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El Papa no acepta la dimisión del cardenal Marx y llama a todos los obispos a asumir la «catástrofe» de la pederastia clerical

«Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos y más aún, hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada», escribe Bergoglio enun contestación al arzobispo de Munich que utiliza como dura crítica a la política de encubrimiento de la institución.

Hace menos de una semana, el cardenal de Münich, y miembro del Consejo de Cardenales, Reinhard Marx, presentó su dimisión al frente del obispado alemán al papa Francisco por el escándalo de abusos sexuales en Alemania. A mediodía de este jueves, Bergoglio ha contestado. Y lo ha hecho con rotundidad: no acepta su renuncia. «Esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Münich. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “Apártate de mi que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “Pastorea a mis ovejas”».

El Papa comparte el diagnóstico de Marx, quien llegó a apuntar que la Iglesia alemana «está en un callejón sin salida», y que pretende seguir ocultando y encubriendo sus casos de abusos. Es más: «No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos)», escribe Bergoglio, en respuesta a lo que distintos expertos consideran una estrategia pactada entre ambos eclesiásticos para forzar a los obispos alemanes –y, por ende, del resto de Europa, también de España–, a asumir sus responsabilidad y no esconderse en subterfugios para no afrontar la cruda realidad de la pederastia en la Iglesia.

«Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual», afirma, durísimo, Francisco, que añade que «el “mea culpa” delante a tantos errores históricos del pasado lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que – en este caso – no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia».

Aceptar la realidad, el único camino

Francisco da las gracias a Marx «por tu coraje» a la hora de renunciar, y por querer «asumir las crisis, personal y comunitariamente», lo que es «el único camino». «Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo», añade Francisco. «Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis». 

Con Marx, Bergoglio coincide en que «no todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer ‘propósitos’ de cambio de vida sin ‘poner la carne sobre el asador’ no conduce a nada». Por ello, insiste, «a mi juicio, cada Obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe? «

«La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que “ideólogos de reformas” que no ponen en juego la propia carne», concluye el Papa, quien invita a «no sepultar el pasado», y reconoce que «los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de “tener esqueletos en el armario”, como reza el dicho».

Por ello, «es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado».

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