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La rebelión de los ‘intocables’

Los parias del estado indio de Gujarat, protestan contra la discriminación por casta que sufren a pesar de que la Constitución la prohibe

Mientras los ciudadanos de Delhi viven la resaca del pasado Día de la Independencia de India, en Gujarat, cuna de Mahatma Gandhi, los miembros del escalafón más bajo de la pirámide social hindú reivindican estos días un orgullo por partida doble: ser indios y dalits. Sus protestas masivas van en aumento y amenazan con más si no cesan las vejaciones a manos de las castas superiores.

Los parias del estado de Gujarat, donde también nació el primer ministroNarendra Modi, llevan un mes en pie de guerra contra la discriminación por casta, prohibida por la Constitución india, pero perpetuada en la práctica en las relaciones entre cada dalit y sus superiores. En las últimas semanas se han vistoduros enfrentamientos entre manifestantes y policías e incluso un dalit se suicidó en señal de protesta. Otros 20 también lo intentaron pero, tras fracasar, acabaron en el hospital.

Liderados por un abogado convertido en activista, Jignesh Mewani, los ‘intocables’ reclaman el fin del trato vejatorio que reciben y demandan el derecho a poseer tierras, ya que la mayoría en el estado trabaja en el campo. Además, se niegan a seguir recogiendo los cadáveres del ganado que muere en la calle, una labor que suele estar destinada a este grupo desfavorecido. Por eso han ido abandonando cuerpos de vacas frente a oficinas gubernamentales.

Sus lemas vienen a decir quédate con tu vaca, dame mi tierra porque su lucha actual no es sólo por el fin de la violencia que sufren. «Se trata de una revolución social para la mejora económica de los dalits«, según señala Mewani. En todo caso, advierte, si en 30 días las autoridades no reaccionan, pasarán a bloquear las vías de tren.

Recientemente han llevado a cabo una marcha masiva de 400 kilómetros desde Ahmedabad en la que han ido pueblo a pueblo concienciando a sus iguales en la reivindicación de derechos. A ella se han unido ‘intocables’ de Uttar Pradesh, Bihar o Punjab, quienes gritaban eslóganes sobre la identidad dalit y lucían con orgullo retratos de B.R. Ambedkar, histórico líder de esta comunidad.

La caminata de 10 días, compuesta sobre todo por jóvenes, estudiantes y trabajadores de la construcción, terminó en una concentración multitudinaria en Una, localidad donde fueron agredidos el mes pasado cuatro dalits por hindúes radicales. El grupo de extrema derecha acusaba a los parias de haber matado y desollado a una vaca, sagrada para los hindúes, pero ellos aseguran que el animal ya estaba muerto.

Esa paliza humillante, que fue grabada en vídeo y que llegó a discutirse en el Parlamento, es el último caso que ha despertado protestas por este asunto en India. Se trata de la segunda ola de reivindicaciones este año tras el suicidio en enero de Rohith Vemula, un estudiante dalit que se quitó la vida después de haber sido suspendido por su universidad y cuya muerte levantó de forma esporádica la voz de los nadies del hinduismo.

Rohith se convirtió en un símbolo contra la exclusión de los dalit, que representan al 16% de la población india (200 millones), y en varias ciudades del país se celebraron manifestaciones en las que se cuestionaba cómo el sistema educativo ayuda a «institucionalizar la discriminación». Su madre, Radhika, explicó en el mitin de Una, ante 10.000 personas y bajo la bandera tricolor de India, que su razón para estar ahí era muy sencilla: «He venido aquí porque no quiero que lo que le pasó a mi hijo le pase a ninguno de vuestros chicos». Tras ese evento, no obstante, numerosos participantes fueron atacados con palos y piedras por vecinos de castas superiores al volver a casa. Se registraron decenas de heridos y hubo una veintena de detenidos.

Además de ser destinados a trabajos indignos, los intocables se enfrentan en ocasiones al rechazo en la entrada de templos y crematorios o a comer comida separada del resto de comensales. En 2014, la Comisión Nacional de Castas registró unos 50.000 casos de «atrocidades» contra esta comunidad, incluidos asesinatos y violaciones. No obstante, las organizaciones en defensa de los derechos de los dalits aseguran que los casos reales son mayores porque la policía no registra todos.

Los medios de comunicación indios recogen a veces las atrocidades más crueles contra los miembros de esta comunidad, pero muy pocos casos generan reacciones de repulsa de gran calado social en las que participen otros sectores de la población. Precisamente, el activista Mewani hace hincapié en la necesidad de que los grupos históricamente desfavorecidos, como los dalit, los musulmanes, las tribus o las mujeres, se unan para acabar con las discriminaciones que sufren por parte del resto de la población. Mewani está convencido de que el último alzamiento de los parias no será solo un episodio pasajero más: «Esto es por la liberación de los dalits y vamos a difundir este mensaje por todo el país«.

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