Otro oscuro episodio de secuestros a niños ha vuelto a sacudir Nigeria. El pasado viernes 333 niños de una escuela de educación secundaria fueron raptados por un grupo de hombres armados en la ciudad de Kastina, al noroeste del país.
El multitudinario secuestro sucedió durante la noche del viernes en las instalaciones de la Escuela de Ciencias del Gobierno, un centro masculino que alberga a 839 estudiantes. Al oír los gritos y disparos al aire los niños trataron de escapar, y aunque algunos consiguieron huir a un bosque cercano, más de 300 de ellos continúan hoy en paradero desconocido.
El gobernador de Katsina, Aminu Bello Masari, aseguró al medio alemán Deutsche Welle haber encontrado ya a 17 de los niños, y añadió que «la mayoría de los estudiantes están en el bosque de Zamfara y se está realizando esfuerzos para su rescate».
En un principio las autoridades atribuyeron los hechos a bandidos que suelen actuar en esa región del país. Sin embargo, el grupo yihadista Boko Haram se atribuyó el secuestro a través de un audio de su líder, Abubakar Shekau, difundido por el portal de información nigeriano HumAngle.
«Nosotros estamos detrás de lo que ocurrió en Katsina», afirmó Shekau. Este secuestro es la primera gran operación del grupo en el noroeste de Nigeria, ya que suelen centrar sus acciones en el noreste del país, lugar donde nació la organización.
Según explica a 20minutos Luca Gervasoni, profesor del Máster en Conflictología de la UOC y director de NOVAKT «la situación de violencia en el norte del país entre bandas por controlar los recursos -en un contexto de escases provocado principalmente por el cambio climático-, ha facilitado la expansión de Boko Haram”.
Hasta ahora, los actos de los yihadistas en esta zona se limitaban a emboscadas a agentes de seguridad y secuestros a menor escala, con el objetivo de pedir un rescate.
Boko Haram es una organización que fue creada en 2002 en la localidad de Maiduguri (capital del estado nororiental de Borno) por un predicador islamista llamado Mohamed Yusuf. El objetivo inicial del grupo era denunciar el abandono del norte del país por parte de las autoridades, y comenzaron efectuando ataques contra la Policía nigeriana.
Cuando 7 años después Yusuf fue abatido, el grupo comenzó un periodo de radicalización que desembocó en su adhesión al Estado Islámico en el año 2015. Desde ese momento, Boko Haram busca imponer un Estado de corte islámico en Nigeria, país con mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiano en el sur.
Según cálculos de la ONU, a lo largo de estos años la organización terrorista ha asesinado a más 27.000 civiles y ha provocado casi dos millones de desplazados.
«Lo que sucedió en Katsina se hizo para promover el islam y desalentar las prácticas no islámicas, ya que la educación occidental no es el tipo de educación permitido por Alá y su Santo Profeta«, dijo el líder de Boko Haram como justificación de los secuestros.
“Son muy conscientes de que al secuestrar niños pueden recibir una atención mundial y dar a conocer su organización y sus objetivos”, resume Gervasoni.
El gobernador de Katsina aseguró que “los secuestradores habían establecido contacto y que ya se estaba discutiendo sobre la seguridad y el regreso (de los alumnos) a sus hogares». Sin embargo, parece que el esperado regreso puede alargarse más de lo previsto.
Fuentes de Boko Haram declararon a HumAngle que ni han hecho demandas ni se han fijado condiciones para la liberación de los alumnos. «La única vez que hablamos con los padres fue para advertirles de que dijeran a los militares que desistan de intentar rescatar a los niños por la fuerza«, manifiestan desde el grupo terrorista.
“Estos secuestros lo que llevan detrás es el ataque a la educación como forma de prosperidad, igualdad y de ser libres. Saben que atacando la educación atacan a una parte de esa forma de entender la vida”, apunta a este medio David del Campo, director de cooperación internacional de Save The Children.
No. Esta es la segunda vez que Boko Haram efectúa un secuestro masivo en Nigeria. En 2014 secuestraron a más de 250 niñas de un internado de Chibok, en el noreste del país. Algunas de las que consiguieron ser liberadas han explicado que sufrieron abusos, matrimonios forzados o utilizadas como esclavas sexuales.
Casi siete años después 112 de las niñas de Chibok continúan desaparecidas, algo que genera gran inquietud por el futuro de los niños recién secuestrados. Mantener los raptos es «una amenaza que se extiende rápido», asegura del Campo, “la gente sabe que secuestran, pero si además todo el mundo sabe que hay algunas niñas que todavía no han sido liberadas, consiguen que ese miedo sigua inyectado en la población”, concluye.
Tras el suceso de 2014 comenzó una campaña internacional que pedía el regreso de las niñas con sus familias, a través del movimiento #BringBackOurGirls (traed de vuelta a nuestras chicas). En un sentido similar han empezado a aparecer mensajes en redes sociales en apoyo a los más de 300 niños secuestrados el viernes, usando la etiqueta #BringBackOurBoys y criticando la pasividad del Gobierno nigeriano.
La organización pro derechos humanos Amnistía Internacional condenó «enérgicamente el secuestro de los 333 estudiantes”. Además, denunció que «los fallos del Gobierno han dejado a las comunidades rurales a merced de hombres armados«.
En el mismo sentido, el Sindicato de Maestros de Nigeria amenazó con una huelga nacional por la falta de seguridad de sus miembros y estudiantes.
«Hay un abandono histórico del Estado con respecto al norte del país. El ejército de Nigeria ha mejorado mucho en estos últimos 7 años, pero esto no evita que estas cosas puedan seguir ocurriendo ni garantiza la liberación inmediata de los secuestrado» añaden desde Save The Children.
El secuestro de estos niños es un ejemplo más de la crítica situación de seguridad que vive el Estado africano. Según un informe de Amnistía, desde enero de 2020 al menos 1.126 personas han sido asesinadas por grupos armados, una cifra que demuestra la escalada de ataques y secuestros que sufre Nigeria.