Una Orden del Ministerio de Defensa, de 21 de junio de 2019, regula «el homenaje a los miembros de las Fuerzas Armadas fallecidos en acto de servicio».
La Orden no recoge la tradicional interpretación de la canción cristiana «La muerte no es el final», ni el menos tradicional «toque de oración». Sin embargo, tampoco los excluye.
«La muerte no es el final» es una canción cristiana compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin Azurmendi (1936-1991). Su pasaje central fue elegido en 1981 como himno para honrar a los caídos de las Fuerzas Armadas Españolas, y se canta ante la llama eterna del Monumento a los Caídos por España.
El «toque de oración» lo dice todo con su propio título. Aquí hay información sobre su origen.
Al no decir nada la Orden ministerial acerca de la inclusión, o no, de elementos religiosos en esos actos de homenaje, a la primera de cambio vemos que se siguen incluyendo. En la reciente entrega de ‘Reales Despachos’ en Zaragoza –a cargo del Rey– se realizó el acostumbrado ‘homenaje a los caídos‘ y se volvió a interpretar, como es tradicional,’La muerte no es el final’.
No nos consta que en esta ocasión el propio Rey cantara la cristiana canción, pero en recientes ocasiones lo ha hecho. (Ver).
Nos tememos que también se mantenga el tradicional y confesional toque de oración.
En definitiva, se mantiene la tradicional violación por parte de las Fuerzas Armadas del principio de aconfesionalidad en los ‘homenajes a los caídos’. Y, como es lamentablemente conocido, esa violación no se ciñe a estos actos, pues hay que sumarle la que se produce con la tradicional participación de los Ejércitos (y Policía y Guardia Civil) en misas, procesiones, ofrendas y otros actos religiosos, con la permanencia de Vírgenes y otros entes sobrenaturales como patronos de los distintos cuerpos, etc.