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Francia y el islam, un debate sobre el futuro de Europa

El reciente asesinato de Samuel Paty, un profesor del área de París, ha agitado la discusión acerca del islam. Macron ha atacado con dureza el islam radical, lo que muchos musulmanes han interpretado como un ataque contra su religión

Francia ha pedido a los musulmanes que no boicoteen sus productos, pero el presidente Emmanuel Macron no está dispuesto a desdecirse de sus declaraciones dirigidas contra el islam radical que musulmanes de Francia y del resto del mundo han interpretado como un ataque contra todo el islam y su profeta.

Algunos medios árabes ven en el choque continuado de Macron con el islam intereses ajenos, como un intento de ganar votos de la extrema derecha de cara a las elecciones presidenciales que tendrán lugar dentro de 15 meses, en febrero de 2022. No sería por lo tanto un ataque ingenuo sino un ataque con el que el presidente, algunas de cuyas políticas han fracasado, espera obtener un rédito político en las urnas.

El asesinato del profesor de instituto Samuel Paty por un joven extremista musulmán ocurrido en un suburbio de París el 16 de octubre ha servido de espoleta para reabrir otra vez la disputa sobre la presencia del islam en Francia, país donde cuenta con más de seis millones de fieles, aunque en realidad se trate de un asunto que toca a toda Europa.

La cuestión central es cómo defender los valores republicanos frente a los valores religiosos que guían a los musulmanes, aunque no faltan quienes también ven en la colisión intereses más o menos inconfesables, como económicos o de venta de armas, sin que falten quienes denuncian que una suerte de hipocresía se oculta tras la defensa de los principios republicanos.

El tema no es ajeno al debate público. Uno de ellos, bastante agitado, es el que tuvo lugar el viernes en el programa Face à l’Info en el canal CNews donde el filósofo epicúreo y hedonista Michel Onfray defendió a los musulmanes frente a Éric Zemmour, un conocido periodista francés de origen argelino radicalmente antiliberal y antiinmigración, que se define como «judío bereber».

El ateo Onfray considera que el islam ofrece un sistema ajeno al materialismo dominante en Occidente y, en ese sentido «los musulmanes nos dan una lección de anti-materialismo porque es gente provista de ideales y con una idea espiritual». Los dos interlocutores coincidieron en que Francia está experimentando un «choque entre dos civilizaciones» y una «guerra civil», aunque Zemmour, que en numerosas ocasiones se ha expresado contra los musulmanes, añadió que el islam es una «fuerza política» que busca «venganza en Europa».

Onfray replicó que los «musulmanes tienen un sentido del honor«, «una característica extremadamente rara en Occidente hoy». Les atribuyó «moral y valores», resaltando que creen que «el sexo con cualquiera, cuando lo quieres y como lo quieres, no es necesariamente honorable para con las mujeres». El filósofo insistió en que ve esto como «un asunto de dignidad porque (los musulmanes todavía) tienen moral y honor», a diferencia de los occidentales.

Se da la circunstancia de que hace unos días Onfray publicó un artículo en respuesta al discurso en el que el presidente Macron denunció el «separatismo» musulmán en Francia. En el artículo dijo que «Francia no busca una política civilizada por una buena y sencilla razón: no tiene una política y desprecia su (propia) civilización» desde hace décadas.

Denunció que Francia se alinea contra el islam con Estados Unidos, una potencia que busca enemigos nuevos desde el colapso del comunismo soviético, puesto que EEUU necesita guerras para la producir y vender armas, ya que el complejo militar-industrial constituye la base de la gran potencia.

«Francia está apoyando a EEUU. ¿En qué nos beneficiamos bombardeando los pueblos de las montañas afganas y destruyendo familias y niños?», preguntó el filósofo. «Hemos de dejar que vivan en paz en los países musulmanes que no nos amenacen directamente». También criticó la invasión de países con el pretexto de defender los derechos humanos, un argumento bajo el que se oculta el neo-colonialismo y los negocios, y cuesta la vida a muchos civiles musulmanes.

Las incongruencias, continuó el filósofo, llegan al punto de que Francia decía temer a Irak y Libia aunque sus dirigentes seculares, Saddam Hussein y Muamar Gadafi, contaban con el respaldo de París. Francia apoyó el proyecto nuclear iraquí y proveyó a Saddam Hussein de cazas durante la época de Jacques Chirac, mientras que el presidente Nicolas Sarkozy recibió al coronel Gadafi «con gran fanfarria» dejándole que plantara su tienda en el corazón de París.

Onfray dijo que Francia debe acabar con la islamofobia y añadió que Macron es un seguidor de las ideas del filósofo americano Francis Fukuyama, un pensador conservador que vaticinó que con la democracia liberal llegaba el final de la historia, aunque luego se desdijo de su tesis.

Conocido por su islamofobia, Éric Zemmour escribió recientemente en Le Monde que el equilibrio mundial de poder no es económico sino demográfico, una circunstancia que se está volviendo contra los blancos. Francia ha sufrido mucho por la inmigración musulmana, dice. Problemas como el desempleo y la escasez de colegios y hospitales, se han incrementado y agravado desde las inmigraciones musulmanas del siglo XX. Los conceptos de coexistencia y tolerancia ya no son válidos puesto que los inmigrantes se adhieren a la sharia y «nos tratan como colonialistas», dice Zemmour.

Onfray coincide en cierta manera con Zemmour a la hora de afirmar que el mundo occidental está en decadencia, una cuestión sobre la que trata uno de sus libros. La crisis del coronavirus simplemente sería un estadio nuevo del «colapso de la civilización judeo-cristiana».

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