La justicia tunecina sentenció este martes a un año de cárcel y una multa de 300 euros al presidente de la asociación de defensa de los derechos LGBT «Shams», Mounir Baatour, acusado de blasfemar contra el islam en las redes sociales, lo que le forzó a pedir asilo en el extranjero a finales de 2019.
«El tribunal de primera instancia de Túnez me ha condenado a un año de prisión firme en un juicio por rebelión pero para apelar a la sentencia debo asistir en persona y no tengo confianza alguna en la justicia tunecina. Si vuelvo seré encarcelado», aseguró hoy por teléfono a Efe este abogado especializado en derecho mercantil e inmobiliario desde su exilio en Francia.
Poco después de presentarse como el primer candidato abiertamente homosexual en las últimas elecciones presidenciales del país, Baatour publicó un comentario en Facebook en el que criticó la figura del profeta Mohamed, lo que le valió la denuncia de un grupo de abogados de tendencia islamista y que provocó centenares de mensajes con amenazas de muerte.
Aunque estaba acostumbrado a esta situación por su militancia, relató, «esta fue la primera vez que la policía tomaba en serio las amenazas, mi domicilio y mi despacho fueron puestos bajo protección, y decidí marcharme».
En 2013, este activista de 51 años cumplió una pena de tres meses de cárcel por mantener relaciones homosexuales, un «delito» castigado con hasta tres años de prisión.
La asociación que preside desde 2015, «Shams» (en árabe, sol), denuncia sufrir un acoso judicial que busca su disolución por un presunto delito contra la moral religiosa. Entre sus principales demandas incluye la derogación del artículo 230 del Código Penal que permite los llamados exámenes anales para probar la homosexualidad.
Según su último informe, el año 2018 cerró con «cifras récord» de represión a la diversidad sexual: 123 arrestos, 250 agresiones, más de 500 peticiones de asilo en el extranjero y tres asesinatos homófobos.
El pasado mes de febrero, Human Rights Watch (HRW) denunció arrestos arbitrarios, agresiones físicas y amenazas de violación y muerte por parte de las fuerzas de seguridad contra activistas de este movimiento.
Tras la llamada «Revolución de Jazmín» en 2011, que terminó con dos décadas de dictadura de Zine El Abidine Ben Ali, las personas LGBT salieron de la sombra aunque su situación es todavía muy precaria ya que Túnez es uno de los 69 países que todavía castigan la homosexualidad.