Varios terroristas suicidas han atacado tres iglesias católicas este domingo en Indonesia en la ciudad de Surabaya, localizada en la isla de Java, lo que ha dejado al menos nueve muertos y cerca de 40 heridos, según la policía local, que ha advertido que el número de víctimas podría aumentar.
«Las víctimas todavía están siendo identificadas», ha explicado Frans Barung Mangera, portavoz de la Policía en Java Oriental. Según ha añadido, las explosiones han tenido lugar en tres iglesias distintas y al menos 35 personas han sido enviadas al hospital. «Aún no podemos ir a uno de las localizaciones», ha apuntado.
De acuerdo con el medio local The Straits Times, dos personas han fallecido a raíz de la explosión de la iglesia de Santa María, localizada en el barrio de Ngagel Madya. Otras dos víctimas mortales han sido resultado del ataque contra la Iglesia Cristiana Indonesia, mientras que el último fallecido ha perdido la vida en la Iglesia Pentecostal Central de Surabaya.
Según el periódico local, los ataques fueron lanzados casi simultáneamente durante las misas matutinas del domingo en Surabaya, la segunda ciudad más grande del país.
Indonesia es el país con la mayoría musulmana más grande del mundo y en los últimos años ha sufrido un aumento de la actividad por parte de varios grupos insurgentes terroristas.
De acuerdo con la policía, los ataques han sido obra de «terroristas suicidas». Por el momento las autoridades están investigando la posibilidad de que se haya producido una cuarta explosión en otra iglesia de la zona.
Según la agencia de Inteligencia del país, se sospecha que los ataques podrían ser obra del grupo terrorista Jemá Ansharut Daulá (JAD), inspirado en el ISIS.
Wawan Purwanto, director de comunicaciones de la agencia de espionaje de Indonesia, ha declarado ante la cadena de televisión Metro TV que los ataques podrían estar relacionados con el incidente que tuvo lugar la semana pasada en una cárcel de alta seguridad localizada en las afueras de Jakarta. Milicianos islamistas prisioneros en el recinto mataron a cinco miembros de una unidad de élite antiterrorista tras más de 36 horas manteniéndoles como rehenes.