentro del Vaticano que conoce la verdad, algunos directamente y otros indirectamente. Y conocer la verdad, con detalles concretos, para algunos ha sido decisivo en sus carreras”.

Capaldo afirma que se había iniciado con el Vaticano “un camino común que, desgraciadamente, tuvo un final abrupto y poco claro”. Sin embargo, lamentó, “los hechos me llevan a concluir que, a lo largo de los años, el Vaticano nunca ha cooperado realmente con la magistratura italiana en el caso Orlandi”.

“Mi mayor amargura fue la de haber llegado a un punto de inflexión y no haberlo conseguido por la intervención de fuerzas desconocidas, aunque detectables”, añadió Capaldo, quien sugiere que Emanuela “entró, con la ingenuidad de sus 15 años, en un juego que le venía demasiado grande. Creo que fue secuestrada por chantaje y entregada por De Pedis a alguien enviado por el Vaticano”.

“Me temo que la pobre Emanuela murió posteriormente”, finalizó. Su hermano Pietro se niega a conjugar los verbos en pasado, pero a veces se le escapa. Y repite que Emanuela hubiera cumplido 55 años el sábado.

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