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Arooj y Anisa, las hermanas paquistaníes asesinadas por la «vergüenza» de los hermanos ante sus nuevas parejas

Estaban casadas con dos primos que vivían en Pakistán después de un matrimonio concertado por la familia y querían divorciarse para poder estar con las parejas que tenían aquí. Esto había generado tensiones familiares y se habían distanciado, trasladándose de Terrassa a Barcelona. Viajaron a Pakistán de forma inesperada, donde varios familiares las asesinaron en un crimen machista.

Arooj y Anisa Abbas eran dos hermanas paquistaníes que llevaban unos años viviendo en Catalunya con su familia, de la que se habían distanciado en los últimos meses. Su asesinato la semana pasada mientras estaban de viaje a Pakistán, supuestamente por pedir el divorcio de sus maridos, que vivían allí, ha generado un gran interés mediático. Es un caso complejo y con poca información oficial, que se suma a las dificultades para hablar con la familia y la comunidad paquistaní, todavía «en choque» por el doble crimen.

Arooj (24 años) y Anisa (21 años) habían llegado a Terrassa (Barcelona) a través del proceso de reagrupación familiar, hace aproximadamente unos dos y seis años, respectivamente. Su padre, Ghulam Abbas, había sido el primer miembro de la familia en instalarse en Catalunya, hace más de una década, y a partir de ahí había ido trayendo a los cuatro hijos y a la mujer.El padre había llegado hacía más de una década y había ido trayendo a sus hijos y a su mujer por reagrupación familiar

Todos ellos tenían nacionalidad paquistaní y residían aquí con un permiso temporal. Hace años que Abbas trabaja en una tienda de alimentación en el barrio de Sant Pere Nord de Terrassa, aunque desde que ha sabido la noticia no está pudiendo ir. «No está bien, no habla conmigo», explica Ulfat, el encargado de la tienda, harto de atender a los periodistas que se acumulan en la acera. Tanto las dos hijas como el hijo, Shehryar, también habían trabajado un tiempo en la tienda con él.

Son días duros para la familia y también para sus allegados, golpeados por los acontecimientos. Padre e hijas hacía tiempo que se habían distanciado y las dos chicas se habían ido de casa para vivir en Barcelona. Uno de los focos de la discordia era que las jóvenes no estaban satisfechas con el matrimonio que habían contraído con dos primos que viven en Pakistán. En Catalunya hacían su vida y tenían otras parejas, y habrían pedido el divorcio para poder volver a casarse. «Los chicos [los hermanos] estaban muy molestos, no aceptaban esta relación. Había problemas», explica Farooq, que conocía de cerca a las chicas y a su padre porque es amigo de la familia de Ulfat, el encargado de la tienda.»El padre no quería saber nada de ellas porque le daba miedo que el hermano les hiciera algo»

Arooj y Anisa vivían desde hacía casi un año en Barcelona, donde trabajaban en una tienda de alimentación y habían cortado el contacto familiar. «El padre les pedía a los hijos que se olvidaran de ellas, que no hicieran nada incorrecto. Somos testigos de que les pedía que no hicieran tontería alguna», afirma Farooq. Ulfat también lo corrobora: «El padre no quería saber nada de ellas porque le daba miedo que el hermano les hiciera algo. Les dijo que no volvieran más a casa», explica.

Al haber llegado a Catalunya hacía relativamente poco y ya pasada la edad de escolarización obligatoria, las chicas no estaban integradas en la comunidad catalana y hablaban el idioma con dificultades, explica Farooq.

Boda en Pakistán

Ambas se habían casado hacía relativamente poco en Pakistán con dos primos, una práctica común en el país, donde la familia tiene un papel más central que aquí: «Toda la familia interviene en el matrimonio, donde prima el interés familiar por delante del individual», explica Ana Ballesteros, investigadora asociada del Cidob y especializada en Pakistán.Las chicas habían accedido a casarse por presión familiar y de la tradición

La hermana mayor, que llevaba menos tiempo en Catalunya, ya llegó casada, mientras que la pequeña se casó durante un viaje allí. Farooq dice que ella no quería casarse, pero que había cedido después de que su abuelo, que estaba muriéndose, se lo pidiera. «En nuestra sociedad la mayoría de los matrimonios son todavía concertados», explica Farooq, aunque lo distingue de los forzados. «Son matrimonios consentidos, aunque existe un chantaje moral por parte de la familia», apunta.

Todo indica, pues, que las chicas se habían casado por presión familiar y para seguir las costumbres, pero ahora querían iniciar una nueva vida con otras personas aquí. Esto provocó cierta rotura familiar. Ulfat apunta que sobre todo los hermanos vivían las relaciones de las chicas con otras parejas con «vergüenza». Arooj y Anisa hacía tiempo que no tenían contacto con su padre ni con sus hermanos, aunque los amigos de la familia cuentan que con su madre sí. Ella nunca había estado de acuerdo con casarlas con los dos primos que vivían en Pakistán y lo hizo notar.

