A Ira Hansen no le preocupa en absoluto su puesto en la asamblea de Nevada. Este republicano no tiene rival en las votaciones del 8 de noviembre. De hecho, ni siquiera se preocupa por la suerte del candidato al que finalmente apoyará en las elecciones. «Trump está bien clasificado en los sondeos. Soy optimista», explica este mormón de Reno, de 60 años.
La comunidad mormona está bien establecida en Nevada. El Estado cuenta con un 5% de afiliados a la Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (lejos del 60% de Utah), pero su índice de participación es tal que forman un grupo estratégico, tradicionalmente a favor del partido republicano. «Los dos senadores de Nevada son mormones. Tenemos mucha influencia», explica Ira Hansen.
«Los republicanos pueden tradicionalmente contar con ellos», cuenta David Damore, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Nevada. «Pero la verdad es que no están haciendo nada para ayudar a Trump. Le reprochan sus groserías y sus declaraciones sobre las minorías, porque tradicionalmente han sido una minoría perseguida «.
Al contrario que en 2012, cuando el mormón Romney retó a Obama, la elección del candidato es menos evidente. «La primera reacción ante Trump fue negativa», reconoce Ira Hansen, que apoyaba a Ted Cruz en el caucus. «Pero aunque los mormones sientan una forma de desprecio por su comportamiento moral, saben que es el menos malo de los dos «.