Francisco Javier García está acusado de haber violado en febrero a una niña de once años
La diócesis de Autlán, Jalisco, podría haberse convertido en refugio para pederastas. La Fiscalía del Estado aprehendió la tarde del viernes en ese municipio a Francisco Javier García Rodríguez, un sacerdote de 60 años, acusado de abusar sexualmente de una niña de once años. La detención ocurrió un día después de que el Papa Francisco aceptara la renuncia del obispo de esa ciudad, Gonzalo Galván Castillo, señalado por encubrir abusos sexuales.
El 23 de abril la madre de la víctima denunció a Francisco García Rodríguez. En su testimonio ante las autoridades dijo que el religioso violó a su hija mientras le daban posada en febrero pasado en su casa de Punta Pérula, en el municipio de La Huerta, a unos 64 kilómetros de Autlán. El Estado de Jalisco, al oeste de México, es uno de los bastiones de la fe católica. El 92% de la población la profesa, según la oficina de estadísticas del país.
El cura, que tenía una amistad con la familia, durmió en la misma habitación que la víctima. En la noche se pasó a la cama de la menor y abusó de ella. Después de eso, relata la madre, el sacerdote amenazó a la niña de hacer lo mismo con su hermano si decía algo a sus padres. La segunda noche repitió el estupro.
La niña tardó dos semanas en contar su deshonra a su madre. Fue hasta entonces, quince días después de la violación, que las autoridades tuvieron conocimiento del caso. El Ministerio Público ordenó a los peritos realizar los exámenes médicos y psicológicos, que confirmaron el delito. Fue hasta entonces que un juez de primera instancia solicitó una orden de captura a García Rodríguez.
Este caso sirve de contexto para entender la dimisión de Gonzalo Galván del gobierno pastoral de Autlán, que encabezaba desde 2004 cuando fue nombrado obispo por Juan Pablo II. Este jueves el Vaticano confirmó que Jorge Mario Bergoglio había aceptado la renuncia del religioso de 64 años con base en el artículo 401.2 del derecho canónico, reservado a “causas graves” y problemas de salud.
Monseñor Galván ya había estado en el centro de la polémica. En 2009, cuando llevaba cinco años al frente del obispado, fue señalado de encubrir a un sacerdote acusado de abusar sexualmente de un menor. En ese entonces, un joven de 24 años alzó la voz para denunciar que el cura Horacio López, de esa diócesis, lo había violado cuando era un niño de once años.
Los padres de esa víctima lucharon porque se castigara a López, pero Galván no lo expulsó de la Iglesia sino que lo trasladó a otra parroquia.
En mayo de 2014 Galván participó en la comitiva de religiosos mexicanos que visitaron la Santa Sede. Francisco celebró audiencias separadas con cada uno de los 13 prelados de la Conferencia Episcopal Mexicana para escuchar las problemáticas específicas de cada jurisdicción. Galván no se imaginaba entonces que su suerte cambiaría con la determinación del Papa de perseguir a quienes han encubierto los casos de pederastia en México.
Los esfuerzos del papado de Francisco comenzaron a notarse hace un año. En junio de 2014 el Vaticano retiró el sacerdocio católico a Eduardo Córdova, acusado de haber abusado de al menos 20 menores desde 1985. Una investigación de la Congregación de la Doctrina de la Fe reveló que la Arquidiócesis de San Luis Potosí había cobijado al depredador sexual durante décadas. El exsacerdote se encuentra hoy prófugo y es uno de los hombres más buscados en el país.