El ministro de Asuntos Religiosos ha prohibido las tradicionales carpas al aire libre para acoger a un mayor número de fieles. La versión oficial habla de límites impuestos por la pandemia, pero muchos consideran que el Covid-19 solo es un pretexto. En realidad habría un fuerte riesgo de que se produzcan ataques. Lo que ocurrió el 7 de diciembre sería una «prueba preparatoria» en vista de las fiestas.
El gobierno indonesio “restringió” el acceso a las celebraciones de cara a la Navidad y prohibió las tradicionales carpas que normalmente se utilizan para que puedan participar más fieles en las misas cuando no hay lugar dentro de las iglesias. A diferencia de años anteriores, cuando hubo fuertes restricciones por el Covid-19, los lugares de culto podrán «llenarse al 100%» de su capacidad, afirmó el ministro de Asuntos Religiosos, Yaqut Cholil Qoumas. No obstante, añadió, “quedan terminantemente prohibidos los lugares adicionales en carpas” aunque el espacio en el interior sean insuficiente.
Navidad y Pascua son fechas sensibles para la Iglesia en Indonesia, que debe organizar misas para decenas de miles de fieles con recursos limitados en cuanto a sacerdotes y lugares de culto, y a menudo cada sacerdote debe presidir tres o cuatro celebraciones. Por su parte los fieles deben ser pacientes para conseguir un asiento o permanecer de pie durante las dos o tres horas de la celebración. Por eso se recurre a las estructuras temporales fuera de las iglesias (en la foto) que el ministro, de acuerdo con el jefe de policía y los funcionarios de seguridad, ha decidido prohibir este año.
La versión oficial señala que las restricciones estarían vinculadas a las políticas sanitarias de prevención de la pandemia en curso. En realidad la mayoría de los católicos critican la decisión del gobierno calificándolas de «infundadas», considerando que incluso China ha dejado de lado su política de covid cero con hisopados y confinamientos y ha suavizando en parte las restricciones. Además, algunos recuerdan la inmensa multitud de miles de personas que asistieron a la boda del hijo del presidente Jokowi, Kaesang Pangarep, en la que toda la familia real recorrió la ciudad y no se impusieron límites ni restricciones relacionados con la pandemia.
De cara a las fiestas navideñas y el nuevo año, con los consiguientes desplazamientos masivos, el jefe de Estado ha decidido elevar el nivel de alerta. Y probablemente el miedo a los atentados y ataques violentos sea la razón por la que las autoridades han decidido limitar las concentraciones, especialmente durante las funciones religiosas, teniendo en cuenta además los hechos ocurridos en el pasado reciente: la explosión de una bomba al costado de una carretera de Yakarta con el propósito de atacar a los fieles que se dirigían a los servicios de Nochebuena en el año 2000; la explosión de 2011 en la Iglesia Católica de Santa Ana y dos lugares de culto protestantes en Yakarta Oriental; la explosión de 2016 en Kalimantan Oriental; los ataques contra los fieles de Surabaya y Sidoarjo, en Java Oriental, en mayo de 2018; y por último el terrorista suicida que atacó en la catedral de Makassar, en marzo de 2021 durante el Domingo de Ramos, y mató a algunos fieles.
El estado de alerta se ha intensificado desde el pasado 7 de diciembre, tras el atentado de un terrorista suicida contra una comisaría de Bandung que provocó la muerte de un agente. Varios expertos y analistas creen que el atentado fue llevado a cabo por células clandestinas que realizaron «pruebas preparatorias» sobre el terreno, antes de atacar de forma «más amplia y desastrosa» con motivo de las celebraciones navideñas. Por el momento no hay alertas oficiales ni comunicados de emergencia, pero entre bambalinas la alerta es máxima por el temor a la violencia, lo que se confirma por el despliegue de las famosas unidades “Densus 88”, los cuerpos en primera línea en la lucha contra el terrorismo.