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Disidencia cubana dividida por el papel de la Iglesia ante el gobierno

La Iglesia Católica en Cuba y su líder, el cardenal Jaime Ortega, quedaron en medio de una polémica que arrecia entre los disidentes, unos críticos y otros favorables por su gestión como interlocutores ante el gobierno comunista, tras la visita del papa Benedicto XVI a la isla.

Mientras el Vaticano y el gobierno de Raúl Castro consideran positiva la visita papal, celebrada del 26 al 28 de marzo, sectores de la oposición, dentro y fuera de Cuba, lanzan barro o flores sobre Ortega y la Iglesia.

Algunos critican a los jerarcas católicos de actuar como "aliados del régimen", mientras otros valoran como "extraordinario" lo obrado por la Iglesia.

El opositor moderado Manuel Cuesta Morúa dijo que las detenciones de unos 150 disidentes para impedir protestas en la visita papal fueron una "primavera Orteguiana", por "la cabeza visible de un proceso ignominioso que ha entrado ya en la historia de la Iglesia en Cuba".

Al decir "primavera", evocaba el encarcelamiento de 75 opositores en 2003, conocido como la "primavera negra".

Una publicación anticastrista de Madrid, el Diario de Cuba, fue más lejos al describir la visita papal como una "farsa" y acusar al cardenal Ortega de supuestos actos de nepotismo y corrupción con bienes de la Iglesia.

"Benedicto XVI y la Iglesia Católica de Cuba acaban de protagonizar, como aliados del régimen de La Habana, una farsa que privó a centenares de católicos del encuentro con su líder espiritual, en tanto obligó a miles de personas, ajenas a esa fe, a participar en las celebraciones", aseguró la publicación en un editorial.

Ortega, que es arzobispo de La Habana y artífice del diálogo establecido en mayo de 2010 con el gobierno de Raúl Castro, ha soportado las críticas en silencio.

La bloguera disidente Yoani Sánchez afirmó que "cada minuto alcanzado por la jerarquía eclesial en los medios masivos y a cada palabra intercambiada en la mesa de negociación con el gobierno, le ha correspondido también su porción de pérdida y de descalabro".

"No nos engañemos, la clandestinidad de las catacumbas es más coherente con el discurso de Cristo que la cómoda cercanía al trono", agregó.

Pero el papel de la Iglesia fue defendido por el influyente empresario cubano-estadounidense Carlos Saladrigas, quien dejó décadas de anticastrismo radical y ahora aboga por lazos entre la diáspora cubana y la isla.

Saladrigas, que viajó a Cuba para la visita del Papa con cientos de peregrinos de Miami –bastión del anticastrismo–, explicó después en una conferencia organizada por la Arquidiócesis de La Habana que el trabajo de la Iglesia ha sido "extraordinario".

La Iglesia "nunca ha abandonado y nunca abandonará al pueblo cubano y eso se demuestra en su preocupación por esos procesos de cambio que no son fáciles y están fraguados de peligros y amenazas", subrayó.

"Los que dicen allá (en Miami) que la Iglesia ha abandonado al pueblo están totalmente equivocados, la Iglesia tiene un amor profundo y un amor maternal por su pueblo", señaló Saladrigas en presencia de disidentes, religiosos, académicos, peregrinos de Miami y simpatizantes del gobierno.

El empresario logró frustrar en 1998 el viaje de peregrinos de Miami a la visita del papa Juan Pablo II a la isla, que marcó el deshielo en las relaciones Iglesia-Estado.

Para Roberto Veiga y Lenier Domínguez, editores de la revista católica Espacio Laical, existen coincidencias entre la Iglesia y el gobierno en la ampliación de la libertad religiosa, la condena al embargo de Estados Unidos y la necesidad de dar solución a los problemas migratorios.

Pero prevalecen diferencias en "los derroteros inmediatos que debe seguir el país para concretar un modelo sociopolítico que garantice una más amplia participación", según destacaron en un artículo conjunto.

El académico cubano Arturo López Levy, de la Universidad de Denver (EEUU), cree que la Iglesia ha sabido ganar espacios con el diálogo, a diferencia de la oposición "radical" que usa otros métodos.

"La Iglesia recupera gradualmente espacios sociales, y luego, negocia el reconocimiento de los mismos" a diferencia de "la oposición política radical que, a través de actos dramáticos (…) reclama la aceptación de un pluralismo débilmente organizado sin convocatoria popular", escribió López Levy.

"La Iglesia quiere expandir su presencia social, desde un nacionalismo leal, en el que sus valores, intereses e ideales son reconocidos como legítimos, aun cuando son distintos de los postulados por el Partido Comunista en el gobierno", añadió.

El papa Benedicto XVI se reunió con el líder cubano Fidel Castro (i), el 28 de marzo de 2012 en La Habana (AFP/Oficina de Prensa del Vaticano, ho)

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