La falta de voluntad política y de asignación de recursos ha dejado esta ley, considerada ‘pionera’ por los expertos, en papel mojado. Una década después de su entrada en vigor la la desigualdad incluso se ha incrementado en algunas áreas.
«Poco, o casi nada que celebrar» es la respuesta de los expertos consultados por Público cuando preguntamos sobre los logros de la Ley de Igualdad, que hoy cumple diez años. La falta de voluntad política para llevarla a cabo y de recursos invertidos son dos de las principales causas citadas por aquellos que consideran que España cuanta con una ley ‘pionera’ e integral en materia de igualdad, pero que está más cerca del papel mojado que de la revolución que vaticinó el gobierno de Rodríguez Zapatero cuando la presentó.
Un día como hoy diez años atrás, la Ley Orgánica de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres veía la luz en el Boletín Oficial del Estado y daba sus primeros pasos. El presidente Zapatero había afirmado que se trataba del «primer día de una sociedad distinta» y dedicó la Ley a Clara Campoamor, quién 75 años antes había pedido en el Congreso el voto para las mujeres.
Una década más tarde, pocos signos hay de que la conocida como Ley de Igualdad haya transformado radicalmente la sociedad. Datos no faltan. Hoy en día sólo 3 de las 50 universidades de titularidad pública tienen mujeres rectoras; las mujeres representan menos del 20% en los consejos de administración de las grandes empresas (las que forman el Ibex35); la brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza el 30% (es decir, las mujeres deberían trabajar 109 días más para alcanzar el sueldo de los hombres) y desde la entrada en vigor de la ley el número de hombres que piden la excedencia para el cuidado de hijos aumentó un 3%, pero siguen siendo el 93,4% de las mujeres las que la solicitan.
«Estamos a años luz del cumplimiento de la Ley de Igualdad, más lejos que los siete planetas que se han descubierto recientemente. Pero la buena noticia es que tenemos un cohete con el que podríamos llegar al días siguiente, podríamos alcanzarla mañana. Todo depende de la voluntad política y la determinación de cambiar la realidad», afirma Miguel Lorente, médico y ex-delegado del Gobierno para la violencia de género.
“Los avances en materia de igualdad han sido muy escasos en este periodo, incluso habiendo introducido una Ley de Igualdad en España. Este hecho debe constituir un toque de atención, porque estamos muy lejos de alcanzar una igualdad real y efectiva en la sociedad en general y en el mercado laboral en particular“, asegura Noelia Jiménez, Directora de Concilia2, quien recientemente realizó un estudio sobre la aplicación de la ley.
Según sus datos, el porcentaje de mujeres en paro a finales del 2016 era de un 20.25%, frente al 17.22% de hombres, la diferencia más alta de la última década.
Otro informe publicado recientemente por el Grupo CESCE coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, el 74% de las empresas españolas no cumple la Ley de Igualdad y las que están obligadas por la ley a tener un plan de igualdad (aquellas que tienen más de 250 empleados), la proporción se reduce al 11%. En 2013 estos porcentajes eran muy similares, del 11 % y del 10% respectivamente.
«Si una cosa ha demostrado esta ley, es que era necesaria, no solamente en el ámbito normativo. También identifica claramente a quienes no están a favor de la igualdad y simplemente la utilizan como un argumento para dividir y para desarrollar sus políticas. En desigualdad no hay neutralidad. O estás haciendo cosas activamente para acabar con ella o estás permitiendo que continúe. No hay término medio. No crear políticas, no dotarlas presupuestariamente, no crear los servicios que requieren o mantenerse en esa posición aparentemente neutral, es permitir que siga la discriminación, el abuso, la desigualdad», añade Lorente.
«No hay voluntad política. Al contrario. Parece que esta ley les moleste. Aunque el marco normativo es bueno, los avances son más bien pocos y en ocasiones parece que se retroceda», afirma Juana Gallego, responsable del Observatorio de Desigualdad de la Universidad de Barcelona.
La puesta en marcha de esta norma obligó a modificar más de 20 leyes de nuestro país y a articular mecanismos y órganos multilaterales para asegurar y evaluar su puesta en marcha. Todo, desde la desaparición de la brecha salarial, el incremento en la representación política, la paridad en los puestos de decisión en las grandes empresas e instituciones públicas, los planes de estudio de escolares y universitarios… todo quedó tocado por esta ley.
«La Ley no es el problema, sino la mentalidad de la gente que la aplica. Hay leyes pobres, que bien aplicadas producen resultados fantásticos para la población. Y hay leyes estupendas y avanzadas (como es el caso de la de Igualdad o contra la Violencia de género), que no sirven si no las aplicas o se hace mal. Eso es lo que pasa», afrima Ana María Pérez del Campo, activista y presidenta de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas.