Los restos de varios libros sagrados hallados en la basura congregan a una multitud enfurecida ante la base norteamericana de Bagram
Los restos de varios coranes quemados hallados en la basura de la base norteamericana de Bagram, cercana a Kabul, atizaron ayer la ira de muchos afganos que se oponen a la presencia de tropas extranjeras en su país, que dura ya 11 años.
Entre 2.000 y 3.000 personas se congregaron ante la base gritando y arrojando piedras contra sus muros exteriores. Según la agencia afgana AIP, la multitud asaltó y quemó un quiosco y también se oyeron disparos en los alrededores de la instalación militar.
El incidente ha atizado de nuevo el sentimiento antinorteamericano
Esta base de EEUU es especialmente impopular entre los afganos porque alberga la prisión de la que partieron un gran número de presos que después fueron encarcelados sin juicio ni cargos en el penal estadounidense de Guantánamo, en Cuba. Muchos de ellos denunciaron haber sufrido torturas en Bagram.
"Nosotros los afganos no queremos a estos cristianos infieles; son los enemigos de nuestra tierra, nuestro honor y nuestro Corán" , clamó Haji Shirin, uno de los manifestantes, que instó luego a "todos los musulmanes" a "sacrificarse" para expulsar de su tierra a los soldados de EEUU.
La supuesta profanación de los libros fue confirmada por Roshna Jalid, la portavoz del gobernador provincial, que aseguró que varios coranes habían sido quemados en el interior de la base: "Los campesinos de la zona suelen coger la basura de la base, que se deja en su exterior, y ayer encontraron los restos quemados", recalcó Jalid.
Las disculpas del jefe de las tropas de la OTAN no han surtido efecto
Normas rígidas
El islam establece unas normas muy rígidas sobre cómo se debe tratar en todo momento el Corán. Violar esas normas o destruir un libro sagrado de manera inapropiada es un sacrilegio que se considera muy grave. En Afganistán, este asunto es especialmente delicado, pues el año pasado una veintena de personas, entre ellas siete trabajadores de la ONU, murieron en las protestas que siguieron a la quema pública de un ejemplar en una iglesia fundamentalista estadounidense.
El general John Allen, comandante en jefe de las tropas de la OTAN en Afganistán, trató de contener la furia de los manifestantes asegurando que, si se habían quemado los coranes, no había sido "de forma intencionada".
"¡Los queremos fuera de nuestro país ya!", clama Zmari, de 30 años
"Cuando nos enteramos de que se había producido una acción de este tipo, inmediatamente intervenimos para ponerle fin. Los materiales que se han recuperado serán entregados a la preceptivas autoridades religiosas", afirmó el general en un comunicado.
Incluso el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, pidió por la tarde disculpas a los afganos por la quema de los libros en una declaración escrita en la que señala que "estas acciones no representan las opiniones de los militares de Estados Unidos".
Las disculpas de Allen y de Panetta no aplacaron la cólera de las más de 2.000 personas que expresaron su indignación en el exterior de la base, que alberga a 30.000 soldados: "¡Los queremos fuera de nuestro país ya!", zanjó Zmari, de 30 años.
La noticia de la profanación del libro sagrado llegó hasta la oficina del presidente afgano, Hamid Karzai, quien condenó el suceso e informó de que ha dado orden de que una comisión de clérigos investigue lo sucedido.