El presidente recibe al pontífice en la Casa Blanca y exhibe su sintonía el el deshielo cubano y la lucha contra las desigualdades
El papa Francisco y el presidente Barack Obama solemnizaron esta mañana en Washington una alianza que abarca desde el cambio climático a inmigración, pasando por Cuba. En una ceremonia multitudinaria en los jardines de la Casa Blanca, Francisco y Obama exhibieron su sintonía en asuntos que dividen a los políticos estadounideneses. Pero sutilmente, sin menciones explícitas, no escondieron lo que les divide: las políticas de la Administración Obama que velan por el respeto de la diversidad sexual, el derecho al aborto y la protección contra los embarazo indeseados, y que para la Iglesia constituyen ataques a la libertad religiosa.
El Papa se presentó ante Estados Unidos como el “hijo de una familia de inmigrantes”, alegre de estar en un país que fue “construido en gran parte por tales familias”. Después de cuatro días en Cuba, donde decidió mantener un perfil inusualmente bajo para no molestar al régimen, Jorge Mario Bergoglio decidió aprovechar la libertad para enviar mensajes muy nítidos sobre sus propósitos en Estados Unidos, país que visita por primera vez.
“Señor presidente”, se dirigió el Papa a Obama, “los católicos estadounidenses, junto con sus conciudadanos, están comprometidos con la construcción de una sociedad verdaderamente tolerante e incluyente, en la que se salvaguarden los derechos de las personas y las comunidades, y se rechace toda forma de discriminación injusta”. Francisco, que calificó la libertad religiosa como “una de las riquezas más preciadas de este país”, se comprometió en nombre de los cristianos a “estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla”.
Bergoglio agradeció a Obama su iniciativa para reducir la contaminación atmosférica. “También a mí”, dijo el Papa, “me parece evidente que el cambio climático es un problema que no se puede dejar a la próxima generación. Con respecto al cuidado de nuestra ‘casa común’, estamos viviendo en un momento crítico de la historia”. Francisco, que ya se extendió sobre la gravedad del problema y la urgencia de combatirlo en su encíclica Laudato si, advirtió de se debe tomar “conciencia seria y responsable, no solo del tipo de mundo que podríamos estar dejando a nuestros hijos, sino también de los millones de personas que viven bajo un sistema que les ha ignorado”. Y añadió: “Nuestra casa común ha formado parte de este grupo de excluidos, que clama al cielo y afecta fuertemente a nuestros hogares, nuestras ciudades y nuestras sociedades. Usando una frase significativa del reverendo Martin Luther King, podríamos decir que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo”.
Sobre el acercamiento de Estados Unidos a Cuba, aunque sin citarlo expresamente, el Papa agradeció a Barack Obama sus esfuerzos por “reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas de cooperación”. El Papa aún tiene que comparecer ante el Congreso de Estados Unidos y la Asamblea General de Naciones Unidas, pero lo cierto es que, nada más abandonar Cuba, Francisco volvió a ser Bergoglio.
Que Obama, que es cristiano pero no católico, conecta con Francisco no es ningún secreto. En su discurso quiso dejarlo claro.
El presidente de EE UU citó al Papa en su exigencia de “levantarse en defensa de la justicia y en contra de la desigualdad”. Recordó el mensaje de compasión y amor hacia “el extranjero… desde el refugiado que huye de tierras quebradas por la guerra al inmigrante que abandona la casa en busca de una vida mejor». Agradeció al Pontífice su “apoyo inestimable en el nuevo proncipio con el pueblo cubano”. Y dijo que apoyaba el llamamiento, en la encíclica papal, para que los líderes mundiales apoyen a los más vulnerables ante el cambio climático y encuentren soluciones.
En estos cuatro asuntos —política económica, inmigración, deshielo con Cuba y cambio climático— el Papa se alinea con el demócrata Obama y asume posiciones opuestas a las del Partido Republicano. Obama, un político con pocos amigos entre el club de líderes mundiales, no ha manifestado tanta admiración por otro jefe de Estado como por el Papa Bergloglio. Ve en él un aliado en iniciativas internas como la inmigración, geopolíticas como el acercamiento a Cuba tras más de cinco décadas de guerra fría, y globales como la lucha contra el cambio climático.
Ante las advertencias de los obispos estadounidenses, citadas por el Papa, respecto a la supuesta amenaza a la libertad religiosa, Obama respondió: “Aquí en Estados Unidos amamos la libertad religiosa”.