En este contexto, Ulfat y Farooq no entienden por qué la semana pasada Anisa y Arooj se presentaron de imprevisto en Pakistán para reunirse con los hermanos y la madre, que llevaban tres meses allí de visita pero estaban ya a punto de volver. El padre no lo sabía. Ellas querían vivir aquí, pero el plan de la familia era que tanto las hermanas como los padres se quedaran a vivir en Pakistán y los hermanos volvieran a España para trabajar y enviarles dinero. «Y ahora [el padre] tiene dos hijas muertas y dos hijos en prisión que afrontan la pena capital. La familia está rota», lamenta Farooq. El padre ha declarado ante los Mossos, que han abierto una investigación para esclarecer si alguien residente en España participó en la planificación del crimen o del viaje de las chicas.A pesar de los problemas familiares, nadie esperaba que la tensión acabara con el asesinato de las jóvenes

Ni Ulfat ni Farooq se explican cómo, pese a los problemas familiares, se llegó a producir el asesinato. La familia habría matado a las chicas el viernes, y la policía las encontró estranguladas y, una de ellas, con heridas de bala. No se han encontrado signos de tortura, como en un principio se difundió. «Faltan esclarecer muchos puntos para saber qué es lo que realmente pasó», reconoce Farooq.

Desmienten que la familia les parara una trampa para ir hacia allí: «Pensamos que fueron voluntariamente y que la intención podía ser buena, de solucionar los problemas que había en la familia». Sin embargo, el padre alega que no sabía nada. Sólo supo que habían ido a Pakistán cuando la policía le informó de que las habían matado.

La familia es originaria de Nathia, un pueblo del distrito de Gujrat, en el Punjab, de donde provienen la mayoría de paquistaníes que viven en Catalunya. Estos días, después de que se produjera el crimen, hay una «situación muy tensa» en el municipio. Seis familiares de las chicas están detenidos y dos de ellos, el hermano y el tío por parte de madre, confesaron el crimen, según la policía local. «Confesaron que las asesinaron por «honor«, porque las jóvenes querían casarse con otras personas en España», explicó a Efe uno de los policías a cargo de la investigación, Akhtar Hussain.

Farooq explica que ante la atención policial y mediática, mucha gente se ha ido del pueblo de manera temporal. La madre, mientras tanto, estaría en contacto con la embajada española para regresar a Catalunya, aunque carecer de la nacionalidad dificulta los trámites.

El ayuntamiento de Terrassa no quiere dar información ante la sensibilidad del caso y las investigaciones abiertas, aunque han confirmado que una de las chicas estaba empadronada en la ciudad y la otra se había dado de baja del padrón en febrero. Fuentes municipales explican que están trabajando de forma conjunta, con «mucha coordinación» con las diferentes Administraciones, para poder esclarecer los hechos. El consistorio activó este martes el protocolo de luto y realizó un comunicado de condena.

El valor tradicional de la boda

La comunidad paquistaní en Catalunya está de luto. Maddiha Farooq explica por teléfono a Público que la noticia ha chocado mucho: «Hay muchos temas a trabajar en la comunidad, pero casos tan extremos como esto no son comunes», deja claro desde el principio. Miembro de la Asociación de Estudiantes Catalanes de Origen Paquistaní, comenta que la boda entre los paquistaníes a veces se ve como una forma de protección de las hijas, especialmente, como en este caso, cuando hacía poco tiempo que vivían en Catalunya. «La mayoría de las veces, las mujeres se encuentran con más barreras cuando emigran», destaca la joven. En este contexto, aunque muchas familias prioricen la educación de las hijas para abrirles puertas, «muchos padres se sienten más seguros cuando sus hijas están casadas, porque tienen un sostenimiento económico asegurado».Aunque algunas familias priorizan la educación de las hijas, otras ven en el matrimonio mayor seguridad

Es aquí donde podría enmarcarse la boda de dos chicas tan jóvenes. Si bien Farooq asegura que no es excepcional y no existe una «opinión homogénea» al respecto, sí que en su entorno cada vez se ve más lejano. La investigadora asociada del Cidob Ana Ballesteros añade que las bodas concertadas se mantienen entre la comunidad que reside en Catalunya, aunque a veces se trata de un puro «trámite».

La investigadora recuerda que la paquistaní no es una sociedad homogénea, sino que las diferencias de ideología, educación y clase son ejes que también influyen en decisiones como la de apostar por la boda o por la educación de sus hijas.

