Una religiosa católica de 70 años renunció a su plaza en una residencia para ancianos luego de que se le pidiera retirar su hábito como condición de ingreso “por respeto a los otros residentes y no molestarlos” de distintos credos.
En medio de ásperos debates acerca del uso del velo islámico en Francia laica, un caso llama hoy la atención: el de una monja. Se trata de una religiosa católica de 70 años que, al llegar a la edad de su jubilación, decidió abandonar el monasterio donde vivía para volver a su región natal en la Drôme (sudeste).
La mujer pidió y obtuvo en julio una plaza en el complejo geriátrico Residencias Autonomías que pertenece a la ciudad de Vesoul. Sin embargo, la directora del Centro Comunal de Acción Social (CCAS) que gestiona la estructura le pidió que para ingresar se quitara el velo y su hábito “por respeto a los otros residentes y no molestarlos”, subrayando que el hogar acoge a personas de todas las religiones.
«En el respeto del laicismo, cualquier signo ostentoso de pertenencia a una comunidad religiosa no puede ser aceptado para garantizar la serenidad de todos. De hecho, la religión es un asunto privado y debe seguir siéndolo», escribió la CCAS a la monja.
La religiosa renunció quitarse el velo y el hábito -algo que le permite la ley canónica- y rechazó el lugar.
La parroquia finalmente le encontró un lugar para vivir en una estructura privada. Pero, según la radio France Bleu Besançon, «esta mujer que ha pasado su vida en comunidad se encuentra sola teniendo que hacer sus compras y cocinar para sí misma, sola en un apartamento».
En el boletín parroquial de noviembre, el sacerdote de Vesoul denunció esta situación. «Nos están machacando principios del laicismo que no se entienden”, sostuvo.
«¿Qué es el secularismo?» pregunta el sacerdote, «es dar a todos la posibilidad de vivir su fe sin perjudicar a nadie». «No creo que el velo de una monja pueda hacer daño», añade.
El alcalde de Vesoul, Alain Chrétien, lamentó la situación, explicando este martes que había existido “un error de apreciación” en el caso de la monja. «Ni las normas de las residencias, ni los principios de laicidad a los que estamos vinculados, impiden a esta hermana acceder a la vivienda», indicó el alcalde.
«La obligación de neutralidad» no se aplica «a los residentes que deben disfrutar de su libertad de conciencia», insistió, comprometiéndose «personalmente» a encontrarle un lugar en las Residencias Autonomías «si quiere integrarlas».