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Lula con sacerdotes y religiosas en São Paulo

[Brasil] Lula pide ayuda a sacerdotes y religiosas para poder hacer políticas públicas diferentes

Encuentro en São Paulo reflexiona sobre realidad brasileña y progrma de gobierno

Lo que une a los presentes en el encuentro son «los pobres, que son las principales víctimas de este sistema que queremos ver abolido»

«El gravísimo daño que se está haciendo al espíritu brasileño, un espíritu invadido por el odio, la violencia y la propia banalización de la responsabilidad social»

«Reavivar nuestra esperanza de que la democracia aún puede ser construida y que nuestro pueblo puede volver a soñar con un futuro mejor»

«Un Brasil tomado por el odio», recordando «a los sacerdotes atacados durante la misa por hablar del hambre, por hablar de la pobreza, por hablar de la democracia»

«No habrá más minería ilegal en tierras indígenas, no habrá más ocupación en tierras indígenas»

Una iniciativa de los “Padres da Caminhada”, de los Padres contra el Fascismo, sumando más de 500 sacerdotes, y un grupo de religiosas, motivó un encuentro con Luiz Inácio Lula da Silva. Considerada por Gilberto Carvalho como una iniciativa para movilizar energía positiva y espiritual en la recta final de la campaña electoral de 2022, que en la segunda vuelta enfrenta al actual presidente con el que lo fue de 2003 a 2010, el ex ministro del gobierno Lula dijo que lo que une a los presentes en el encuentro son «los pobres, que son las principales víctimas de este sistema que queremos ver abolido».

Carvalho quiso rendir homenaje al padre Zezinho, injustamente perseguido en las redes sociales en las últimas semanas, «por el único delito de ser profeta, de denunciar lo que afecta a la humanidad«. Un encuentro a favor del futuro de Brasil, donde se demostró que los convocantes creen en el proyecto del candidato Lula, un proyecto a favor de los empobrecidos, viendo su victoria del 30 de octubre como «la victoria del pueblo brasileño, de la democracia, de los pobres de este país».

Padre Dário Bossi

Defender la Amazonía y sus pueblos

Un momento para mostrar a Lula lo que esperan de él, donde el padre Darío Bossi dijo llevar «la energía del Sínodo de la Amazonía, que nos reunió con el Papa Francisco, y llamó a la Madre Amazonía una región de territorios robados«. El misionero comboniano, naturalizado brasileño, recordó el grito de las comunidades y de la naturaleza en la Amazonía, denunciando la violencia y la impunidad, todavía hoy en la Amazonía, donde en los últimos días han sido asesinados 7 líderes indígenas por defender sus territorios.

El Padre Bossi destacó la importancia de creer en la ciencia, de apoyar a los científicos, investigadores y universidades de la Amazonía, insistiendo en que «los caminos para la curación y el cuidado de la Amazonía están en nuestras manos». Destacó la enseñanza de los pueblos originarios y las comunidades tradicionales en este sentido, y las directrices necesarias para salvar la Amazonía, que definió como «un bien común y no una despensa para el extractivismo depredador». Por eso, el misionero comboniano insistió al candidato Lula en que «usted tiene la capacidad de ofrecer una política mejor para la Amazonía«, agradeciéndole que crea en los pueblos originarios.

Educación, sanidad y trabajo

En nombre de muchas mujeres, la Hna. Rosa Martins intervino enumerando una larga lista de colectivos. Denunció que «la democracia nunca ha sido algo pleno en Brasil», algo que hace que «una buena parte de la población siempre ha tenido y tiene mucha dificultad en el ejercicio de los derechos», y con ello «se siente muy alejada de la posibilidad de participar en el destino del país». La religiosa scalabriniana le mostró al presidente Lula algunos sueños: un presidente que no permita que las ideas del autoritarismo se hagan realidad; una comunicación al servicio de la paz, de la fraternidad, de la comunión, de la participación del servicio, de la sinodalidad, que no permita la mentira; un presidente que escuche los clamores, las luchas y las esperanzas de la sociedad; un país menos racista; un país que garantice el trabajo de los periodistas; el fin de los feminicidios; la acogida, la protección y la promoción de los migrantes y los refugiados; el fin de la explotación sexual y laboral de los niños. La Hna. Rosinha resumió estos sueños en tres básicos para tener un país en el que se garantice la libertad: educación, sanidad y trabajo.

Un espíritu invadido por el odio

En medio de numerosas tensiones y agresiones, donde es difícil defender la vida, el padre Márcio Fabris denunció las realidades presentes en Brasil. El teólogo moralista recordó las palabras de Mons. Orlando Brandes en la última fiesta de Aparecida, donde habló de los muchos dragones que hay que vencer, llamando a superar lo que alimenta al dragón, buscando las causas de una civilización desintegrada. El padre Fabris denunció algunos de los ataques a la vida en Brasil, entre ellos el desmantelamiento del Sistema Público de Salud, la destrucción de la ciencia, la educación y el medio ambiente.

