En Cuba existe una libertad religiosa que se expresa tanto en documentos de fuerza legal como en la existencia de un amplio y diverso universo religioso, en el que las cubanas y los cubanos practican y organizan sus creencias a partir de la existencia de alrededor de 400 instituciones y organizaciones religiosas.
«Tener creencias religiosas, según considere y decida cada persona, adorar santos, orichas, profetas o a Dios, es uno de los derechos que se respetan en la actualidad en Cuba, aunque algunos en el extranjero no lo quieran reconocer», así lo afirmó a Tiempo21 Sonia Morel, tunera miembro de Iglesia Adventista.
Misas, procesiones, cultos, conciertos, toques de tambor, promesas, peregrinaciones… Es Cuba, mestiza en creencias como en su otra piel, Isla marcada por el sincretismo que el etnólogo Fernando Ortiz definió «cual un plato criollo cada día degustado más» en una palabra de entrecruzamientos de cielo y tierra: transculturación.
Cada día decenas de cubanos acuden libremente a las instituciones religiosas en las cuales se congregan, todos amparados en el capítulo I, el artículo 8, de la Constitución de la República de Cuba, que dice textualmente: «El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa», es de las pocas constituciones en el mundo que lo recoge en su articulado.
Constitución de Cuba (1976)
Artículo 8.- El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. En la República de Cuba, las instituciones religiosas están separadas del Estado. Las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración.
Artículo 55.- El Estado, que reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y de religión, reconoce, respeta y garantiza a la vez la libertad de cada ciudadano de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a profesar, dentro del respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia.
La ley regula las relaciones del Estado con las instituciones religiosas.
Tales principios constitucionales tienen sus raíces en la tradición independentista cubana, durante la cual se aprobaron cuatro constituciones de la República en Armas, en dos de las cuales se establecía la llamada separación Iglesia-Estado. Esta fue recogida también en las constituciones republicanas de la etapa neocolonial, de 1901 y 1940. El Estado no subvenciona ninguna institución religiosa ni interviene en su funcionamiento interno.
En las últimas décadas y en cumplimiento de lo establecido y aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, las relaciones entre las instituciones y el Estado se basan sobre todo en el entendimiento y el respeto, y para ello fundamentalmente se creó desde 1985 la Oficina de Atención para los Asuntos Religiosos, adscrita al Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y en cada provincia existe un departamento que se dedica al tema.
Cintio Vitier, ese católico fervoroso que nos mostró con su vida por qué hay que venerar al Héroe Nacional de Cuba, José Martí, decía que «nuestra identidad, religiosamente hablando, es de la loma, pero canta en el llano, y vuelve a la loma, y solo se insinúa; es un secreto».
«Todas las instituciones y organizaciones religiosas desarrollamos, con total independencia y autonomía en relación con el Estado, nuestras actividades sociales, consultamos y celebramos las ceremonias, todo ello sin ningún tipo de limitación», afirmó Walfrido Paredes, practicante de la regla de Ocha o palo monte.
«Algunas instituciones religiosas en la provincia de Las Tunas, en particular la Iglesia Católica, poseen centros de superación para sus miembros, y también desarrollan libremente fuera de sus locales de reunión o culto, actividades como conciertos, talleres, seminarios, congresos, peregrinaciones y procesiones», destacó el joven católico Leandro Mastrapa.
En Las Tunas subsiste una amalgama de religiones, y esa diversidad es la que lleva a que católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes, judíos, y otros, convivan en total armonía y practiquen con entera libertad sus creencias religiosas.
«Cuando se habla de libertad de culto en Cuba no podemos olvidar a las asociaciones fraternales como la masonería y otras que gozan de los mismos derechos», enfatizó Sonia Morel.
En Cuba convive el Sincretismo religioso, y en los lugares más comunes, plazas, escuelas, mercados y hospitales, confluyen personas de diversas creencias, incluyendo las ateas, en total armonía, y con la completa libertad para decir: Yo creo en Dios, Cristo, Mahoma ó Shangó, sin que eso mengüe ninguno de sus derechos y deberes como ciudadanos cubanos.