Islam y libertad son dos ideas inseparables para la jurista e islamóloga Kahina Bahloul (París, 1979), primera mujer en declarase imán en Francia y fundadora de la Mezquita de Fátima, donde rezan juntos hombres y mujeres y donde enseña una fe en la que priman la universalidad y la espiritualidad ante la rigidez.
Una idea que la estudiosa de la teología islámica plasma en ‘Mi islam, mi libertad’, un libro publicado por Ediciones La Llave que profundiza sobre la corriente liberal de esta religión que profesan casi 2.000 millones de personas en todo el mundo con el objetivo de promover una nueva mirada sobre este credo.
El valor es algo que va con Bahloul, y no solo porque comparta su nombre de pila con una antigua reina bereber judía reconocida por su coraje, sino porque, tal y como ella explica a Efe, «nunca es fácil para una mujer iniciar una vía de ser pionera en algo», y menos en un mundo como el religioso.
La islamóloga, que en 2019 fundó la Mezquita de Fátima, donde hombres y mujeres pueden rezar juntos, relata que, en cierta manera, esta corriente del islam no es nueva, aunque ha sido minorizada por la instrumentalización política de la religión, que en lugar de «acompañar al ser humano en su camino espiritual» se ha convertido en una forma de control social.
Bahoul, de tradición sufí y que aboga por un islam abierto, en paz e integrador, asegura que «la renovación del pensamiento musulmán» es crucial para satisfacer a un mundo donde se ha avanzado mucho en los aspectos materiales, aunque a costa de abandonar esa necesidad tan humana como es la trascendencia.
Su visión del islam está encuadrada en la corriente «sufí», muy focalizada en la espiritualidad y la mística, de fuerte arraigo entre los pueblos bereberes del que la escritora forma parte por vía paterna -su padre es argelino- y de un respeto y convivencia con las otras religiones, que en parte le viene por su madre cristiana y su abuela judía.
Bahloul, que ha creado la asociación Parle-moi d’islam (Háblame del Islam), defiende que Europa «es un entorno propicio para la emergencia del Islam liberal», al tratarse de un continente donde mayoritariamente se respeta la libertad de conciencia y existe una clara separación entre los credos religiosos y el Estado.
La existencia de estas corrientes suponen «una bocanada de aire» para muchas personas musulmanas que, asegura Bahloul, tienen derecho a vivir «en armonía» con su entorno, aunque «por otro lado hay mucha resistencia de los fundamentalistas y del poder clerical» a abrir espacios de reflexión espirituales.
La jurista también es muy crítica con algunos postulados feministas que defienden el velo como un signo de identidad de la mujer musulmana, aunque ha matizado que es un debate complejo donde no todo es blanco o negro.
«Hay todo un movimiento feminista que es un producto del islam identitario que reivindica justamente el derecho para la mujer musulmana de llevar el velo, porque formaría parte de su identidad, pero para mi no, yo soy musulmana y no considero que el velo forme parte de mi identidad», matiza.
La escritora detalla que ella ha visto esa evolución en Argelia, país en el que se crió pese a haber nacido en Francia, puesto que la generación actual ha recuperado el velo, que se había abandonado de forma masiva durante el siglo XX.
Bahloul explica que hubo «un movimiento universal de dejar el velo» que rompió con la generación de sus abuelos, pero que «el resurgimiento del fundamentalismo y del islam político» han construido un pensamiento que acaba por decidir que había que «controlar» los cuerpos de las mujeres «velándolos».
La islamóloga señala que el velo no ha sido históricamente una prenda solo musulmana, y que se ha dado en otras religiones y culturas, como la cristiana -cuando las mujeres tenían que ir cubiertas a misa- o la obligación femenina de cubrirse la cabeza en algunas ramas del judaísmo ortodoxo.
Preguntada por si ha recibido amenazas por su condición de imán y mujer, Bahloul confiesa que mayoritariamente por las redes sociales, pese a que le quita importancia: «Yo no creo que sea muy grave, no me lo he tomado en serio pero hay gente que en las redes se divierte haciendo esto».
En cuanto al rechazo europeo al islam es, a su juicio, un triunfo del fundamentalismo, y le reprocha a Europa que no haya sabido «integrar mejor, conocer mejor, tener más matices cuando habla del Islam», sobre todo por su fuerte relación histórica con los territorios musulmanes.
«Creo que han conseguido imponer una visión, una imagen del islam, y han tenido éxito en imponer su islam, que han convertido en ‘el islam'», lamenta Bahloul sobre cómo el fundamentalismo se ha impuesto como la única imagen de la religión que se percibe socialmente.