Esta semana un tribunal sudanés ha condenado a una mujer de 20 años tras confesar adulterio.
Nigeria, Somalia, Indonesia, Irán y Afganistán también utilizan la lapidación.
Creíamos que la lapidación era parte del más remoto pasado; material para un chiste de los Monty Pyton en La vida de Brian. Pero no. La lapidación, la muerte a pedradas, existe todavía. Hace una semana, en Sudán, una mujer fue condenada a muerte por lapidación.
En junio, Maryam Alsyed Tiyrab, una joven sudanesa de 20 años, fue arrestada por la policía en el estado de Nilo Blanco después de, supuestamente, haber confesado un adulterio. La chica se había separado de su marido y ya no vivía con él.
En Sudán, el adulterio se considera censurable por motivos religiosos, morales y legales; pero sólo si son ellas las «culpables». Prácticamente todas las condenadas por adulterio son de mujeres. A ese sesgo, en el caso de esta joven se sumó otra ilegalidad: no tuvo derecho a un abogado.
El juicio tuvo lugar el pasado 26 de junio en el Tribunal Penal de Kosti. Cuenta The Guardian que la chica fue declarada culpable de violar las leyes de adulterio del país. Se la sentenció a muerte por lapidación. Sólo cabían otras dos posibilidades. Según la ley islámica, la adúltera debe ser castigada con la amputación de un miembro, la flagelación o, como en este caso, la muerte.
En caso de ejecutarse la sentencia, esta mujer será la primera persona condenada a muerte por lapidación en Sudán casi diez años. De momento, la joven ha recurrido la sentencia ante el Tribunal Superior.
Los jueces del alto tribunal aún no se han pronunciado, pero los precedentes son buenos: la mayoría de las sentencias de lapidación son anuladas por el Superior. En el último caso de una mujer condenada a lapidación por adulterio, en 2013, la sentencia fue anulada. En todo caso, no hablamos de que la mujer no sea ejecutada, sino de que no lo sea a pedradas.
Las reformas de Sudán, en el aire
En 2020, tras el derrocamiento de Omar al-Bashir, un gobierno de transición anunció en Sudán la reforma de algunas de sus leyes penales más duras, leyes basadas en la sharia (el cuerpo de derecho islámico). Aunque esa reforma no incluyó el fin de las lapidaciones, en agosto el país ratificó la convención de la ONU contra la tortura.
Por eso el Centro Africano de Estudios de Justicia y Paz (ACJPS), lleva desde entonces recordando que la lapidación es una forma de tortura sancionada por el estado y que viola las obligaciones de derechos humanos del país.
Según Jehanne Henry, abogada de derechos humanos, «la muerte por lapidación es un recordatorio de que las reformas del derecho penal no estaban completas, y que castigos tan duros y arcaicos todavía están oficialmente en los libros», explica a The Guardian.
Precisamente, a las activistas les preocupa que la sentencia en el caso de Maryam Alsyed Tiyrab sea una señal de que el golpe militar de octubre ha envalentonado a los legisladores. Así, éstos estarían dispuestos a revertir algunas de las mejoras logradas en favor de los derechos de las mujeres bajo el gobierno de transición de Sudán. Para el ACJPS, la sentencia viola el derecho nacional e internacional y por eso pide la liberación inmediata e incondicional de la joven.
Otros cinco países practican lapidaciones
Método cruel y antiguo, la lapidación es lo que parece: a la condenada se le lanzan piedras hasta matarla. Y es cruel porque se trata de una muerte muy lenta, ya que lo normal es que la persona pueda soportar golpes fuertes sin llegar a perder el conocimiento.
El sufrimiento del reo es enorme. Por eso es una forma de ejecución que ha ido abandonando progresivamente a medida que se iban reconociendo los derechos humanos. Sin embargo, sigue practicándose en unos pocos países.
Según Amnistía Internacional, al menos cinco de los 58 países que mantienen la pena de muerte han practicado en los últimos años esta modalidad de ejecución. Son Nigeria, Somalia, Indonesia, Irán y Afganistán (los talibán la han recuperado tras la retirada de las tropas de EE UU en 2021). Serían seis si incluimos a Sudán (cosa que depende ahora de la decisión de su Tribunal Supremo).
Pero más allá, hay países que aunque no practican (últimamente) la lapidación, en realidad no la han eliminado de sus códigos penales. Es decir, en teoría pueden tener lugar. Según resume el Daily Mail esas naciones son Emiratos Árabes Unidos, Irak, Malasia, Mauritania, Pakistán, Qatar, Arabia Saudita y Yemen.