Mohamed Hisham, quien fue expulsado de un plató en Egipcio por defender sus ideas ateas en un programa de televisión, ha escapado a Alemania
«¿Cómo puedes decir eso? ¿Quién te creó?», «Creo que necesitas ayuda psiquiátrica», le espetaron en el plató antes de expulsarle
El Gobierno de Merkel no le da asilo porque considera Egipto un país «seguro» para él
Como Mohamed Hisham no cree Dios, no atribuye a un milagro que siga vivo y en libertad. Hisham, de 28 años, es uno de los pocos militantes ateos del debate público de Egipto, su país. Hace un año, el joven egipcio defendió sus ideas en un programa de televisión, despertando los ataques de sus interlocutores y su expulsión inmediata del plató. Después, llegaron las primeras amenazas. Hoy vive en Alemania, pero el Gobierno por el momento ha denegado su solicitud de asilo.
Hisham tuvo que escapar hace unos meses de su ciudad, El Cairo, donde otro conocido ateo, Shrif Gaber, «está en busca y captura por las autoridades y se espera que vaya a prisión durante una buena temporada», cuenta Hisham a eldiario.es. «Hay otros dos activistas a los que se les ha prohibido viajar fuera del país y que viven bajo el control de las autoridades de seguridad nacional. Y luego estoy yo», añade.
Hisham habla a este periódico tras haber participado en una conferencia organizada por la comunidad de ex-musulmanes en Berlín, en el barrio de Kreuzberg, no lejos de lo que aquí se conoce como «la pequeña Estambul». Él dejó de creer en Dios siendo adolescente. «Siendo adolescente empecé a estar expuesto a la filosofía occidental y a la ciencia. Aquello cambió mi vida. Eso me hizo dejar el Islam. Además, mi orientación sexual -soy gay- hacía que mi religión fuera algo doloroso», afirma Hisham.
Este chico lleva desde junio viviendo en la pequeña población alemana de Greifenstein (oeste germano). Llegó el pasado mes de mayo al aeropuerto de Fráncfort después de una larga travesía en avión. Ahora, en Alemania, lucha por ser reconocido como refugiado, aunque se ha topado con muchas más dificultades de las que esperaba en un país que, entre 2015 y 2016, acogió a alrededor de un millón y medio de demandantes de asilo.
«Para escapar de Egipto, primero viajé a Jordania, luego, a Ecuador, país al que podía ir sin necesidad de visado, para después viajar de vuelta y quedarme en Europa aprovechando una conexión», cuenta Hisham. Lo que hizo él fue aprovechar su paso por el aeropuerto internacional de Fráncfort para hacer allí mismo la solicitud de asilo.
Hisham no puede volver a Egipto porque tuvo la osadía el año pasado de ir como invitado a un plató de Alhadath Ayoum TV, una televisión de su país, para defender las ideas más básicas del ateísmo. Su intervención se convirtió en un vídeo viral planetario que trajo consigo una amplia condena social en su país contra el joven egipcio debido a sus ideas expuestas en el programa.
Su intervención en televisión pareció una encerrona. Mahmoud Ashour, un líder religioso también invitado, y Mahmoud Abd Al-Halim, el presentador del programa televisivo, arremetieron contra él después de que dijera: «Soy ateo, lo que significa que no creo en la existencia de Dios».
La Teoría del Big Bang, ni mentarla en televisión
Después de no dar crédito ante esas palabras, el líder religioso y el presentador, pasaron a la ofensiva. «¿Cómo puedes decir eso? ¿Quién te creó? ¿Quién te hizo existir como persona?», le preguntaba el presentador. Hashim trató sin éxito de razonar con aquellos dos hombres. «Hay muchas otras teorías que explican la existencia de nuestro planeta. Una teoría es que Dios nos creó, ¿vale? Pero hay otras teorías, con más pruebas, como la del Big Bang…», se esforzaba en aclarar Hisham en televisión.
Al oír Big Bang, el presentador le cortó, le dijo que hablara árabe porque estaba en Egipto, le instó a que no usara «grandes palabras sin razón» y le llamó «confundido» antes de concluir que no se podía «confiar» en él. Además, el conductor del programa pidió disculpas a la audiencia en antena. «Niegas la existencia de Dios y rechazas nuestra religión y sus principios (…) ¡Estás ofreciendo ateísmo! ¡Ofreces una herejía!», le llegó a espetar el presentador, antes de echarlo del plató. Por su parte, Ashour, el religioso, le dijo: «mira, querido Mohamed, necesitas tratamiento psiquiátrico».