Por otra parte, casarse con familiares «es relativamente común» debido al papel central que tiene la familia en la cultura paquistaní y a buscar protección en su seno. «Las chicas no llevaban tanto tiempo aquí y entonces no sorprende que se casaran con alguien de allí», añade Farooq. A veces, esto se hace para facilitar la migración y que el cónyuge pueda venir a posteriori, aunque en este caso no está claro que fuera por ese motivo.

El hecho de que las chicas hicieran su vida aquí y tuvieran pareja «es probable que generara reprobación de los familiares», dice Farooq, pero en ningún caso se podría pensar que fuera más allá de una ruptura familiar o algún tipo de distanciamiento. «Es la primera vez que ocurre algo así» entre la comunidad que vive en Catalunya, dice. En el Estado viven unos 80.000 paquistaníes, de los cuales más de 50.000 en Catalunya y, especialmente, en Barcelona.

Matrimonio concertado vs. forzado

Otro de los temas que ha centrado el interés es si las chicas habían sufrido un matrimonio forzado. El entorno lo niega, aunque reconocen que en los matrimonios arreglados por la familia, la vía más común de casarse, hay presión familiar. Farooq remarca que un matrimonio concertado implica que la pareja se ha conocido a través de familia o amigos, pero en cualquier caso requiere el acuerdo libre entre los dos miembros: «Si alguna de las partes está obligada a aceptar, eso ya no se puede considerarse concertado sino que es un matrimonio forzado«, establece.

Mientras los concertados son comunes, los forzados no. Ballesteros matiza que los límites entre ambos pueden ser «borrosos» debido a la presión familiar para aceptar a la pareja propuesta. «Tienes el peso de la familia y la tradición a tus espaldas. No te fuerzan, pero lo haces porque el precio que debes pagar por decir que no es demasiado caro», afirma. El divorcio todavía está rodeado de cierto tabú, y aunque está permitido, las mujeres todavía tienen más dificultades para ejercerlo que los hombres.

Crímenes de honor, violencia machista de toda la vida

El concepto «crimen de honor» hace referencia a una práctica que todavía se produce en algunas regiones para proteger y restablecer el llamado «honor» familiar cuando una mujer es acusada de haberlo vulnerado, es decir, haberse desviado del comportamiento esperado. Esto puede incluir también haber sufrido una violación.Los crímenes de honor se dan también en casos de violación

El asesinato de las dos chicas se ha etiquetado bajo este concepto, pero tanto Farooq como Ballesteros señalan que se trata de un crimen machista como los que ocurren aquí: «No deja de ser un castigo a la mujer que desobedece». Según datos de la oenegé Comisión de Derechos Humanos de Pakistán recogidos por Efe, el pasado año se registraron 478 crímenes de este tipo en el país. Entre 2004 y 2018 esta cifra asciende a 17.628 casos, si bien el número real podría ser muy superior.

Mientras aquí los feminicidios son perpetrados en mayor medida por parejas o exparejas, allí hay implicación de otros miembros de la familia, como en este caso, los hermanos. Esto, lejos de cambiar la naturaleza del delito, se explica por el hecho de que las estructuras sociales son distintas y la sociedad paquistaní es menos individualista: «El concepto de honor de las mujeres recae en toda la familia», apunta Ballesteros.

La investigadora señala que este tipo de delito «es más común de lo que se cree», porque todavía es un tema que se oculta. «Hay un debate abierto a la sociedad, al igual que aquí, que todavía hay quien defiende que la violencia machista no forma parte de un patriarcado estructural». Farooq añade que cada vez se habla más de ello y se está endureciendo la legislación en el país, aunque, como en todas partes, los cambios sociales son lentos.

El Gobierno paquistaní aprobó en 2016 una ley que prohíbe el perdón de los familiares de las víctimas en este tipo de delitos, un vacío legal con el que muchos hombres quedaban libres, según informa Efe. Sin embargo, grupos de derechos humanos y activistas advierten que la ley ha tenido poco impacto a la hora de ponerle freno.

Alerta ante los discursos racistas

Denuncian un tratamiento racista y estigmatizador en los medios

La noticia ha despertado un gran interés mediático y esto ha provocado también el auge de comentarios racistas. Farooq lamenta que la noticia está promoviendo «discursos intolerantes» hacia la comunidad, especialmente en las redes, y que el tratamiento de los medios reproduce «narrativas y fórmulas concretas» que acaban generando mayor estigmatización. «No se habla de los paquistaníes salvo cuando hay cosas así», lamenta. Asimismo, niega ideas recurrentes, como las mujeres paquistaníes estén siempre en casa: «Se las infantiliza mucho».

«Este tipo de noticias nos aleja más de lo que nos acerca a la comunidad paquistaní, muy desconocida aquí aunque lleva décadas en Catalunya. Debemos reconocer que en general no nos interesamos por las comunidades migradas», critica Ballesteros.

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