También destacó la importancia de la espiritualidad y «el gravísimo daño que se está haciendo al espíritu brasileño, un espíritu invadido por el odio, la violencia y la propia banalización de la responsabilidad social«. Pidió a Lula que «devuelva la esperanza a nuestros jóvenes», recordando en palabras de Theodore Adorno que «dejar hablar al sufrimiento es la razón de toda verdad». Por eso llamó a Lula a escuchar el sufrimiento del pueblo brasileño y a tener una respuesta de dignidad y esperanza.

Ir. Rosinha

Dos gritos en Brasil: pobreza y hambre

Agentes pastorales insertados en las realidades más flagrantes del país que conocen de cerca el clamor y el grito de los pobres, según el padre Edegard Silva Junior. El religioso saletino dijo traer «dos gritos que vienen de todas partes de Brasil: la pobreza y el hambre«, que es real y «no son sólo números». Una pobreza que «tiene color, rostro y clase» y que forma parte del capitalismo, «que nos ha llevado a una vida más precaria», denunciando la privatización de los servicios y la vuelta del país al mapa del hambre.

Frente a esto, el misionero en Mozambique destacó la solidaridad y el compartir, llamando a enfrentar este flagelo con acciones políticas. El padre Edegard recordó las palabras del Papa Francisco: «Ninguna familia sin techo, ningún campesino sin tierra y ningún trabajador sin derechos”. A partir de ahí, pidió un nuevo pacto económico, una economía solidaria, la Economía de Francisco y Clara.

Soñar con un futuro mejor

Se entregó una carta al candidato en la que se denuncia al actual presidente y a su gobierno: «la manipulación de la población a través de las Fake News, la instrumentalización de la religión con fines electorales, los discursos de odio llenos de prejuicios y la marginación de los pobres». Ante esto, la carta insiste en que «la democracia es sinónimo de justicia social. La democracia es inclusión. La democracia es el bien común. La democracia significa igualdad de derechos. La democracia es el fin de la miseria».

La carta muestra la confianza en Lula para «reavivar nuestra esperanza de que la democracia aún puede ser construida y que nuestro pueblo puede volver a soñar con un futuro mejor«. También recuerda los problemas reales de Brasil: el aumento de la miseria y el gran desafío de superar la pobreza y el hambre; un auténtico cuidado de la vida desde su inicio hasta su fin natural y la garantía de que todas las familias brasileñas tengan la dignidad del trabajo, la vivienda, la salud y la educación; la ya mencionada defensa de la democracia y la superación de todas las formas de prejuicio; el cuidado de nuestra casa común, especialmente de la Amazonía y de nuestros pueblos indígenas y quilombolas».

El encuentro contó con la presencia de los candidatos a gobernador de São Paulo, Fernando Haddad, nieto de un emigrante que llegó a Brasil en busca de libertad religiosa, que dijo que le duele ver a un brasileño atacando a otra religión, un país donde los emigrantes encuentran paz, respeto y tolerancia, y su vicegobernadora Luzia França, que destacó la importancia de la Iglesia católica en su vida y dijo que el encuentro le llena de esperanza. Geraldo Alckmin, candidato a la vicepresidencia, destacó la importancia del encuentro, «porque está en el espíritu de la vida pública, que es el amor al prójimo«.

Lula Padres da Caminhada

Un Brasil tomado por el odio

Lula agradeció la oportunidad del encuentro, en un momento diferente de la historia de Brasil, «un Brasil tomado por el odio«, recordando «a los sacerdotes atacados durante la misa por hablar del hambre, por hablar de la pobreza, por hablar de la democracia», incluso con intentos de agresión. Repasó lo vivido durante sus mandatos como presidente, afirmando que «este país llegó a un momento de rara felicidad» y denunciando el malestar causado por el ascenso social de los pobres, un prejuicio en Brasil.

El candidato del Partido de los Trabajadores dijo que «sólo tiene sentido para mí estar en esta disputa si tenemos la obligación de que el pueblo decida las políticas que vamos a poner en práctica en este país. Si no, no cambiaremos nada». Recordó su propuesta de crear el Ministerio de Pueblos Originarios en su gobierno, «para que los indígenas tengan el derecho de organizarse y el derecho de determinar un poco las cosas que tienen que hacer», reivindicando el protagonismo indígena en Brasil.

Cuidar del Planeta y de la Amazonía

Lula pidió la ayuda de sacerdotes y religiosas para poder hacer políticas públicas diferentes, llamando a cambiar la realidad del país a partir de la organización de la sociedad, defendiendo la introducción del presupuesto participativo y denunciando la gravedad del hambre en un país que es el tercer productor de alimentos del mundo y el primero de carne. Por eso afirmó que «si vuelvo a la presidencia y esta gente vuelve a tomar café, comer y cenar, ya he cumplido la misión de mi vida».

También abordó la cuestión del clima, insistiendo en la necesidad de que el ser humano asuma la responsabilidad de cuidar el Planeta, llamando a respetar la Amazonía, a no cortar un árbol para producir, insistiendo en que «es nuestra vida la que está en juego». Junto a esto, afirmó explícitamente: «no habrá más minería ilegal en tierras indígenas, no habrá más ocupación en tierras indígenas», defendiendo también la legalización de los quilombos y la facilitación de la organización de la sociedad por parte del Estado, afirmando que las iglesias pueden suplir una deficiencia del Estado.

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