Las figuras “recuerdan a la propaganda de Goebbels”, asegura la embajada israelí sobre la obra expuesta en la gran exposición de arte contemporáneo en Kassel
La exposición de arte contemporáneo Documenta se ha visto envuelta en una enorme polémica que vuelve a cuestionar dónde está el límite entre la libertad artística y la protesta política. Sus organizadores han decidido tapar una obra de un grupo de artistas indonesios que ha provocado críticas por contener imágenes antisemitas. El trabajo, un mural de 9 por 12 metros del colectivo Taring Padi, se había instalado en una plaza de Kassel (Alemania), en uno de los lugares más visibles de esta exposición que se celebra cada cinco años y que reparte las obras por toda la ciudad. Desde el lunes por la mañana permanece cubierto por tres grandes lonas negras.
La obra muestra una escena apocalíptica de guerra civil con manifestantes, demonios, ángeles y policías bajo un encabezado en el que se lee “La justicia del pueblo”. Entre la masa de personajes llaman la atención dos figuras. Una es un policía con cabeza de cerdo que luce una estrella de David y que lleva escrito Mossad ―el nombre del servicio de inteligencia israelí― en el casco. La otra muestra a un hombre con colmillos de vampiro, rizos a ambos lados de la cabeza, ojos inyectados en sangre y una kipá, que claramente caricaturiza a un judío ortodoxo. Lleva una gorra en la que se lee SS, el cuerpo de élite de la Alemania nazi.
Aunque el debate sobre el antisemitismo había empezado hace semanas con acusaciones a los comisarios, el colectivo indonesio Ruangrupa, de invitar a organizaciones que apoyan el boicot cultural a Israel, la polémica estalló durante el fin de semana al verse por primera vez el mural. Las fotos de las figuras antisemitas empezaron a inundar las redes sociales entre comentarios de sorpresa e indignación. La mayoría de los críticos y visitantes profesionales no llegaron a ver la obra, que se instaló tres días después de la preapertura que organizó para ellos Documenta, el viernes por la tarde. La organización ha explicado que la tela estaba desgarrada y hubo que restaurarla, lo que retrasó su instalación.
La relativización del Holocausto y las actitudes antisemitas en general están muy vigiladas en Alemania, donde está es una cuestión con especiales connotaciones por su historia del siglo XX. Josef Schuster, presidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, llevaba meses alertando de que Documenta podría incluir obras antisemitas, pero se le contestó con críticas e incluso con acusaciones de racismo. “La procedencia de los artistas que difunden el antisemitismo no tiene ninguna relevancia. La libertad artística termina donde empieza la discriminación”, aseguró en un comunicado una vez se desveló la obra.
Ya desde la inauguración había polémica por la presencia del colectivo palestino The Question of Funding, acusado de estar vinculado al movimiento BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones), que aboga por el boicot a Israel por la ocupación de territorio palestino. El Parlamento alemán calificó al BDS de antisemita en 2019, por lo que no puede recibir dinero público. La mitad del presupuesto de Documenta proviene del presupuesto federal.
La obra ahora cubierta no es la única que ha provocado controversia. Documenta exhibe también una serie de cuadros titulados Guernica Gaza, en los que el pintor palestino Mohammed Al Hawajri compara el bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil española por la Legión Cóndor nazi con los ataques a Gaza del Ejército israelí. “¿Israel como la nueva Alemania nazi? Eso es antisemita, no importa qué definición de antisemitismo se emplee”, asegura el periodista cultural Tobias Rapp en Der Spiegel. Rapp asegura que se trata de obras malas, clichés, “arte propagandístico unidimensional que es tan pobre que probablemente logrará lo contrario de lo que sus creadores tenían en mente”. Y se pregunta, como los expertos del Süddeutsche Zeitung, cómo de perjudicada puede salir la Documenta de esta polémica.
Las figuras controvertidas de la obra de la Documenta “recuerdan a la propaganda de Goebbels y sus secuaces en tiempos oscuros de la historia alemana”, asegura la Embajada de Israel en Berlín, que en su cuenta de Twitter pedía su retirada el domingo: “No tienen absolutamente nada que ver con la libertad de expresión, sino con el antisemitismo de toda la vida”.
La organización ha contestado a quienes se preguntan por qué permitió que se exhibiera una obra con claros componentes antisemitas. “La gestión de Documenta no inspecciona las exhibiciones artísticas por adelantado y no debe hacerlo”, asegura su directora general, Sabine Schormann, en un comunicado hecho público el domingo por la noche. Ante la suspicacia generada por el hecho de que la crítica no viera la obra la semana pasada, Schormann afirma que se instaló “el viernes por la tarde después de que se llevaran a cabo los trabajos de restauración necesarios debido al daño del almacenamiento de la obra durante 20 años”.
El colectivo Taring Padi atribuye lo sucedido a una mala interpretación de su obra y pide perdón. La instalación, aseguran en el comunicado, “es parte de una campaña contra el militarismo y la violencia que presenciamos durante los 32 años de la dictadura militar de Suharto en Indonesia y su legado, que continúa teniendo un impacto en la actualidad”. Todas las figuras militares se refieren al contexto político de su país, y representan la Administración corrupta: “Los generales y sus soldados, simbolizados como cerdos, perros y ratas critican un sistema capitalista explotador y la violencia militar”, añaden.
El mural se exhibió por primera vez en un festival en Australia en 2002 y desde entonces ha pasado por varias exposiciones sin provocar ninguna polémica, pero es la primera vez que se expone en Alemania, y en Europa. “Somos un colectivo progresista comprometido con el apoyo y el respeto a la diversidad. Nuestras obras no contienen nada que pretenda retratar a ninguna población de manera negativa”, insisten los artistas, que, “como muestra de respeto”, han accedido a cubrir su trabajo porque “se considera ofensivo en este contexto particular en Alemania”. La obra, añaden, “se convierte ahora en un monumento al dolor por la imposibilidad de diálogo”.
En Alemania todavía está fresco el debate sobre el relieve Judensau de la iglesia de la ciudad de Wittenberg (al este del país). El Supremo rechazó hace unos días una demanda que pedía retirar esta escultura antisemita del siglo XIII que se enmarca en la tradición medieval de representar a los judíos como cerdos. Las asociaciones judías aseguran que debe dejar de exhibirse, pese a que hace años que la acompaña un cartel explicativo.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, criticó a los organizadores durante su discurso de inauguración, antes de que se conociera la obra de Taring Padi. Dijo que el trato hacia Israel era “frívolo” y los acusó de no haber supervisado adecuadamente el trabajo de los comisarios. La secretaria de Estado de Cultura, Claudia Roth, exigió más explicaciones a Documenta. “La dignidad humana, la protección contra el antisemitismo así como contra el racismo y toda forma de misantropía son los cimientos de nuestra convivencia, y es aquí donde la libertad artística encuentra sus límites”, aseguró.