La celebración del Corpus Christi ha llenado durante la mañana del domingo las calles más céntricas de Daimiel de altares, alfombras y pétalos de rosa. Desde las siete de la mañana, los miembros de cofradías y hermandades se han afanado en la confección de las alfombras de serrín y sal que poblarían después el itinerario marcado para la procesión. Junto a éstas, los altares se alzaban como efímeros monumentos a lo largo del recorrido. Además, el recorrido ha estado jalonado, por primera vez, de frases evangélicas y de oraciones católicas, impresas en lonas que colgaban de algunos balcones.
Pocos minutos después de las nueve, todo aquel que lo deseara, podía comenzar la ruta con el primer altar que abría el camino por el que más tarde desfilaría la custodia, instalado en un lateral del Parterre. A este primer altar, se le irían sumando posteriormente los organizados por diferentes hermandades como la de Los Corbatos, Los Capuchinos, la hermandad de la Virgen de la Cabeza, Los Coloraos, o la Archicofradía de la Pasión, entre otros.
Hacia las once, tenía lugar en la Parroquia de Santa María la función religiosa, que servía de preludio para la procesión que partiría desde esta misma iglesia. Organizada por la sacramental del sacro lugar, ‘Los Señores 33’, se iniciaría pisando la alfombra de serrín confeccionada por éstos. A su vez, Los Esclavos 32, sacramental de la Parroquia de San Pedro, habrían elaborado también su correspondiente alfombra frente a las puertas de la iglesia donde finalizaría la procesión.
El paso de El Niños Jesús, perteneciente a la cofradía de Los Moraos, abría una comitiva en la que desfilaban varias decenas de niños y niñas de primera comunión, las banderas y estandartes de las cofradías, así como la banda municipal de música que precedía la custodia. Tras ésta, miembros de Corporación, encabezados por el alcalde, Leopoldo Sierra, cerraban el paso.