Entrevista a la salteña impulsora de la campaña federal por la separación Estado / Iglesia.
Mientras se trataba en el Senado la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), nacía una campaña federal para que la Iglesia Católica se separe del Estado. Si bien la demanda por un Estado laico lleva muchos años, la salteña Taty Barranco logró darle una impronta nueva: inclusiva, alegre y federal.
El 20 de junio, desde Tucumán, donde vive, creó un grupo de Facebook, que hoy tiene casi 20 mil integrantes. En ese espacio eligieron el símbolo de su lucha: un pañuelo naranja que dice “Iglesia y Estado, asuntos separados”. En el centro, aparecen, cortadas por una línea de puntos, la mitad de una iglesia y la mitad de un edificio público.
En una charla telefónica con El Tribuno, Taty Barranco contó de qué se trata la ola naranja, que promete ser tan arrolladora como la marea verde que reclamó en las calles por el aborto legal, seguro y gratuito, un derecho que el Senado negó dos semanas atrás.
¿Cómo iniciaste la campaña por la separación de la Iglesia y el Estado?
La inicié el 20 de junio, antes de las votaciones en Senadores, porque me parecía primordial que se empezara a hablar de cómo influía la Iglesia en las decisiones de los senadores y no veía que en la sociedad lo estuvieran debatiendo.
Se hablaba de todo, menos de los dogmas religiosos metidos en nuestras vidas y de cómo la Iglesia tomaba parte en las decisiones de salud pública.
¿Militabas en algún grupo?
Nunca me afilié a ninguna agrupación. Soy militante feminista de a pie de derechos humanos. Hice talleres sobre violencia de género, emancipación de la mujer y diversidad sexual pero nunca bajo una bandera política. Siempre apartidaria.
Apoyé y activé iniciativas de algunas agrupaciones que me parecían buenas pero nunca orgánicamente.
¿Y en la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito?
Milité también como ciudadana de a pie y participé en todas las actividades que hacían pero no estaba en ninguna agrupación específica. Hasta hoy sigo sin agrupación. Todavía no hay ninguna que me contenga (risas).
¿Cómo se te ocurrió?
Una noche estaba discutiendo con unos amigos y amigas sobre la legalización del aborto y salieron a la vista muchísimos prejuicios y las típicas chicanas que dicen algunas personas que son religiosas. Yo ya lo tenía planeado pero esa noche me apuré. Me parecía importante empezar al día siguiente.
¿Cómo la concretaste?
Empecé por Facebook, donde hice un grupo (Campaña Federal por la Separación Estado/Iglesia), y lo difundí por mis grupos de WhatsApp, pidiendo que ingresaran y lo compartieran. Como es un grupo transfeminista, que eso es lo importante, tuvo mucho acatamiento y empezaron a ingresar masivamente personas que no se sienten contenidas en ninguna otra agrupación.
Este grupo es diverso, más plural y federal y con estas características las personas se sienten más contenidas. Fue un espacio de debate y de consenso y eso hizo que tuviera tanta repercusión. Cuando se armó el pañuelo, recién empezamos con las otras redes sociales: Twitter, Instagram y páginas.
¿Cómo llegó la idea de hacer un pañuelo?
Lo tenía pensado antes de empezar el grupo porque soy una militante de los derechos humanos y las abuelas y madres de Plaza de Mayo son un emblema muy querido y sentido para la Argentina y para mí, en particular. El pañuelo verde surge del pañuelo blanco y la lucha feminista por la legalización del aborto viene con él. De hecho, lo tiene dibujado.
Me parecía que teníamos que tener una insignia que viniera de la mano del pañuelo blanco y del verde, que visibilizara todo lo que pasaba y todo el descontento de la sociedad ante la Iglesia. Era indispensable para mí que se viera el descontento en las calles. Si hay una insignia que dice que una está en desacuerdo y la Iglesia y la sociedad lo pueden ver, como pasó con el pañuelo verde y como pasa con el pañuelo blanco, no hace falta decir nada más.
El día del debate en el Senado por la IVE había muchos pañuelos naranjas; en Salta, también. ¿Esto te llamó la atención?
Cuando fui a Buenos Aires, no pensaba que sería tanto. Empecé a caminar por las calles y había pañuelos colgados en los balcones, en las ventanas y en las mochilas. La verdad es que me emocionó bastante porque en Tucumán había pocos y no fui a otras provincias para ver cómo venía impactando el pañuelo.
