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Universidades turcas para mujeres

Erdogan, como político conservador e islamista que es, ha abogado toda su vida por la separación de hombres y mujeres. En los mítines de su partido, como pasa en todas las mezquitas, hombres y mujeres están divididos

Era el 27 de junio del 2019 y Recep Tayyip Erdogan, contento tras asistir al G-20, paseaba por Japón de visita oficial. Allí, una universidad solo para mujeres le entregó un premio. El presidente turco quedó encantado: «Hoy –dijo en su discurso en la universidad– he tenido la oportunidad de tomar una decisión. El 10% de las universidades en Japón son para mujeres. Esto es muy pero que muy importante. Nosotros no tenemos algo así, ¿verdad? No. Japón es un gran ejemplo en este caso».

Fue un dicho y hecho: al volver a Turquía, la primera decisión que tomó Erdogan fue encargar la creación de la primera universidad solo para mujeres del país. El objetivo, dijo, era formar a más mujeres; que más puedan entrar en el mercado de trabajo. Es un problema en Turquía: solo el 28% de las mujeres turcas trabajan, por el 65% de los hombres.

En todo esto, sin embargo, hay una trampa. «Las universidades de mujeres que hay en Japón son un concepto que profundiza aún más en la desigualdad de género contra las que luchamos muchas –dijo, cuando Erdogan explicó su plan, Fatma Gül Evren, abogada–. Estas instituciones encierran a mujeres en casa. Para ellas, la mujer debe dar a luz, realizar las labores de la casa y ser sumisa. Proponer la creación de una institución así es inaceptable».

Llevar la economía familiar

Estas universidades en Japón fueron creadas en el siglo XIX, con el objetivo de enseñar a las mujeres a ser buenas madres y esposas. En las universidades normales –las de verdad– solo se aceptaban hombres.

En su currículo, las clases para mujeres se centraban, sobre todo, en la moral, la salud y en aprender a llevar la economía familiar. Ahora, evidentemente, la enseñanza es distinta. Pero este tipo de universidades pierden todo el sentido si las mujeres ya son plenamente aceptadas en todos los centros de enseñanza superior.

Erdogan, como político conservador e islamista que es, ha abogado toda su vida por la separación de hombres y mujeres. En los mítines de su partido –como pasa en todas las mezquitas del mundo– los hombres y las mujeres son dispuestos separados, no vaya a ser que alguien, con alguna tentación de más, vaya a enfadar a Dios: la segregación religiosa de toda la vida.

«Como en los regímenes comunistas»

«Las mujeres y los hombres no son iguales –dijo hace unos años el presidente turco–, y hay gente que eso no lo puede entender. Además, no pueden ser tratados igual, porque eso va en contra de la naturaleza. Nuestra religión ha definido una posición muy clara para la mujer: la maternidad. No se puede poner a las mujeres a hacer los mismos trabajos que los hombres, como en los regímenes comunistas. No se les puede dar una pala y que trabajen. Esto va en contra de su naturaleza delicada». Sus palabras, entonces, crearon un gran revuelo; pero Erdogan sigue pensando lo mismo. La semana pasada, se quejó de que las turcas cada vez se casan más tarde: «¿Cómo puede ser eso?», se preguntaba, desconcertado.

Y las palabras, de tanto sonar, acaban calando. «Cada día escuchamos al presidente y a miembros de su partido decir unas cosas que reflejan que consideran que los hombres tienen el derecho a decidir sobre las vidas de las mujeres. Qué deberíamos hacer, desde que nacemos hasta que morimos, y cuántos hijos debemos tener. Cada día, nos enfrentamos a una retórica que ataca a los derechos de la mujer. Y con eso demuestran que creen que los hombres deben decidir sobre las vidas de las mujeres», dice Gülsüm Kav, fundadora de la oenegé turca Pararemos los Asesinatos de Mujeres.

Así, en el 2019, 474 mujeres fueron asesinadas por hombres en Turquía, una cifra enorme si se compara, por ejemplo, con España: en nuestro país, en el mismo año, las asesinadas fueron 55. La cifra de turcas muertas, en los últimos años, se ha disparado. Y probablemente por este motivo, el Gobierno dejó de contarlas. Quien estudia los casos es la organización de Kav.

Creciente rechazo a la violencia sexista

Algo, sin embargo, está cambiando en Turquía. Los asesinatos de mujeres en los últimos meses han ocupado portadas en todos los medios turcos, que se han recreado más en los detalles escabrosos de las muertes que en las razones políticas detrás de ellas. Pero cada vez son más los que rechazan la violencia contra las mujeres. Y, mientras tanto, el Gobierno sigue a lo suyo: en el día contra la violencia de la mujer, la policía dispersó una manifestación de mujeres con gas pimienta. Días después, siete fueron detenidas por interpretar la famosa ‘performance’ de Las Tesis. Se podrían enfrentar a penas de hasta dos años de cárcel.

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