Las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico lanzan una ofensiva total mientras languidecen las operaciones proyectadas desde Occidente y crecen los rumores sobre los mercenarios rusos de Wagner
Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (JNIM), la filial de Al Qaeda en la región, ha lanzado una ofensiva total en Mali, mientras que el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS) trata de extender su área de influencia a base de sangre y fuego. En las últimas fechas han atacado posiciones estratégicas contra las tropas oficiales malienses y la población civil, revelando el polvorín soterrado en el que se sumía el país. Amenazan incluso con lanzar sus fuerzas contra la capital, Bamako, donde se ubican las estructuras del Estado bajo un fuerte blindaje militar. Todo ello coincidiendo con la retirada de las tropas occidentales sobre el terreno o la reducción casi total de su actividad -como es el caso de España-… y la irrupción de los mercenarios rusos de Wagner.
Una de las jornadas más convulsas se registró el pasado 26 de julio. Según los datos oficiales ofrecidos por las Fuerzas Armadas malienses, los miembros de JNIM perpetraron en unas pocas horas una triple ofensiva en Sévaré, Sokolo y Kalumba con un balance sangriento: por parte de la filial de Al Qaeda, fueron abatidos 48 terroristas y se destruyeron tres furgonetas tipo pick up -siempre de acuerdo a los datos oficiales-; entre las filas del ejército maliense hubo seis bajas y 25 heridos, cinco de ellos graves.
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El nombre de Sévaré es de sobra conocido por las tropas españolas. La Unión Europea estableció en esta localidad, ahora golpeada por los terroristas de JNIM, uno de los puntos de instrucción donde el Ejército de Tierra español formaba a los militares malienses en su lucha contra las inestabilidades que sacuden la región. Según fuentes del Estado Mayor de la Defensa (EMAD) consultadas por Vozpópuli, “ninguno de los militares españoles se vio involucrado en los atentados”, ya que actualmente mantienen su presencia únicamente en Koulikoro y Bamako.
Tras esta serie de ataques, el portavoz de JNIM advirtió que su objetivo final es atacar la capital, Bamako, y que el resto de agresiones se enmarca en la estrategia de debilitamiento de las estructuras de Gobierno. O lo que es lo mismo, lo vivido en Sévaré, Sokolo y Kalumba no sería más que el preludio de una ofensiva mucho mayor, siempre de acuerdo a la propaganda terrorista.
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Las Fuerzas Armadas malienses pusieron en marcha toda su maquinaria para contrarrestar el relato de los grupos terroristas. En las jornadas posteriores publicó numerosas informaciones sobre detenciones y abatimientos entre los miembros de JNIM, y de fuertes despliegues militares en las ciudades atacadas con la misión de “tranquilizar a la población” tras los últimos sucesos.
Pero la actividad terrorista no cejó en su empeño. En la competición por sumar más muertos y músculo militar en el tablero, el Estado Islámico del Gran Sáhara lanzó este domingo un ataque sobre Tessit, en la provincia de Gao. La información oficial apunta al abatimiento de cinco terroristas y tres motos destruidas, frente a los cuatro muertos que sufrieron las tropas malienses y el asesinato de dos civiles.
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El polvorín de Mali
Las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico llevan tiempo escenificando su poder en el inestable escenario de Mali, marcado por la actividad de organizaciones criminales y las disputas territoriales del norte del país. Las organizaciones terroristas tratan de sumar adeptos a sus filas, sumir la región en el caos y aprovechar el vacío de poder del gobierno militar de transición, tras numerosos golpes de Estado en la última década. Los recientes ataques ponen de manifiesto que los terroristas han redoblado su actividad para alcanzar sus objetivos.
Los acontecimientos tienen lugar en un contexto de debilitamiento de las misiones militares desplegadas por Occidente en el país. Francia ya anunció la retirada de su fuerza Barkhane, un contingente de choque directo contra los terroristas en el país, tras los últimos encontronazos registrados con el Gobierno maliense. Los roces con las autoridades locales también han llevado a la ONU a suspender su misión MINUSMA.
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Y la Unión Europea mantiene paralizada su actividad de adiestramiento de las tropas locales después de que varios países aliados firmasen una carta denunciando la irrupción de mercenarios rusos de Wagner. Según un informe de la ONU, el ejército maliense y «militares blancos» estuvieron implicados en la muerte de 33 civiles en la región de Ségou el pasado mes de marzo.
España, en consonancia con la Unión Europea, también ha reducido al mínimo su actividad sobre el terreno. Nuestro país llegó a tener cerca de 600 efectivos en Mali, pero la presencia actual ronda los 425 militares, mayoritariamente en la base de Koulikoro pero también en Bamako. España siempre ha considerado la misión en Mali de máxima prioridad, toda vez que entendía que la lucha contra las inestabilidades en la región evitaba su propagación hacia el norte, hacia posiciones próximas con nuestra frontera física.
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Pronto se cumplirá una década de la misión española en Mali, después de que el primer contingente aterrizase en febrero de 2013 en el país africano. Desde entonces han instruido a miles de soldados locales y se han enfrentado a los terroristas en varias ocasiones, destacando el atentado contra la base de Koulikoro en 2019 o la intervención del comandante Miguel Ángel Franco en un resort de Bamako, quien en bañador y chanclas puso a salvo a un grupo de civiles en pleno ataque contra las instalaciones. Un militar español, el soldado de Infantería de Marina Antonio Carrero Jiménez, ha muerto en Mali, al volcar el vehículo en el que viajaba.