La Corte Suprema del país falla que una parcela donde se construyó una mezquita presuntamente sobre un templo hindú vuelva a manos de esta comunidad religiosa
El Supremo de la India emitió el pasado día 9 un veredicto histórico acerca de la propiedad de un terreno disputado por los grupos religiosos que se han enfrentado desde la creación del propio país. Los altercados entre hindúes y musulmanes por una parcela en la ciudad de Ayodhya, al norte de la India, produjeron un derramamiento de sangre hace más de dos décadas y altercados recurrentes. De esta manera, la justicia india selló uno de los litigios más importantes de su historia, en el que incluso escuchó las alegaciones de un dios.
El caso Ayodhya se cimenta sobre el lugar de culto de los dos grupos religiosos. Por un lado, la mezquita musulmana Babri, edificada en esa ciudad en el siglo XVI, fue destruida por radicales hindúes en 1992, originando una espiral de violencia que produjo más de 2.000 víctimas y otros tantos desplazados. La comunidad hindú, por su parte, creía y cree que la mezquita había sido construida sobre las ruinas de un templo dedicado a Ram, avatar del dios hindú Vishnu. Este, junto a hindúes y musulmanes, también se sentó en el banquillo.
“Representar a un Dios es un trabajo glorioso. Ser elegido entre millones de hindúes para este cometido me llena de orgullo”, explicaba antes del juicio a la BBC, Triloki Nath Pandey, abogado de una deidad reverenciada por su alto sentido de la justicia entre los devotos hindúes. Así, mientras los grupos hindúes demandantes hablaron de culto, divinidad y reencarnaciones, Pandey sostuvo durante el juicio que la parcela de tierra pertenecía a su representado simplemente porque había nacido en esa ciudad.
Durante los 40 días finales de vista, el Supremo leyó extensos informes científicos de la Sociedad India de Arqueología que demostraban que las ruinas sobre las que se edificó la mezquita “no eran islámicas”. Pero también escuchó alegaciones que describieron cómo era “manifiestamente establecido por registros públicos de irreprochable autoridad” que la parcela disputada era el lugar exacto en el que Ram había sido concebido.
Ante las evidencias, el tribunal concluyó que era “creencia hindú” que esa parcela era el lugar de nacimiento de Ram, incluso antes de la edificación de la mezquita. Por lo que falló en favor de la comunidad hindú, a la que concede la propiedad del terreno y la construcción de un templo a su dios. Mientras declara que el derribo de la mezquita fue contrario a la ley y ofrece una pieza de terreno alternativa para los musulmanes.
Así, entre fuertes medidas de seguridad, se resolvió un caso que recuerda a la película australiana The Man Who Sued God [El Hombre que demandó a Dios]. Tan necesario para amainar la continua tensión social entre la mayoría hindú y la minoría musulmana de la India como surrealista en lo legal. Donde la decisión del tribunal de la mayor democracia del mundo mencionó las creencias religiosas de los litigantes como prueba concluyente y se acabó dictando sentencia en favor de una figura que representaba un dios.