Hisham sabía que ir a la televisión a hablar de ateísmo traería malas consecuencias. «Hay que hacer sacrificios. La libertad no viene sola», dice Hisham. «El sentimiento de injusticia me llevó a hacerlo. Hay muchos derechos humanos que no son respetados en Egipto. Yo vi mi presencia en ese plató como una oportunidad para denunciar todo aquello. Quería cambiar un poco las cosas. Hay que tener en cuenta que este tipo de oportunidades son muy escasas en los medios de comunicación de mi país», abunda.
Su familia, compuesta por seis convencidos creyentes, le dio la espalda tras saber de su activismo ateo a raíz de su intervención en Alhadath Ayoum TV. Otras represalias no se hicieron esperar. «Un familiar que es oficial de policía me agredió, mis familiares me encerraron, se quedaron con mi dinero y me amenazaron con ir a prisión por atentar contra la ley de blasfemia», cuenta Hisham.
En Egipto, cuyo sistema legal está basado en una mezcla de ley islámica y del código civil y penal napoleónico, hay una larga lista de condenados, incluso los hay castigados con más de un lustro de cárcel, por «blasfemar». «La gente en Egipto acaba en prisión por estas cosas», subraya Hisham. El joven ha presentado esta situación ante las autoridades responsables del asilo político en Alemania. El pasado mes de julio, la Oficina Federal para Revisión de Refugiados comunicó a Hisham que rechazaba su solicitud de asilo.
«La autoridades alemanas dicen que puedo vivir en Egipto, pero la vida que me espera en Egipto no es vida. El modo de tratar en familia casos como el mío es el siguiente: tu familia te vigila y te controlan todo el rato, quieren hacer que cambies de opinión y que vuelvas al Islam. De lo contrario, toman una decisión, y en mi caso esa decisión era acabar denunciado a la policía para montarme un proceso judicial», cuenta Hisham.
Sabe de lo que habla este joven porque, inmediatamente después de su célebre aparición televisiva, Hisham se vio forzado a decir a los suyos que volvería a ser musulmán. Tuvo que dejar las redes sociales y los contactos que había logrado forjar en la comunidad de ex-musulmanes. «Viví bajo la vigilancia de mi familia hasta que logré escapar», cuenta. «Yo he elegido vivir siendo un activista, y no vivir oprimido en Egipto. No es humano vivir oprimido», añade. Para realizar su viaje a Europa, contó con el dinero de personas de otras partes del mundo que Hisham había conocido a través de Internet.
La negativa de las autoridades alemanas a su demanda de asilo resulta incomprensible para Hisham, especialmente porque, además de ateo, es homosexual. «La homosexualidad también está reprimida en mi país», señala Hisham, quien asegura no haberse encontrado con un ambiente especialmente acogedor en la comunidad gay germana.
«Incluso en la comunidad LGBTI de Alemania he notado que no está muy receptiva. Me gustaría mucho poder estar en contacto con alguna de sus organizaciones, pero todavía no hablo alemán. Mi integración no está yendo muy bien», sostiene.
Con pocos ingresos y pagando un abogado
Pese a saberse afortunado porque ha conseguido huir de su país, Hisham no parece del todo satisfecho con el trato recibido en Alemania. «Logras escapar y luego te encuentras una situación que no es tan fácil. Integrarse es difícil. Mientras las autoridades no prestan especial atención a la situación», añade Hisham. «Hay mucha gente en los países occidentales que ayuda a personas como yo, pero desafortunadamente, las autoridades o mejor dicho, la persona que decidió sobre mi caso, no sabe de verdad el peligro que supone una situación como la mía», adhiere.
Pese a contar con escasos ingresos -escasas ayudas entregadas por parte del Estado alemán mientras se resuelve su situación legal en suelo germano- Hisham ha contratado un abogado, con el que ha recurrido la decisión de la Oficina Federal para Revisión de Refugiados. Tendrá una respuesta definitiva en «uno o dos años, porque es un proceso largo», asume el joven.
La incertidumbre no logra doblegarle y Hisham ha arrancado numerosos proyectos. «Estoy estudiando alemán. Después, seguramente, pueda encontrar un trabajo. Soy ingeniero eléctrico, o sea, que con suerte seguro que puedo encontrar un trabajo en el sector informático», asegura, sin olvidar la dimensión activista que tomó su vida tras salir en televisión. «Quiero empezar a hacer un show en Internet. Estará destinado al colectivo LGBTI en Egipto. Nadie está haciendo algo así por ellos. Allí, la gente de este colectivo tiene miedo. Yo voy a aprovechar la libertad de la que estoy disfrutando», concluye.