Llegar a Buenos Aires y ver que la mayoría lo usaba fue un gran impacto y una alegría enorme. Este tema no se estaría hablando si no nos hubiésemos dado cuenta de que la Iglesia es la que nos prohibió la IVE. Este, entre otros problemas que hemos tenido las mujeres a lo largo de la historia por una represión y estigmatización religiosa: la mujer débil, abnegada, que debe ser ama de casa, que debe ser madre, que no puede ser Papa ni cura.
¿Por qué eligieron el color naranja?
Hicimos una votación por logos para ver cuál era el que más repercusión tenía y se eligió el que tenemos ahora. Luego se hizo un debate de colores: el por qué, los pro y los contra. El naranja es fuego, llama, acción y sentimientos. La idea era que fuera visible. Así surgió el logo y este pañuelo. Es hermoso.
¿La votación fue en Facebook?
Sí. Cuando se viralizó que había una votación, ingresaron más personas y empezaron a votar. Como pronto vendría la votación de Senadores y queríamos que el descontento se viera en las calles, el proceso se hizo bastante rápido. Luego empezamos a activar talleristas en todo el país, que fue una manera de dar un poco de trabajo a talleristas trans o a cooperativas feministas y empezaron a replicarse a lo largo del país.
Algunas personas usan pañuelos negros para simbolizar la lucha por el Estado laico.
Cuando empecé con esto, había visto el pañuelo negro en un grupo pero no me sentía contenida en esa agrupación y no había visto pañuelos negros en las calles. Me parecía que era un color que no llamaba, muy apagado y que no se veía mucho. La verdad es que pensé que tenía que haber algo más federal y plural, que contuviera a todas y todos. Por eso se realizó una votación abierta.
Además queríamos un color más vivo porque esta lucha también es de alegría, por lo que tratamos de conquistar, y de unión, en la que todos tenemos que emanciparnos y liberarnos. Después empezaron a replicar la iniciativa otras agrupaciones y muchos usan nuestro color y nuestro lema. Eso iba a pasar porque nuestro grupo es nuevo pero la causa es antigua.
¿Sos católica o religiosa?
Yo practico el budismo, no como religión, sino como filosofía de vida. Me bautizaron, hice la comunión y la confirmación pero no me desafilié de la Iglesia. No apostaté todavía.
¿Pensás hacerlo?
Sí, cuando hagamos una apostasía federal, voy a apostatar con el grupo.
Muchas personas piensan que esta campaña va en contra de la religión. ¿Qué les dirías?
La fe y las creencias forman parte del ámbito privado de las personas. Ahí una tiene libertad de pensamiento y de acción.
Con este movimiento queremos lograr que las creencias personales no interfieran ni obstaculicen el accionar de otras personas. Se trata de que las creencias privadas queden en el ámbito privado. Que el Estado garantice que una las tenga y las practique, sin que interfieran en las políticas ni en la salud pública. No estamos en contra de la creencias, sino de que la religión intervenga en las decisiones del Estado.
La Iglesia como institución, no como religión, se ha metido en todos los ámbitos y en las aristas sociales de nuestras vidas. Por ejemplo, no nos permite que accedamos a educación sexual integral ni que tengamos salud sexual reproductiva. Así, seguimos atrasándonos.
Queremos que haya un cambio sociocultural. Que las mujeres sean libres -no es lo mismo libertad que libertinaje- y eso les va a dar libertad a los hombres. Tiene que haber igualdad de género, justicia social y la Iglesia no permite que avancemos como sociedad.
¿Qué acciones llevan adelante con la campaña?
Estamos organizados en comisiones. Tenemos comisiones legales, en las que vamos a activar un proyecto de ley que sea más inclusivo y federal que los que se presentaron hasta ahora; comisiones de género, con psicólogos y profesionales que apoyan a las personas que han sido víctimas o han tenido alguna experiencia con la institución; comisiones de audiovisuales, de arte, de militancia…
Queremos lograr, sobre todo, tener un buen proyecto que nos represente a todos y a todas y que sea federal. Vamos a seguir activando la campaña IVE para que llegue a buen puerto. Que sea ley y que tengamos una real separación de la Iglesia del Estado -y que se pueda tratar. Esto ya se instaló en la sociedad y eso está muy bien.