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Los legionarios del Papa

La Guardia de Honor del Cristo de la Buena Muerte de Mena provoca colas de devotos en la capilla castrense La imagen participa hoy en el vía crucis que presenciará Benedicto XVI

Hay legionarios que no creen en Dios. Pero veneran con fanatismo devoto al Cristo de la Buena Muerte. Es su protector. Su escudo ante la muerte. A él se encomiendan, y le rinden honores.

Estos días, junto a la imagen de este malagueño Cristo crucificado, una treintena de legionarios del Tercio de Ronda han llegado a Madrid para participar hoy en el vía crucis de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Benedicto XVI tendrá el privilegio de presenciar el desfile de algunos de los pasos más emblemáticos de las procesiones de Semana Santa.

De todas las imágenes, la del Cristo de Mena tiene algo especial que ha provocado que desde que desembarcó el sábado en la capilla castrense, en su primer viaje fuera de Málaga, se produzcan colas kilométricas para poder verle. Aglomeraciones en la calle Mayor para rezarle a él, y para ver en directo la emoción con la que los legionarios le rinden la Guardia de Honor.

La Guardia es una ceremonia que se repite cada diez minutos a golpe de corneta. Cinco legionarios gastadores se turnan para custodiar la imagen reclinada del Cristo. Los gestos son milimétricos. Una precisa coreografía durante la que el ruido seco de las botas golpeando planas contra el mármol de la capilla rompe el silencio de los devotos. Un puñetazo con el puño cerrado en el pecho, en el lado contrario al corazón, sacude el estómago de los visitantes. La banda sonora prosigue. Los legionarios golpean el fusil cetme contra el suelo. Los hermanos de la cofradía de Mena se emocionan.

Ningún gesto es al azar. Los legionarios, con barbilla alta. Los devotos, con la cámara en igual posición. La actitud de los cinco gastadores es altiva. Mantienen la mirada perdida, pero con los ojos bien abiertos. Permanecen inmóviles durante todo su turno. Muchos lucen los brazos tatuados. Algunos el cuello. Uno lleva una insignia legionaria en un pómulo. Todo forma parte de la liturgia del legionario. Esas particularidades que los hacen diferentes. Lo saben y presumen de ello. Pocos uniformes definen con tanto detalle la anatomía de un militar.

Con la estampa a la guerra

A sus 32 años, Jorge lleva 13 años en la Legión. Es la segunda vez que custodia al Cristo. Le cuesta encontrar las palabras para que la gente entienda la devoción que siente el legionario por su protector. En su chapiri -el característico gorro legionario- de diario, lleva una imagen del Cristo de Mena. Y esta le ha acompañado en las misiones de Kosovo, Líbano, Irak y la más reciente, Afganistán. ¿Se encomendó a su Cristo en los momentos más difíciles? «No. Hemos vivido episodios de fuego y no estás para rezar. Es después, cuando ha terminado todo, respiras y piensas: 'Otra vez ha estado conmigo'. Agarro la estampa, le sonrío y la beso».

La relación de la Legión con el Cristo de Mena se remonta a los años 20. Los legionarios heridos en combate en África eran trasladados a los hospitales de Málaga, donde daban gracias al Cristo por su protección. Así se fraguó un indestructible lazo de devoción que hoy presenciará el mismísimo Papa.

Un legionario custodia al Cristo de Mena, ayer en Madrid. JOSÉ LUIS ROCA

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