La candidata al Tribunal Supremo de EEUU promovida por los republicanos, Amy Coney Barrett, ha iniciado estes martes el primero de dos días de interrogatorios de los senadores estadounidenses, a los que les ha asegurado que sus opiniones religiosas no influirían en sus decisiones sobre el estrado.
La audiencia del Comité Judicial del Senado le brinda a Barrett la oportunidad de responder a los legisladores demócratas, que han mostrado su oposición principalmente respecto a su hipotético papel en socavar la ley de atención médica, conocida como Obamacare.
La senadora republicana Lindsey Graham, presidenta del comité, ha abierto el interrogatorio preguntándole sobre su filosofía legal conservadora conocida como originalismo, basada en que las leyes y la Constitución se interpretan en función del significado que tenían en el momento de su promulgación. «Ese significado no cambia con el tiempo y no me corresponde a mí actualizarlo o infundirle mis propias opiniones políticas», ha respondido Barrett.
Graham le ha preguntado a Barrett, una devota católica y la candidata favorita de Donald Trump y de los conservadores más religiosos, si podía dejar de lado sus creencias religiosas al tomar decisiones como justicia. «Puedo», expuso la magistrada.
Pocas opciones de Feinstein
La jueza ha explicado que considera su mentor al juez conservador Antonin Scalia, para quien se desempeñó como secretaria hace dos décadas, pero ha añadido que no gobernaría de la misma manera que él en todas las situaciones. «No seré el juez Scalia, seré la jueza Barrett. Eso es por lo que los originalistas no siempre estamos de acuerdo», ha agregado.
A Graham le seguirá la senadora Dianne Feinstein, la principal aspirante para los intereses de las filas demócratas.
Barrett fue nominada por Trump el pasado 26 de septiembre para un cargo vitalicio en el tribunal en sustitución de la difunta jueza liberal Ruth Bader Ginsburg. Barrett podría estar en el Tribunal Supremo a tiempo para el 10 de noviembre, cuando comience la causa en la que Trump y los estados liderados por los republicanos buscan invalidar la ley del cuidado de la salud a bajo precio, aprobada el 2010, el logro de política nacional más emblemático del expresidente demócrata Barack Obama que ha permitido a millones de estadounidenses dispone de cobertura médica.
Barrett criticó un fallo del Tribunal Supremo del 2012 escrito por el presidente del órgano judicial, el conservador John Roberts, que defendió la ley, conocida popularmente como Obamacare. Los republicanos tienen una mayoría de 53-47 en el Senado, lo que deja a los demócratas con poca o ninguna posibilidad de bloquear la confirmación de Barrett en el cargo.