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Monseñor Asenjo, que inmatriculó la Mezquita y la Giralda, dice que «la Iglesia no ha sustraído nada a nadie» con las inmatriculaciones

  • Considera que la pretensión de anular las inmatriculaciones de la Iglesia «no tiene recorrido legal»
La Catedral de Sevilla.

«Puedo asegurar que la Iglesia no ha sustraído nada a nadie, ni se ha apropiado de algo que no fuera nuestro». Así de contundente se muestra el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo en la carta pastoral en la que defiende las inmatriculaciones realizadas por la Iglesia Católica, principalmente las de la Mezquita-Catedral de Córdoba y la Catedral, la Giralda y el Patio de los Naranjos de Sevilla, ambas realizadas siendo Asenjo obispo primero de Córdoba y, más recientemente, arzobispo hispalense.

En su escrito, titulado En honor a la verdad, Asenjo repasa la historia de ambos bienes y se basa en los títulos históricos para defender la propiedad de ambos bienes.

El arzobispo sevillano muestra su «perplejidad» por la «deriva incomprensible» que ha tomado el asunto de la inmatriculación de los bienes de la Iglesia que, como recuerda, se ha realizado a partir de 1998, ya que hasta entonces estaba prohibida la primera inscripción de los templos destinados al culto católico en los Registros de la Propiedad.

Asenjo recuerda que en dos legislaturas de Gobiernos socialistas (2004-2011) permaneció vigente el régimen jurídico de las inmatriculaciones de los bienes de la Iglesia, que fue suprimido en 2015. A juicio de Asenjo, la polémica «no se funda en argumentos objetivos de carácter jurídico o histórico, sino en apriorismos y prejuicios. Estoy convencido de que la pretensión de anular las inmatriculaciones para que estos edificios señeros pasen a propiedad pública no tiene recorrido legal».

Sobre la inmatriculación de la Catedral de Sevilla, la Giralda y el Patio de los Naranjos, Asenjo indica que San Fernando, tras reconquistar la ciudad en 1248, le entregó a la Iglesia la antigua mezquita con su alminar y el Patio de los Naranjos, indisolublemente unidos. Entre los muchos documentos conservados en el archivo de la Catedral que avalan este hecho, Asenjo menciona el conocido privilegio de Alfonso X el Sabio fechado el 5 de agosto de 1252 por el que da a la Iglesia Hispalense «todas las mezquitas que son en Seuilla, quantas fueron en tiempos de moros, que las aya libres e quitas pora siempre por juro de heredat”. Se exceptúan tres “que son agora sinogas de los judíos”.

Más tarde, en 1285, el rey Sancho IV cedió al Cabildo el derecho de patronazgo real sobre las parroquias de la ciudad de Sevilla y arzobispado, salvo las excepciones de El Salvador y algunos priorazgos. «A lo largo de los siglos, la propiedad por parte del Arzobispado y su Cabildo sobre su Catedral no ha sido cuestionada por nadie, hasta el punto de que, en el decreto de desamortización de 1841, en el que se establece que ‘todas las propiedades del clero secular… son bienes nacionales’ (art. 1º), se exceptúan ‘los edificios de las Iglesias catedrales, parroquiales, anejos o ayuda de parroquia’ (art.6º)», puntualiza el arzobispo.

El Cabildo hispalense se sirvieron de la mezquita almohade para el culto cristiano hasta que decide el 8 de julio de 1401 construir un nuevo templo por el precario estado de conservación de este tras el terremoto de 1356. «

El interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba.

El interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba. / José Martínez Asencio

Con respecto a la Mezquita-Catedral de Córdoba, Asenjo argumenta, a pesar de que desde el Ayuntamiento asegura que nunca ha sido propiedad de la Iglesia, que 43 eminentes medievalistas aseveran lo contrario: » La documentación archivística de la propia Catedral, que está al alcance de los investigadores y que en estos días se ha dado a conocer, no admite lugar a dudas. El obispado de Córdoba y su cabildo tienen títulos jurídicos fehacientes para defender la propiedad de la mezquita-catedral por la Iglesia católica».

Además, Asenjo se refiere a la posesión de «títulos históricos incontestables», como la existencia en el subsuelo del templo de los restos de la basílica visigótica dedicada a San Vicente Mártir que salieron a relucir durante las excavaciones arqueológicas realizadas en los años 30 del siglo XX por el arquitecto Félix Hernández. «Sería deseable que prosiguieran las excavaciones. Se descubrirían, sin duda, la domus episcopalis, es decir la casa del obispo y de los clérigos, la escuela clerical y los servicios de caridad del obispo».

El Cabildo cordobés muestra desde 2004 una pequeña parte de este hallazgo, una habitación en la que se reservaba la eucaristía para los enfermos. «Tanto los muros, construidos en el siglo VI, como la solería de mosaico del siglo IV, están plagados de símbolos cristianos. Como curiosidad, quiero decir que en los muros se pueden contemplar ladrillos de autor, es decir firmados en uno de los lados. Junto al característico crismón cristiano se puede percibir la siguiente leyenda: ex oficina Leontii, es decir, del alfar de Leoncio», señala Asenjo. Todo este complejo fue destruido tras la invasión musulmana del año 711, aprovechándose sus materiales para construir parte de la mezquita, «cuya estructura arquitectónica básica se ha mantenido posteriormente gracias al cuidado de obispos y cabildos». Posteriormente, tras la reconquista de Córdoba por parte de San Fernando el 29 de junio de 1236, el monarca dona la mezquita a la Iglesia.

Por último, con respecto al monumento cordobés, el arzobispo asevera que las autoridades civiles, tanto nacionales, como autonómicas y municipales, han reconocido en la firma de diferentes convenios, que atesora la secretaría del Cabildo, que la diócesis y dicho Cabildo son «los legítimos titulares de la Mezquita-Catedral, propiedad indisoluble de la Iglesia de Córdoba». Como ejemplo de ello, el prelado cita la firma de un convenio para la restauración del coro y del crucero que él mismo suscribió solemnemente en la capilla de Villaviciosa de la catedral cordobesa el 12 de mayo de 2006 con la ministra de Cultura, Carmen Calvo. «En dicho convenio se reconocía que la diócesis de Córdoba y su cabildo son los titulares del edificio«.

«Podemos afirmar sin temor alguno a equivocarnos, que la Magna Hispalensis fue construida por la Iglesia, del mismo modo que es evidente que tanto ella como la singularísima mezquita-catedral cordobesa, están hoy magníficamente conservadas gracias al compromiso constante de obispos y cabildos«, sostiene el arzobispo Asenjo.

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